La puesta en escena de la compañía francesa sorprendió a los asistentes al Aurea. Muchas veces se ha representado el clásico del Siglo de Oro, pero pocas con tanta fuerza y garra como la que puso en escena el elenco de actores de Thèâtre de la Tempête. La versión de Celine Zins es muy fiel a la obra de Calderón. Por eso, quien decidió asistir a ver este espectáculo no necesitó de subtítulos para seguir la función. Una lástima ver como alguna gente fue abandonando sus localidades, con la brutalidad de lo que se estaba interpretando. Merecía la pena verlo de principio a fin.
No sólo el elenco de actores compueto por John Arnold como Basile, Louise Coldefy como Étoile, Thibaut Corrion en Clairon, Pierre Duprat en Astolphe, Laurent Ménoret como Clothalde, Morgane Nairaud como Rosaura, Makita Samba en Sigismond y Henri de Vasselot como Le Musicien sino la escenografía de Erwn Creff, el vestuario de Hanna Sjodien y la música de Stephanie Gibert jugaron un papel fundamental en el conjunto de la obra. Cabe destacar la iluminación de Kevin Briard que iba acorde con cada escena, dando el toque dramático o incluso el de alegría en el momento del perdón del hijo al padre.
Aunque leer en los programas que la duración es de 145 minutos puede suponer que tanto tiempo, y encima sin intermedio, se puede hacer eterna. Aseguro que los minutos vuelan y no se hace nada pesada. Clément Poirèe ha sabido dirigir a unos actores que hacen una exquisitez con mucha fuerza y potencia suficiente para envolverte.