La propia caída del mercado inmobiliario dio pie a una nueva fase del capitalismo financiero, centrado una vez más en un derecho básico de las personas: la vivienda. Pero las normas han cambiado. Y con esto se ha expandido un fenómeno, que aunque ya existía, ahora se ha vuelto más voraz y agresivo: la destrucción del territorio y la transformación del mismo sobre la base de su rendimiento económico. Esto es, turistificación, gentrificación, expulsión de vecinos y vecinas de sus casas y barrios, y el sacrificio de parajes naturales y rurales bajo la apisonadora del falso ídolo: el progreso o, lo que es lo mismo, la rentabilidad, el negocio.
A través de textos ácidos, en Ingovernables se crean situaciones hilarantes que retuercen la muesca de cinismo que impera en el mercado. A través del movimiento y la danza política, se representan los flujos de personas que pierden su medio de vida, su vivienda y su dignidad; la precarización narrada a través de los ojos de las que la sufren y también a través de los ojos de los que obtienen beneficios a su costa.
Esta obra llega para poner serias dudas sobre la mesa, cuestionarnos el por qué y tomar conciencia que somos muchas, que quizá en el fondo no están tan seguros sobre sus torres de marfil. Sólo tal vez. Para plantearnos que tal vez, y sólo tal vez, aún tenemos las fuerzas para dar guerra.
Envuelta en el ritmo trepidante de trompetas, sintetizadores y sonidos de excavadora, la música en directo trepa el espacio escénico. Siete intérpretes en escena defendiendo las palabras y los gestos que acompañan al movimiento.
Sobre Atirohecho
Atirohecho es un artefacto escénico de Carla Chillida y Elías Taño que echó a andar a principios de 2011. Es un proyecto sencillo y pequeño a través del cual articular una nueva escena constituyente. Yarima Osuna y Margarida Mateos completan la milicia. En Atirohecho rescatamos la aproximación y el interés hacia los trabajadores, hacia los protagonistas de la historia. Ya sea en la Guerra Civil o en el 15-M, como sucedía en Ladran, luego cabalgamos o en la sociedad chilena del 73 en Donde las papas queman.