Se ofrecerán 3 funciones de la ópera en versión de concierto, los días 14, 17 y 20 de julio a las 20.00 horas, que se alternarán con las representaciones de Il trovatore
El gran director estadounidense James Conlon vuelve al Teatro Real con su cuarto título de Verdi, después de sus alabadas versiones de Las vísperas sicilianas (2014), Luisa Miller (2016) y Macbeth (2017)
Plácido Domingo interpretará en el Real su tercer papel de barítono verdiano, después de Francesco Foscari (I due Foscari, 2016) y Macbeth (Macbeth, 2017). Actuará junto con la soprano Carmen Giannattasio -que debutará en el Teatro Real- y el tenor Michael Fabiano, que actuó en Cyrano de Bergerac (2012) e I due Foscari
El Coro Titular del Teatro Real, bajo la dirección de Andrés Máspero, alterna sus interpretaciones en Giovanna d’Arco e Il trovatore, con un importante papel en la estructura y dramaturgia de ambas óperas.
Plácido Domingo, que viene interpretando en los últimos años algunos de los más grandes papeles para barítono de Giuseppe Verdi ─los roles titulares de Simon Boccanegra, Nabucco, Rigoletto y Macbeth; Miller, en Luisa Miller; Francesco Foscari, en I due Foscari; Conte di Luna, en Il trovatore; Giorgio Germont, en La traviata; o Rodrigo, en Don Carlo─, encarnará en esta ocasión a un personaje menos conocido por el público: Giacomo, de la ópera Giovanna d’Arco, que se escuchará por primera vez en el Teatro Real.
Domingo actuará junto con la soprano Carmen Giannattasio (Giovanna), que debutará en el Real, el tenor Michael Fabiano (Carlos VII) -que ya actuó en Cyrano de Bergerac en 2012 e I due Foscari en 2016, también junto a Plácido Domingo-, el tenor Moisés Marín(Delil), el barítono Fernando Radó (Taldot) y el Coro Titular del Teatro Real, preparado, como siempre, por Andrés Máspero. Con excepción de Plácido Domingo, todos los solistas, James Conlon y el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real interpretarán la partitura verdiana por primera vez.
La ópera
Giovanna d’Arco es la séptima ópera del catálogo verdiano y pertenece al corpus de su primera etapa como compositor, en la que afloran ya la fuerza dramática de su música y sus hermosas melodías, pese a las limitaciones del libreto de Temistocle Solera, con el que Verdi había trabajado previamente en Nabucco, I lombardi y Attila. Este poeta, compositor, promotor operístico, viajero y libretista de éxito fue el segundo director del Teatro Real, apenas un año después de su inauguración, en 1851, y uno de los primeros empresarios italianos en montar producciones en el Real.
Partiendo de una adaptación libre del drama romántico La doncella de Orleans, de Friedrich Von Schiller -autor que ha inspirado también I masnadieri, Luisa Miller y Don Carlo-, la trama de la ópera se vertebra en torno a la indómita personalidad de Giovanna d’Arco, que se debate entre la defensa a ultranza de la patria y sus sentimientos y emociones personales.
En su libreto, Temistocle Solera dignifica la muerte de la heroína, que es asesinada en el campo de batalla, y libera a la iglesia del dedo acusador de la Inquisición, convirtiendo al padre de la protagonista en el gran impulsor de su tragedia.
Esta preponderancia de la figura paterna en la ópera, cuyo personaje, Giacomo, interpretado por Plácido Domingo, experimenta a lo largo del drama una profunda transformación interior, da lugar a algunas de las más bellas páginas de la partitura, que presagian ya los grandes y complejos ‘padres’ creados por Verdi a lo largo de su carrera: Rigoletto, Giorgio Germont, Amonasro, Simon Boccanegra, Felipe II, etc.
Estrenada con éxito en el Teatro alla Scala de Milán en 1845, la ópera está compuesta por un prólogo y tres actos, en los que se articulan los números tradicionales –arias, dúos, tercetos, romanzas, cabalettas- articulados de manera contrastante y con una gran participación del coro, dividido muchas veces en dos y tres grupos que actúan simultáneamente.
Con Giovanna d’Arco Giuseppe Verdi se encuentra todavía en una encrucijada entre la utilización de los convencionalismos estructurales, estilísticos y argumentales que imperaban en la pujante creación operística italiana a mediados del siglo XIX, y la búsqueda y exploración de nuevos caminos que florecerían en obras posteriores.
Con la presentación de esta ópera se incorpora un nuevo título del catálogo verdiano al repertorio del Teatro Real, haciendo justicia a uno de los compositores más queridos por el público de Madrid a lo largo de los 200 años de su historia.