¿Qué es El Gran Gatsby?
El Gran Gatsby es una obra inmersiva que estamos haciendo ahora mismo en el Hotel Ritz de Madrid. Tiene muchos misterios. La gente interviene también dentro de lo que es la obra. Son parte del elenco, por decirlo de alguna manera.
El Gran Gatsby, para quien conozca la película y la novela, su protagonista es una persona muy importante, con un nivel adquisitivo muy alto, y está enamorado de una persona que hace años que no ve. Todas estas fiestas que organiza en su lujosa mansión son por ver si en algún momento esta persona aparece por allí. El momento en el que se desarrolla la obra todo el mundo es testigo de si entra esta persona en escena. Aunque parezca que estoy haciendo un poco de spoiler.
¿Cuál es el personaje que usted interpreta? Además, es la encargada de abrir el espectáculo central con una canción…
Yo soy Babe Capone. Es un personaje digamos “nuevo” porque no existe un personaje como tal en la novela. Hay personajes a los que no se les da tanta importancia como aquí. Este personaje, Babe, es la mano derecha de Gatsby. Ella trabaja en la casa de Gatsby y anima estas fiestas. Tiene un doble roll dentro de la trama, porque es la persona que se entera de todo, un poco la que está jugando en dos bandos, la que integra al público dentro de la obra, a los invitados a casa de Gatsby, y la que informa a Gatsby de todos los temas truculentos que hay.
Babe es una artista, pero es una tía lista. Ese doble roll para mí es muy divertido de hacer porque juego mucho todo el tiempo. Improviso mucho, estoy más en contacto con el público que otros personajes. Es muy divertido porque los invitados dan mucho juego. Todo te alimenta para que el personaje cobre más vida dentro de la obra después. He conectado muy bien con Babe.
Lleva todo el peso vocal de la acción. Todo el peso vocal recae sobre este personaje. ¿Se siente cómoda?
Me siento comodísima (risas). No hay género musical en el que me sienta más cómoda. Parece que venía a mi medida. Es verdad que estoy acostumbrada a cantar repertorio de cualquier estilo, pero este me gusta mucho, el jazz, la música de esta época me gusta muchísimo. El hecho de interpretarla me hace estar muy libre. Aquí estoy como a mi “rollo”.
¿Cómo es la experiencia? Hay personajes que reciben al público, otros salen en el transcurso de la trama. Su personaje está desde el principio. ¿Cómo es el proceso hasta que el público se sienta en la mesa a degustar la cena?
Cuando el público comienza a llegar nosotros ya estamos más que preparados para quien pueda aparecer. Es verdad que la gente va llegando poco a poco y no llegan todos a la vez. En la entrada hay un personaje que les va diciendo donde tienen que ir, el primer lugar donde tienen que ir. Se encontrarán con Nick y él les dirá dónde tienen que ir. Hay una sala secreta. Está también la habitación de Gatsby donde los vips pueden entrar. Cuando llegan al salón, lo que es la fiesta, ya han pasado por otros sitios donde han conocido a otros personajes. En el salón comienza el momento de “juerga”, de desmelenarse. Al principio los invitados llegan un poco tímidos. Hay gente que está muy dispuesta a meterse en la trama, e incluso se inventan su propio personaje, siendo bastante divertido. Sin embargo, a otros les vence la timidez e intentan aterrizar como pueden.
Antes de que el público llegue nosotros ya hemos hecho un trabajo previo de meternos en el personaje, de conectar con eso, hasta el final de la obra. Después de los saludos incluso nos cuesta desconectar, porque seguimos en el salón compartiendo con el público la experiencia. Son muchas horas conectado a un mismo personaje.
Me ha hablado de una habitación secreta, ¿qué hay en ella?
Bueno, no sé si te puedo contestar a esto. Sería un poco top secret para la gente que quisiera ir. Si la gente accede a estos sitios van a encontrar la antesala de lo que puede suceder después en la trama durante la cena. Se ubica a los invitados, a quién van a ver, quiénes son estas personas, por qué están aquí… hacerles pensar. Pretendemos jugar con el misterio porque tampoco se desvela nada.
Cuando hablamos con los invitados siempre les preguntamos: “¿Habéis conocido a alguien? ¿Le habéis visto?” Y ellos preguntan, quién era, cómo iba vestido… y este tipo de preguntas y respuestas nos conectan con el público. Algunos se integran y te llegan a contar algún que otro cotilleo. Les haces sentir importantes, porque ellos también son parte de la obra.
Todo está muy bien ambientado. Vestuario, música…
Yo creo que sí. El vestuario es todo idea de Jessica, también actriz interpretando a Myrtel Wilson. Ella lo tenía todo muy bien pensado. La ubicación y el lugar también ayuda mucho. Hemos ensayado durante mucho tiempo, pero es cierto que cuando ya te ves vestido, peinado y maquillado, entras muy fácilmente en situación, esto funciona.
Es todo música en directo, ¿verdad?
La voz es en directo y mi compañera Carla Moro toca el violín y el piano. Es una músico jovencísima, pero es una “crack” y con un talento impresionante. Ella es la que me acompaña.
Permítame que nos detengamos en su trayectoria profesional por un momento, ¿qué ha hecho Beatriz Villar durante estos últimos años?
Quizá haya sido como una montaña rusa. Para los actores que llevamos tiempo en esto sabemos de lo que hablo. Soy una persona que nunca me he dejado de formar. Todo lo que he ido haciendo y he ido estudiando me ha ido alimentado para desarrollarme un poco mejor como actriz, como cantante. Entre mis últimos trabajos he hecho musicales. Podría destacar Pinocho, en el Nuevo Teatro Alcalá, Viva Broadway, Nine…
Son musicales variopintos. Me han dado la posibilidad de interpretar roles muy diferentes. Esto te hace crecer sobre las tablas. El estar en constante conexión con el escenario te hace estar muy presente. He trabajado con otros artistas, formo parte de los coros de Fangoria desde hace unos años. Mi trayectoria siempre ha tenido que ver mucho con la música porque al final siempre está muy presente en mi vida, y la interpretación en el teatro, en las tablas.
¿Qué le lleva a dedicarse a este mundo? ¿Ve cualidades en sí misma o las ven por usted?
Fue muy curioso, es lo típico que te viene de familia. Me imagino que algo tendrá que ver. Mi madre era muy artista, aunque no se dedicó profesionalmente, pero mi padre sí, era director de coro y de orquesta. Esa vena artística me imagino que viene por ahí. Pero fue un descubrimiento total, digamos que una bombilla que se me encendió un día viendo un programa de televisión titulado Menudas Estrellas. Yo no era una niña muy extrovertida, pero también sabía que no era demasiado introvertida. Donde yo perdía siempre la vergüenza era cantando. Me acuerdo que llamé a ese programa a escondidas de mis padres, y me llamaron para hacer un casting. Mi madre me apoyaba en todo esto. Me llevó sin saber dónde nos metíamos. Me cogieron y actué en ese programa. Tenía 10 años recién cumplidos y era la primera vez que me subía a un escenario. Me acuerdo de cómo se abría la puerta, llena de humo y empecé a cantar. Esa sensación todavía la recuerdo. Fue tan única que pensé que quería esto y más y más veces (risas). Me picó el gusanillo y ya empecé ahí. De pequeña jugué un poco con esta ilusión, sin pensar en el futuro. A medida que fui creciendo me di cuenta de que era esto lo que me llenaba y que no había más. Fue una revelación desde muy pequeña.
Después del Gran Gatsby, ¿hay algún proyecto encima de la mesa?
De momento todo está por venir. Sí que es verdad que yo sigo trabajando en proyectos diferentes, pero ahora no puedo desvelar más. No hay nada externo, pero sí es verdad que yo sigo trabajando en mis cosas. No se sabe nunca lo que podrá venir. Como artista vivo el presente y es lo mejor que uno puede hacer. Con vistas de que pueda pasar algo pronto, siempre.
¿Qué sensación tiene el público que se acerca a vivir la experiencia en el Hotel Ritz?
Yo creo que la gente, cuando tenemos la oportunidad de hablar con ellos tras la función, quedan encantados y se preguntan qué ha pasado. Ha sido muy emocionante sobre todo porque el primer acto va dando poco a poco información, pero el segundo acto es muy explosivo. No se esperan llegar a ese punto. Me gusta ver las caras del público al finalizar, tener la oportunidad como artista de compartir con ellos impresiones. No es terminar una obra, te metes en el camerino, te cambias y te vas. Aquí terminamos con ellos porque ellos también son parte de la obra. Terminamos bailando la coreografía que se han aprendido al principio, un charleston improvisado. Se divierten mucho. Es bonito vivirlo. A la gente le gusta.
¿Por qué recomendaría usted esta experiencia donde entran en juego nuestros cinco sentidos?
Sobre todo, porque al principio yo me preguntaba lo mismo. No sabía cómo el público podía estar alerta durante tres horas. Es posible que la gente se vaya encantada, que la gente disfrute. Lo recomiendo, sobre todo, porque es una experiencia especial, diferente. Estás sumergido dentro de la obra desde el comienzo, desde que entras por la puerta del Ritz. Es algo diferente. También es verdad que estás degustando una cena, bebiendo, impregnado del ambiente, dentro de que es algo bastante especial que no se ofrece, digamos, en otro tipo de teatro. Es otra forma de ver teatro. La entrada es cara, pero es un momento que, si tienes la oportunidad, hay que vivirlo. Es otra manera de vivir el teatro. Es otra manera, también, de vivir el arte. El arte no tiene por qué estar separado del público siempre. El público puede formar parte de esto. Igual que da vueltas la vida también las producciones de teatro necesitan más cosas nuevas. Después de haber vivido una pandemia y haber estado encerrados tanto tiempo la gente quiere experiencias nuevas. Sería una ocasión muy especial, si se tienen ganas, claro.