Los compañeros de profesión de Juan Margallo –reciente Premio Nacional de Teatro– han querido reconocer su valentía y su resistencia sobre las tablas, en las que durante décadas ha brillado como intérprete a un tiempo insumiso y festivo. Las inolvidables interpretaciones del catalán Joan Crosas en el teatro musical, en espectáculos como Los miserables, Chicago o My Fair Lady, tampoco han pasado inadvertidas para el comité de selección de la Fundación AISGE, que ha querido distinguirle con la otra estatuilla anual del Actúa en la categoría de actor.
Durante toda su trayectoria artística, Rafael de Córdova y Sara Lezana han difundido, por escenarios patrios e internacionales, la danza española y el flamenco a los que se consagraron desde muy pequeños. Además, los dos decidieron también adentrarse en la interpretación cinematográfica, una faceta en la que supieron brillar con luz propia.
El palmarés completo de estos XIV Premios Actúa/HazTuAcción es el siguiente:
- Actriz: María Luisa Merlo y Carme Elías
- Actor: Juan Margallo y Joan Crosas
- Nueva Generación: Natalia de Molina y Emilio Palacios
- Actores de Voz: Ana María Simón y José Ángel Juanes
- Danza: Rafael de Córdova y Sara Lezana
- HazTuAcción: RedAIPIS-FAeDS y Fundación 26 de Diciembre
Margallo: sagacidad y resistencia
A Juan Margallo se le acumulan los motivos para sentirse en estos momentos muy satisfecho. Su coherente trayectoria y su compromiso con el arte y la sociedad han sido recientemente distinguidos –junto a los de su inseparable compañera de vida y aventuras, Petra Martínez– con el Premio Nacional de Teatro 2022 que concede anualmente el Ministerio de Cultura y Deporte. Ahora le llega también este Premio Actúa que le otorgan sus compañeros de profesión como reconocimiento a una carrera sagaz y a su resistencia inquebrantable.
Insumiso y festivo a un tiempo, este extremeño incansable inició sus andanzas escénicas a comienzos de los 60, con textos como Dulce pájaro de juventud, Bodas de sangre o El alcalde de Zalamea y en compañías históricas como la del Teatro María Guerrero, la Lope de Vega y la del Teatro Español. Aún hoy no ha perdido su fe en una excelencia escénica en la que ya confiaba cuando deambulaba por toda la geografía española (y no solo) con colectivos independientes como TEI, Tábano o Gayo Vallecano, antes de embarcarse con su mujer en Uroc Teatro, con la que han dejado inolvidables montajes como El retablo de las maravillas, Clown Quijote de la Mancha, El de la triste figura, Clásyclos, Adosados, Cosas nuestras de nosotros mismos o, recientemente, Hasta que el alzhéimer me devore.
A estas alturas sigue hablando de William Layton como de su maestro. Con él hizo la primera versión de Historia del zoo, de Albee, en España, en tiempos en que la censura era el principal enemigo del teatro. Del profesor norteamericano también aprendió que lo importante es mantener un talante positivo, apostar solo por aquello que favorece y ayuda. Y sonreír, porque continúa siendo un hombre muy risueño y divertido.
Con un buen puñado de trabajos para televisión (intervino en el mítico programa infantil Barrio Sésamo) y cine (su primera película fue Los flamencos, en 1966, con Julián Mateos), confiesa que entre sus mejores interpretaciones para el séptimo arte destacaría las de Noviembre, Campeones y Los versos del olvido.
Crosas: música en las tablas
Durante este otoño el actor catalán Joan Crosas cumplirá la mágica y honorable edad de los 75 años, una longeva vida dedicada por entero a la interpretación. Al principio, en el campo musical: tras formarse en el Conservatorio de Música del Gran Teatro del Liceo, desarrolló una intensa y fecunda actividad con las bandas Esquirols –con la que grabó varios discos– o Rialles.
Luego decidió dar el salto al doblaje, una faceta en la que ha sobresalido igualmente como director y como actor de voz, tanto en catalán como en castellano. Ha doblado, entre otros muchos, a estrellas de la talla de Morgan Freeman, Patrick Stewart o Anthony Quinn.
Todas esas experiencias que le sirvieron de base para brillar sobre los escenarios, tanto en teatro de texto –dando vida a personajes creados por Antón Chéjov, Bertolt Brecht, Sam Shepard, Shakespeare, Víctor Hugo, Antonio Gala o Albert Guinovart– como en musicales como Los miserables (del que se han cumplido 30 años de su sonoro éxito en Madrid, donde se estrenó el 16 de septiembre de 1992), Chicago, Sweeney Todd, Germans de sang o My Fair Lady. Por este último recibió el Premio Max de las Artes Escénicas a Mejor Actor de Reparto.
Su carrera cinematográfica registra títulos como Makinavaja, el último choriso; Libertarias, Carmen, Reinas, Tres metros sobre el cielo, Extraños, Águila Roja: la película o Barcelona 1714. En la pequeña pantalla se le ha visto interpretando papeles en Más que amigos, Antivicio, Amar en tiempos revueltos (en el papel de Ramiro Olavide), Acusados, La Riera o Ventdelplà, una telenovela emitida por TV3 durante varios años gracias a su notable acogida.
Lezana: aquel cuerpo de mimbre
Nacida en Madrid en 1948 en el seno de una familia muy humilde, inicia su carrera artística como bailaora de flamenco y debuta a los 12 años en el Teatro Valle Inclán con la Historia de los Tarantos de Alfredo Mañas. En realidad, con 10 años había actuado delante de público, en un festival celebrado en el Parque Móvil. De ella ya se decía entonces que poseía “cuerpo de mimbre, brazos alados y recia fibra en los pies”. A los 14 años se erige en la candidata ideal de Rovira Beleta para formar parte del reparto de Los Tarantos, junto a la inolvidable Carmen Amaya y un jovencísimo Antonio Gades, lo que la conduce a iniciar su carrera como actriz y a tener proyección internacional, pues el filme representó a España en los Óscar de Hollywood.
Su carrera cinematográfica incluyó varios spaghetti western o una aparición destacada en El extraño viaje, de Fernando Fernán Gómez, donde daría muestras de un gran talento interpretativo que volvió a exhibir en La busca, de Angelino Fons. Otros títulos fueron Gringo, Joaquín Murrieta o La Carmen. A finales de los años setenta pone fin a su relación con el cine para dedicarse por entero al flamenco, que en ningún caso había abandonado: ya para entonces había recorrido medio mundo con su propia compañía de danza.
Esta dedicación plena como bailaora la condujo a fundar su propio local, Casa Sara, y a incorporarse a la compañía Ballet Flamenco de Madrid, con la que llevaría a cabo diferentes giras nacionales e internacionales. Entre las coreografías propias que desarrolló destacan España Baila Flamenco, Antología de Danza Española y Flamenco o la Carmen de Bizet. Por lo demás, no ha dejado de impartir clases magistrales y conferencias ilustradas de flamenco.
Hablar de Sara Lezana es hacerlo de una figura indiscutible de la mejor danza española y merecedora de una difusión mucho mayor.
De Córdova: elocuencia en la figura
Rafael de Córdova es una de las figuras más relevantes de la danza española y de la historia del flamenco. Su trabajo como bailarín y coreógrafo ha marcado y revolucionado una de las etapas más brillantes del baile español, como refrendan numerosas distinciones de los más exigentes escenarios y festivales nacionales e internacionales. Además de en España, su trayectoria ha cosechado galardones en EEUU, Francia, Italia, México, Brasil, Grecia, Bélgica, entre otros países.
De padres gallegos, nace en Buenos Aires el primer día de 1937 y con tan solo nueve años viaja a España con una firme vocación por la danza. Formaliza sus estudios con Antonio de Triana y profundiza en ballet clásico e interpretación con Michel Paneiew en Nueva York. En 1965 se presentó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, como bailarín y coreógrafo, y logra un señalado éxito: la crítica se rindió a sus excelentes e impecables técnica e interpretación, su elegancia y estilo varonil, el poderoso zapateado, las líneas de su figura, la cuidada plástica de los brazos y la elocuencia de sus manos y, coreográficamente, su profundidad y espíritu creativo e innovador.
Primera figura, director y coreógrafo de su propia compañía, sus principales éxitos han sido El sombrero de tres picos, con decorados y vestuario de Pablo Picasso, que incluyó a más de 160 bailarines y 40 figurantes en su puesta en escena en las Termas de Caracalla y la Ópera de Roma en 1973; Amor brujo, de Manuel de Falla; Estudio, con música de Isaac Albéniz; o el vanguardista ballet Suite y Carmen, junto a Plácido Domingo, y bajo la dirección de Franco Zeffirelli en el mismísimo teatro de la Ópera de Viena.
Bailarín y coreógrafo tremendamente innovador, también se ha adentrado en el cine con títulos como Amor Brujo (Rovira Veleta), Lola la Piconera (García de la Vega), Cabriola (Mel Ferrer), Entrega inmediata (Miguel M. Delgado, con Cantinflas) o El difunto es un vivo (Juan Lladó).