A Rafael no le gusta mucho mirar atrás. Dice que lo pasado es pasado. Y hay que mirar siempre al futuro. Por eso no cree mucho en aquello que decía el poeta de que «cualquier tiempo pasado fue mejor». De pequeño le hubiese gustado ser militar con barco de vela, para poder conquistar, sobre todo, a las damas. Se ve dentro de un reparto siempre que sea de tierras o beneficios. Pero lamentablemente, no actoral. Ama su trabajo, y confiesa que le desestabilizan bastante los extractos de La Caixa.
Reconoce que ha pasado miedo a contagiarse durante los meses de confinamiento. Pero más miedo le daba que la situación se alargase en el tiempo y no poder trabajar. No obstante, él ha seguido trabajando en streaming.
Defiende a ultranza el valor de la cultura, poniendo de manifiesto que es necesaria. Pero va más allá. Considera que si los gobernantes políticos creen que no es necesaria, que la quiten de un plumazo, pero que no les den migajas y funden más escuelas de actores y actrices. «Los actores debemos ser tratados con dignidad», afirma.