La Sala Verde de Teatros del Canal acoge del jueves al sábado este montaje de la compañía Louis Brouillard que plantea un teatro visual y a la vez íntimo y espectacular
La obra, que se representa en francés con sobretítulos en español, aborda la construcción del yo en la adolescencia y la influencia de las máquinas humanoides
Cuenta Jöel Pommerat que el punto de partida de Cuentos y leyendas fue la infancia como un tiempo de construcción del yo, de autofabricación de la persona. E imaginó qué sucedería si durante ese proceso los niños que viven la adolescencia coexistieran con robots. Así que elaboró una serie de historias, situadas en una sociedad futura, donde los niños y robots se encuentran.
Más que una obra sobre los peligros o el progreso de robótica, Cuentos y leyendas explora la manera en que afecta a las personas las relaciones entre estos dos diferentes modos de existencia y verdad, con los robots integrados en las vidas cotidianas de los humanos, a través de una constelación de momentos sensibles y divertidos.
La idea de cómo los seres artificiales podrían revelar o modificar nuestras relaciones y construcciones humanas ya estaba presente en la reescritura que Pommerat hizo de Pinocho en 2008, sobre un títere adolescente rebelde amoldado a la humanidad, según explica Marion Boudier, colaboradora de Jean Pommerat en la compañía Louis Brouillard y responsable de la dramaturgia de la obra.
Esta cuestión de la identidad, añade Brouillard, adquiere en Cuentos y leyendas un aspecto aún más inquietante, que también recuerda a ciertas escenas de Cet enfant (2006) o de La reunification de deux Corées (2012), al confrontar al espectador con la complejidad de nuestras emociones, la ambigüedad de nociones como la autenticidad o la mentira y la persistente violencia de ciertas normas sociales.
Representada en francés con sobretítulos en español, la obra responde a la idea teatral de Pommerat como “autor de espectáculos”. Nacido en Francia en 1963, el dramaturgo plantea un teatro visual que sea a la vez íntimo y espectacular. Para ello cuenta con su propia compañía, con la que estrena sus textos desde que la fundó en 1990. Según afirma, la puesta en escena y el texto se desarrollan al mismo tiempo durante los ensayos.
En 1995 creó Pôles, y en 2004, el Teatro Nacional de Estrasburgo acogió la creación de Au monde, el primer gran éxito de público y crítica de la compañía. Con la trilogía Au monde, D’une seule main (2005) y Les marchands (2006), Pommerat ancló sus piezas más directamente en la realidad y el cuestionamiento de nuestras representaciones.
En 2013 estrenó La reunificación de las dos Coreas, en un espacio bi-frontal donde los espectadores se enfrentaban entre sí. Tres años después presentó Ça ira (1) Fin de Louis, una ficción real inspirada en la Revolución Francesa de 1789.