El próximo 13 de septiembre la ópera Lucio Silla, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) inaugurará la nueva temporada del Teatro Real, reparando finalmente una deuda con el público de Madrid, que no pudo ver nunca esta ópera representada, pese a la indudable calidad y belleza de su música.
La ópera llegará al Teatro Real en una producción concebida por Claus Guth, que ha triunfado en varios teatros desde su estreno en el Festival Wiener Festwochen en 2005. El director de escena alemán despoja la obra de su contenido más anecdótico y se recrea explorando la relación psicológica entre los personajes y la interioridad de cada situación dramática, insuflando a la ópera un enorme dinamismo.
Para ello recurre una vez más a un ingenioso decorado giratorio diseñado por el escenógrafo y figurinista Christian Schmidt ─autor también de las escenografías de Parsifal y Rodelinda─ que permite agilizar la continua sucesión de las escenas que componen la obra.
Aunque Mozart estrenó la partitura en Milán en 1772, con apenas 16 años, el joven compositor llevaba escribiendo obras escénico-musicales de diferentes formatos desde los 11 años, y Lucio Silla era ya la tercera ópera que presentaba con éxito en Italia, después de Mitrídate, rè di Ponto y Ascanio in Alba.
Siguiendo la estela de la ópera seria dieciochesca entonces en boga, el libreto se inspira en las hazañas de un personaje de la Antigüedad Clásica, sin atender a ningún prurito de verosimilitud o rigor histórico. De hecho, los lazos de parentesco, amoríos y magnanimidad del Lucio Silla de Mozart distan mucho de lo que alumbra la historiografía sobre la vida del tirano sanguinario y gran estratega militar Lucio Cornelio Sila (138-78 a.C.).
La trama, dramatúrgicamente endeble, es, sin embargo, estructuralmente consistente por las complejas relaciones entre los seis personajes, pertenecientes a dos bandos rivales y enemigos, entre los que fluyen sentimientos y pasiones contradictorias, incontroladas y capaces de resquebrajar los códigos de honor que escudan tantas atrocidades y luchas de poder.
Musicalmente la ópera se amolda a los cánones rígidos de la ópera seria, en que se alternan arias y recitativos, con algunos maravillosos números de conjunto e interludios orquestales. Pero el genio de Mozart logra imprimir a cada escena una atmosfera única, con grandes contrastes, líneas de canto de conmovedor aliento dramático y una orquesta cada vez más autónoma en la expresión dramatúrgica de los personajes.
Aunque Mozart haya contado con los mejores cantantes de la época para la interpretación de su Lucia Silla, la sustitución, en los días previos al estreno, del tenor protagonista por otro de mucho menor rango, obligó al compositor a adaptar ese rol a las nuevas circunstancias, simplificando su música y desposeyendo al personaje de la grandeza que debería tener el papel titular, que en el Real interpretarán los tenores Kurt Streit y Benjamin Bruns.
Como dos de los personajes masculinos destinados originalmente a ser cantados por castrati serán interpretados por una mezzosoprano y una soprano, se puede decir que en Lucio Silla la gran dificultad vocal recae sobre las cuatro cantantes femeninas, sobre todo Giunia, cuyo dificilísimo papel será interpretado alternadamente por las sopranos francesas Patricia Petibon y Julie Fuchs. Estarán secundadas por las mezzosopranos Silvia Tro Santafé y Marina Comparato (Cecilio), las sopranos Inga Kalna y Hulkar Sabirova (Lucio Cinna) y María José Moreno y Anna Devin (Celia). Completan los repartos los tenores Kenneth Tarver y Roger Padullés (Aufidio).
Junto a ambos elencos actuarán la Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real, bajo la sensible dirección musical de Ivor Bolton, con amplísima experiencia en el repertorio mozartiano.