Josep María Pou ha definido este festival como «una pequeña joya dentro de la programación del Teatre Romea que nace con la voluntad de tener continuidad». Pou ha hecho referencia en la parte culinaria de Rossini para definir este festival: «los canelones Rossini son conocidos por su pequeño toque de trufa, como estas dos semanas llenas de actos y actividades» así como «las dos óperas más divertidas y representativas de Rossini». También ha explicado un vínculo histórico entre el Teatro de Sarrià y el Romea: «hay algo que nos hermana: el Teatro de Sarrià se construyó hace aproximadamente 200 años, pero sufrió una reconstrucción al cabo de los años. Esta se hizo utilizando los planos del Teatre Romea como base, ya que el arquitecto que lo diseñó era el hijo del arquitecto del Romea».
Raúl Giménez, director artístico, explicó que «Llevamos muchos años trabajando este compositor con gente joven» y añade «tenemos la suerte que podemos trabajar con muchísimo tiempo con ellos, al ser alumnos de nuestra academia». Giménez ha definido el proyecto como «entusiasmante, nos estimula mentalmente, e intuimos que nace con buen pie».
Assunto Nese, director musical, ha explicado cómo nació el proyecto: «nosotros nacimos en Sarrià con la Ópera de Cámara de Barcelona, y decidimos dedicarnos a hacer óperas cortas de grandes compositoras y normalmente acabamos la temporada con un Rossini». Después de más de 10 años preparando ópera, comenta que es «un festival para jóvenes voces, Queremos dar la posibilidad a esos jóvenes que salen de los conservatorios, y que para llegar a un Liceo primero tienen que pisar escenario».
Anna Ponces, directora de escena, ha comentado sobre las dos óperas «son dos farsas que se estrenaron en la juventud del compositor». En este caso, «hemos revalorizado y repensado cómo hacemos que el espectador contemporáneo se relacione con este repertorio» y afirmó que es «una defensora que estas farsas funcionan musicalmente y dramáticamente». En ambos casos, se trata de un reparto joven que permite trabajar desde dentro, la parte más interior de la obra. Sobre El ocassione hace il ladro dice «nos hemos situado en Naples (Florida, EE.UU.) en los años 60, ya que encontrábamos verosímil trasladar la acción de la farsa que originalmente se situaba en la Nápoles italiana». En el caso de La scala di seta, «la hemos planteado como una sitcom situada en un apartamento de París».