El Ballet Flamenco de Andalucía, embajador del flamenco en los cinco continentes, ofrece con esta producción un acercamiento al programa que este genio de la danza, junto a Rosario, ofrecieron aquella noche mágica en Granada. Por ello, las coreografías que se presentan rememoran, tras una intensa labor de investigación -continuando la línea de recuperación y conservación de la compañía institucional- aquel mítico cartel con el que Antonio actuó en 1952. En su honor, el BFA interpreta coreografías de escuela bolera y danza estilizada, bailes que no suelen figurar en sus programas. Con todo ello, busca transmitir el más intenso agradecimiento y la profunda admiración que por él sienten.
Antonio Ruiz Soler tenía 30 años —cumpliría 31 en noviembre— cuando actuaba en la inauguración del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Fue el 16 y 17 de junio de 1952, en la primera edición de este festival que celebra su 70 aniversario; el escenario, el Patio de los Aljibes.
Y allí estaba Antonio, esbelto, firme, seguro, con su talle de espingarda y su estilo dancístico tan personal, tan único. Sin saberlo, Antonio estaba dando unos pasos de baile que, con el tiempo, compondrían un legado tan rico y tan variado que, en la actualidad, se sigue interpretando sin haber perdido un ápice de frescura. Antonio se sabría innovador, pero quizá no pasaría por su imaginación que hoy, cien años después de su nacimiento, seguiría siendo considerado un transgresor y hasta un revolucionario de la danza y el baile flamenco y un embajador de excelencia de este arte en todo el mundo.
En paralelo, el espacio escénico acogerá del 16 de septiembre al 10 de octubre la exposición ‘Jondo. Sonidos maquínicos’, comisariada por Javier Bermúdez y que contará con la participación de los artistas plásticos María Cañas, Miguel Ángel Tornero, Miguel Fructuoso y María Sánchez, José Miguel Pereñiguez, Alegría y Piñero y Cristina Mejías, además de José Val del Omar.