El propio Vallejo y Javier Monzón interpretan esta pieza de danza contemporánea que plasma el descubrimiento de que el ser humano es pura naturaleza cambiante.
La obra indaga en cómo el entorno y el territorio influyen en el desarrollo personal y cómo cambiar de ambiente, a veces de forma forzada, a veces por decisión propia, repercute en la persona y en su forma de expresarse frente al mundo y con esto a su movimiento, de manera que el retorno a la “tierra” se siente como algo ajeno e irreconocible.
Desde su fundación en 2019, la compañía de Eduardo Vallejo ha creado seis montajes, tres de larga duración (No Time to Rage, 2019; The Holy Trinity, 2020, y Mother tongue) y tres breves (Indulgence, 2019; Doppelgänger, 2020, y Time X, 2021).
Ogmia y Eduardo Vallejo se posicionan dentro de la escena nacional e internacional con una mirada personal que deviene en un trabajo de autor.
La obra de Eduardo Vallejo cobra una fuerza formal y poética que se traduce en un estilo inconfundible, sin pretender ser otra cosa que una manifestación del realismo que interpreta a través de su propia decodificación del movimiento. En cada una de sus obras hay un pacto arcano en el que la necesidad se transforma en supervivencia y el movimiento pasa a supeditarse a las necesidades del alma.
Ogmia y Eduardo Vallejo han participado en festivales como el Festival Internacional Danza Xixon, Tanztheatre International, Festival Abril en Danza, Masdanza Festival Internacional de Danza de Canarias, Danza en la Villa, Festiwal Teatr i Tanca Zawirowania, Gdansk Festiwal Tanca, entre otros.
Eduardo Vallejo rompe el academicismo predominante en la danza para retratar una sociedad divergente. Sus temas recurrentes son, y seguirán siendo, determinantes en su trayectoria, como, por ejemplo, la crítica política y social, roles de género, relaciones interpersonales y sus consecuencias o conceptos adheridos a periodos concretos de la historia.