En Toná, los verdiales -folclore malagueño prerromano- sirven de base para reivindicar el imaginario popular como antídoto contra el individualismo
Coreografiada e interpretada por Luz Arcas, la pieza quiere ser un acto de insumisión hacia un sistema que destierra y niega la enfermedad y la vejez
La enfermedad del padre de la creadora es el punto de partida de una obra que baila la muerte como celebración de la vida, la fiesta y la catarsis
El último espectáculo de Arcas (Finalista Mejor Intérprete de Danza en Premios Max 2017, Premio el Ojo Crítico de Danza 2015) surge, en palabras de la bailarina y coreógrafa de «los viajes a Málaga para visitar a mi padre, bastante enfermo. En su casa, donde me crie, me reencontré con referencias, iconos y símbolos que tenía casi olvidados. Recordé anécdotas y miedos, reconectando con el folclore de mi infancia. Quería bailar un sentimiento que es propio de ese folclore: la muerte como celebración de la vida, la fiesta y la catarsis individual y colectiva».
Otras dos mujeres malagueñas han acompañado a Luz Arcas en el proceso creativo: la violinista y compositora Luz Prado y la fotógrafa Virginia Rota. La pieza recoge referencias como la procesión por el mar de la Virgen del Carmen, o la alusión a Trinidad Huertas, La Cuenca, una bailaora del siglo XIX que se hizo famosa con un número en el que representaba a una torera en plena faena y que le dio el sobrenombre de La Valiente. Toná recoge también los símbolos, las supersticiones, los prejuicios, el paganismo y los mitos. Dice Arcas: «La memoria colectiva y los imaginarios populares son cruciales porque nos acogen y nos salvan del individualismo invitándonos a elaborar un relato compartido. Como todo lo relacionado con el pueblo, esta memoria cultural está llena de problemas, sin duda, pero volver a ella para ensuciarla, renombrarla, y así, vitalizarla, es un acto de libertad frente al totalitarismo cultural o cualquier intención neoliberal de imponer o capturar un sentido. (…) Toná nace ligada orgánicamente a la memoria colectiva y los imaginarios populares, con toda su conflictividad. Una poesía que transmite la carne, el pulso vital, llenos de rabia y de alegría, también de prejuicios y supersticiones. Un dolor antiguo y fértil que nos construye lentamente, desde la infancia».
Tras obras como Bekristen, en la que se mostraba la violencia radical del neoliberalismo como sistema colonizador y Una gran emoción política, sobre la figura de María Teresa León, la guerra civil y la memoria, Luz Arcas continúa cincelando en Toná su particular lenguaje escénico, un baile político a través de, en sus propias palabras, «un cuerpo reconciliado con sus fuerzas vitales, entretejido de enfermedad, vejez, muerte, y que se relaciona descaradamente con los símbolos, para ensuciarlos, pisotearlos, renombrarlos, mientras grita: son nuestros, nos pertenecen».
Toná, con música en directo interpretada por Luz Prado y Lola Dolores, es una obra de Luz Arcas / La Phármaco coproducida por el Festival de Otoño de Madrid.
«La vergüenza es el sentimiento que salvará a la Humanidad» dice el protagonista de Solaris. No será el amor, sino la vergüenza.
Un dolor que es antiguo y fértil: la carne, los cuerpos. La identidad es el misterio que se esconde en cada cuerpo y que surge de la reconciliación íntima con la vergüenza.
Busco en los cuerpos el baile, no la danza sino el baile, su folclore, su herida: cuando la dignidad humana nos convoca y se atreve a pisotear el suelo con la potencia de la vergüenza. La rabia más hermosa, la herida más abierta.
Luz Arcas
La Phármaco
La Phármaco es la compañía que dirige la bailarina y coreógrafa Luz Arcas (Premio El Ojo Crítico de Danza 2015, Mejor Intérprete Femenina en Premios Lorca 2015, Finalista Mejor Intérprete Femenina en Premios Max 2017).
Entre las creaciones de La Phármaco destacan El libro de los venenos (2009, Premio Injuve y Málaga Crea 2009), El monstruo de las dos espaldas (2010), Antes fue siempre fuego (2012), Sed erosiona (2012), Éxodo: primer día (2013), La voz de nunca (2014, coproducida por la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales y ganadora del Premio a la Mejor Intérprete Femenina de Danza en los Premios Lorca y Premio Ojo Crítico de Danza en 2015) Kaspar Hauser. El huérfano de Europa (Teatros del Canal, Festival Otoño a Primavera, 2016, Finalista Premios Max 2017), Miserere. Cuando la noche llegue se cubrirán con ella (2017), Una gran emoción política (2018), coproducida por el Centro Dramático Nacional) y Bekristen / Cristianos. Capítulo 1. La domesticación, estrenada en noviembre de 2019 en los Teatros del Canal de Madrid.
Ha creado Los hijos más bellos (2018) para el Víctor Ullate Ballet, y Dolorosa (2019) para la Compañía Nacional de El Salvador (2019). También explora espacios no teatrales, como en Chacona (2015), pieza concebida para ser representada en museos (Centro Pompidou de Málaga) o en La errancia (2017), donde intérpretes y público tienen otro tipo de encuentro.
En esta línea creativa se encuentra Embodying what was hidden (2016), estrenada en Nueva York en el King Juan Carlos Centre y representada en Berlín y Nueva Delhi.
La Phármaco lleva a cabo otro tipo de proyectos artísticos y pedagógicos como el de Mundo y Lenguaje, en Malabo, Guinea Ecuatorial (AECID- FIIAPP), o el proyecto de creación Tú que tienes la luz, en la National Drama School de Nueva Delhi (Instituto Cervantes).
Sus trabajos han recibido el apoyo del Centro de Danza Canal, la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, el INAEM, Ministerio de Cultura, Educación y Deportes, SGAE, Comunidad de Madrid y la AECID y su repertorio continúa en gira dentro y fuera de España.