Cuando Johan Inger recibió el encargo de la Compañía Nacional de Danza de montar una nueva versión de Carmen, siendo él sueco y Carmen una obra con un marcado carácter español, se encontró ante un enorme reto, pero también una gran oportunidad. Su aproximación a este mito universal tendría que aportar algo nuevo. Para ello, Inger decidió centrarse en el tema de la violencia, aproximándose a ella a través de una mirada pura y no contaminada¿ la de un niño. Partiendo de este enfoque, Inger crea un personaje, que propicia que seamos testigos de todo lo que pasa, a través de sus ojos inocentes, a la vez que contemplamos su propia transformación. Las pautas marcadas por el director de la pieza han sido sobriedad, atemporalidad, contemporaneidad y un sutil acercamiento a la década de los 60. Todo ello visto desde la simbología y la metáfora. Vestuario diseñado por David Delfín.