El espectáculo acerca al público el complejo tema de las enfermedades mentales y su estigma social
Sandra Ferrús escribe y dirige un texto valiente y emotivo que pone el foco también en las familias dependientes en tiempos de crisis
José Luis Alcobendas, Elías González, Martxelo Rubio, Susana Hernández, Concha Delgado y la propia Sandra Ferrús protagonizan la función
Vicentín (José Luis Alcobendas) es un chico diagnosticado de esquizofrenia. Es muy alegre, le encanta cantar y bailar. Tiene el alma de Elvis en su interior. Su don es saber lo que la gente va a decir; su deseo, concursar en todos los realities de la tele. Su cruz, y la de su familia, sufrir una enfermedad mental en un país en crisis. Un cóctel de emociones ancestrales donde el estigma y el miedo a lo desconocido, a lo incontrolable, desestabiliza a nuestra sociedad, apresando y presionando a nuestro joven protagonista hasta que su única posibilidad de libertad es convertirse en pájaro.
Escrita y dirigida por Sandra Ferrús, El silencio de Elvis parte de una experiencia personal de la autora, que ha dado forma a esta historia de amor, lucha, incomprensión y perseverancia para arrojar luz sobre el tema de las enfermedades mentales, poniendo el foco en las familias dependientes en tiempos de crisis. “Hace años coincidí en un ascensor urbano con un chico que claramente sufría una enfermedad mental. Recuerdo que fueron los dos minutos más largos de mi vida. Yo estaba con mi bici y él, frente a mí, mirándome fijamente y balanceándose. Era corpulento, estaba segura de que me iba hacer daño. Pasé un miedo terrible. Cuando por fin se abrió el ascensor, mi corazón golpeaba fuertemente en mi pecho, salí corriendo de allí. El miedo se fue convirtiendo en ira, tenía 13 años y recuerdo que pensé: ¿cómo dejan a gente así en la calle? Aquel episodio me dejó huella, y cada vez que me encontraba con ‘gente de este tipo’, me producía rechazo”, cuenta la autora, directora y actriz. Y continúa: “Pasados los años me tocó convivir con la enfermedad mental. Una persona muy especial a la que quiero con todo mi corazón desarrolla una enfermedad de este tipo. Esta trágica circunstancia me obligó a documentarme y a vivir muy de cerca todas sus consecuencias. Compruebo que aquello que me pasó a mí con 13 años le sucede a mucha gente. Y me encuentro con que esta gran persona no solo sufre exclusión social, sino que es castigado por nuestro sistema judicial”.
A partir de esa experiencia, incrementada por la falta de recursos a consecuencia de la crisis económica y social, Ferrús ha puesto voz a estas personas y a sus familiares. “Poner voz desde el sitio que yo conozco: desde las tablas, el amor y la alegría. Sin mayor pretensión. Lo único que me gustaría es que todos podamos conocer un poco más de cerca a estas personas, ponernos en su piel. Porque con las enfermedades mentales surge el miedo a lo desconocido y todavía se sigue estigmatizando a quienes las sufren. Quería que nos metiéramos en la cabeza y en el pecho de esa persona y de su familia, que comprendiéramos. Eso es lo importante, tratar de comprender”.
De este modo, El silencio de Elvis no es solo un viaje valiente y emotivo al interior de Vicente, sino también al de sus padres, que viven con él la incomprensión y el hartazgo; al de su hermana Sofía, y su lucha contra la administración y el sistema sanitario; y al de todos los personajes que entran y salen de la mente y de la vida de Vicente, como el mismísimo Elvis.
El silencio de Elvis es una producción de El vodevil S.L., Tanttaka Teatroa, Acrónica Producciones S.L. e Iría Producciones con diseño de escenografía de Fernando Bernués, diseño de iluminación y espacio sonoro de Acrónica Producciones y diseño de vestuario deCadaunolosuyo.
Este espectáculo está sujeto a JOBO, Joven Bono Cultural, para jóvenes entre 16 y 26 años.