Es una coproducción de GG Producción, Saga Producciones y Teatro del Nómada
Mariana Pineda, la protagonista de esta historia, tuvo una vida breve y una muerte injusta, pero se convirtió en un mito y en un símbolo de la libertad. Silenciada durante los gobiernos absolutistas y ensalzada bajo los gobiernos liberales y progresistas, su figura fue una fuente inagotable de inspiración para poetas y dramaturgos, entre ellos, Federico García Lorca que escribió una obra en la que recreó su vida.
Se ha hablado mucho de Mariana Pineda, tanto del personaje histórico como del personaje creado por Federico García Lorca, se ha debatido sobre si era una revolucionaria o solo una mujer enamorada, pero Mariana Pineda era, sobre todo, una persona que se atreve a perseguir sus certezas hasta el final, hasta sus últimas consecuencias, es una mujer que se rebela contra todo lo establecido por la sociedad, pero no por ideales intelectuales o políticos, ni siquiera por amor. El personaje se mueve al compás de su corazón que no entiende de normas y que, sobre todo, no tiene miedo.
Por supuesto que la Mariana de Lorca es una mujer enamorada, a la que su amor arrastra por encima de ideales políticos. Ella se rebela contra un sistema injusto y por eso ha pasado a nuestra historia como un símbolo de la resistencia frente a la injusticia con un amor tan puro que le da la valentía y la dignidad para defender sus ideales hasta la muerte.
Lorca, a través de esta mujer, nos hace ver que solo existen dos tipos de personas, las dispuestas a seguir sus certezas hasta el final y aquellas otras que prefieren esconderse.
La Mariana Pineda, que inspira el personaje de Lorca, nació en Granada en 1804, tuvo una infancia difícil e inició su vida adulta con quince años casándose en 1819 con Manuel de Peralta con el que tuvo un hijo y una hija y se quedó viuda a los 18 años. Su difícil situación personal no fue incompatible con sus creencias políticas que la llevaron a ayudar y acoger en su hogar a miembros del Partido Liberal perseguidos por el absolutismo de Fernando VII.
El 18 de marzo de 1831 terminaba su vida, relativamente tranquila, al irrumpir en su casa la policía. Mariana fue acusada de tener en su casa una bandera que simbolizaba la lucha contra la monarquía, en realidad lo que querían quienes la detuvieron era que delatara a los cabecillas de la causa liberal. Su abogado intentó defenderla sin éxito, fue condenada a muerte con veintiséis años de edad y ejecutada el 26 de mayo de 1831. La ejecución que pretendía ser un escarmiento y aviso a la causa liberal la convirtió en víctima y mártir. Finalmente, su cuerpo fue enterrado en la cripta de la catedral de Granada.