Crece en el barrio del Albaycín, en Granada, y empieza a bailar muy joven de manos de su madre, también bailaora. Ya con 8 años baila por primera vez en la Peña La Platería y con 15 en un tablao. Es entonces cuando gana el Concurso de Ubrique. Dos años más tarde, el Premio Desplante del Festival de las Minas de la Unión (2007). Conoce a Mario Maya en el Centro de Estudios de Formación Flamenca y poco después se incorpora a su compañía. Así arranca su carrera profesional. Patricia se profesionaliza en un marco eminentemente flamenco, sin embargo siempre se sintió atraída por otras disciplinas. Con 18 años se traslada a Sevilla, fue el punto de partida hacia un nuevo camino.
En Sevilla entra en el Tablao Los Gallos y sigue completando su desarrollo en el flamenco, además de buscar el acercamiento a otras disciplinas dancísticas que no tenía en Granada. Conoce a Rubén Olmo y entra a formar parte de su compañía. A partir de ahí fue formando parte de proyectos que le permitieron seguir desarrollándose: espectáculo de Carlos Saura «Flamenco Hoy», dirigido por Rafael Estévez y Valeriano Paños, donde baila como solista por primera vez; conoce a Arcángel y empieza a bailar en sus espectáculos; Belén Maya la invita a formar parte del Homenaje a Mario Maya; entra a formar parte del Ballet Flamenco de Andalucía como solista. Su carrera como bailaora ya era una realidad. En 2012 es galardonada con el Giraldillo Artista Revelación en la Bienal de Sevilla, donde actúa junto a Arcángel.
Catedral y Distopía, son sus últimas producciones. Dirigida la primera producción por Juan Dolores Caballero, se estrena en el Teatro Lope de Vega en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla 2016, donde recibe el Giraldillo al Mejor Espectáculo (y dos nominaciones a los Premios Max, incluido Mejor Intérprete Femenina de Danza). “En este espectáculo mi baile se ha transformado de manera natural. ‘Catedral’ ha sido esa liberación profesional y personal que necesitaba para poder romper con los códigos flamencos y encontrar un lenguaje personal”, afirma Patricia Guerrero.
Entrando en un terreno algo más personal, Patricia Guerrero comenta que la mejor hora del día para ella son las once de la noche. Tenía muy claro desde pequeña que quería ser bailaora. La Barbies es el juguete de la infancia que recuerda con más cariño. Mario Maya fue quien le dio la primera oportunidad. En una fiesta de carnaval se disfrazaría de Blancanieves. Cuando se encuentra sola delante de un espejo lo que hace es bailar y cantar. Del rasgo físico del que se siente más orgullosa es de su culo (risas). Recuerda que los momentos en los que ha sentido más vergüenza son cuando se ha caído en escena mientras bailaba. Su canción preferida es Tierra Bendita, de Dani de Morón. Tiene miedo a la pérdida del momento, a perder el presente, lo que tiene en el momento. Sería capaz de mentir por un amigo, o por el amor. Los nervios los puede perder por la pasión. A los hombres les envidia su fuerza física. El hecho de la historia de la humanidad que le causa más admiración son los relacionados con activistas. Y el que le produce mayor rechazo es todo lo relacionado con el holocausto nazi, y las dictaduras horribles ocurridas en el mundo. El hecho tecnológico que más le cuesta entender es la aviación, porqué vuelan y despegan los aviones. Nunca se ha planteado cuál es su infierno particular. La película de la que le hubiera gustado ser protagonista es Titanic. Pasaría una noche con su novio.