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Año VIIINúmero 380
25 NOVIEMBRE 2024

Con la poli en los tacones: El golpe musical más glamuroso

Los planes perfectos no existen, o por lo menos no suelen culminarse como en un principio se diseñaron, si no que se lo digan a “El Chapo Guzmán”, a “el Lute” o si prefieren la ficción, a los protagonistas de La casa de papel. Ahora bien, sus tácticas y estrategias son estudiadas y hasta llevadas a las pantallas o escenarios. Si están interesados en conocer a unos genios femeninos del mal, pueden visitar el Teatro Arlequín y estar muy atentos a sus golpes por España en forma de gira.

La productora Opción Teatral, bajo la dramaturgia de Josepote Rodríguez y la dirección de Víctor Páez, nos invitan a conocer a Charlotte (Oskar Frendo), Amber (Josepote Rodríguez) y Kimberly (Pedro Castro) tres «chicas» que tras fracasar en sus experiencias amorosas, unen fuerzas para convertirse en las mejores caza fortunas jamás antes vistas. El protagonista de su gran golpe será Sergey (Adrián M. Parejo / Juan López Bellido), un guapísimo heredero de una gran fortuna, a quien engañarán para compartir piso y ganarse su confianza mediante sus artimañas de seducción para posteriormente hacerse con su dinero. ¿Serán capaces de lograr su objetivo o la sensibilidad y el carisma del joven ruso terminará por robarles el corazón?

Arquímedes decía: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Ahora, ante la eclosión y la popularidad del género musical, podríamos decir: “Dadme un musical y moveré el teatro”. En la vasta y variada cartelera teatral tenemos propuestas por doquier entre originales, clásicos y adaptaciones infantiles y literarias. Como en cualquier disciplina, la clave del éxito está en la especialización, unido a la originalidad, con el objetivo de crear una experiencia única al espectador, y en esta propuesta… vaya si lo crea.  El libreto de Josepote Rodríguez, gracias a la idea original de Pedro Castro, cuenta con un relato atrayente, a la par que absurdo, novedoso y, sobre todo, muy divertido. Su texto recuerda a la “screwball comedy”, o comedia loca, subgénero cinematográfico estadounidense popular durante la Gran Recesión, donde la presencia de un personaje femenino fuerte mantiene una relación con el protagonista centrando la historia. Para ello, con buen criterio, Rodríguez crea un hilo narrativo coherente, unos personajes con rasgos muy definidos, diálogos ágiles, situaciones ridículas y malos entendidos que con el paso de los minutos van aclarándose para provocar una catarsis final, características propias del teatro de lo absurdo. El humor nace de situaciones disparatadas, se nutre de conocidos videos virales de redes sociales y la comicidad se basa en la irracionalidad, y qué hay más disparatado e irracional que tres cazatalentos de serie b en busca de una herencia.

Como pueden observar en el llamativo cartel, otro de los acicates para acudir a esta propuesta es disfrutar del fenómeno drag queen en su máximo apogeo. Este tipo de espectáculos caminan en la senda de la visibilidad y la normalización que ya se está produciendo, pero de la que todavía existen rechazos. Además, que se represente en este conocido teatro y no en eventos específicos, es un punto a favor para que adeptos y novicios puedan disfrutar sin prejuicios. Dicho logro se ve potenciado con la inclusión de una banda sonora con los mejores éxitos de las divas pop de todos los tiempos adaptados al español y con hilarantes y pertinentes cambios de letras que hacen cantar y bailar a todos los presentes. Los números musicales son divertidos, aligeran la representación e incluso hacen salir a los actores del propio marco textual, para reírse de ellos mismos y del propio libreto y conversar con los presentes, lo que aumenta la complicidad y las risas.

Esta buena implementación de técnicas teatrales están bajo la dirección de Víctor Páez, que vuelve a demostrar su solvencia al frente de una obra, como ya lo hizo con No morderás  o Desátame, y es capaz de conceptualizar y plasmar en escena las situaciones inverosímiles y potenciar la carga cómica del libreto. Para ello, incorpora el flashback, parálisis temporales con el uso de apartes y apuesta por un teatro físico contemporáneo para escenificar las mil y una locuras que suceden sobre el escenario. Páez realiza un inteligente aprovechamiento del espacio escénico con aparatosas entradas y salidas y es capaz de transmitir cierto orden entre tanto sinsentido. Este buen trabajo le ha llevado a la nominación de mejor director en los premios Broadway World, junto a la categoría de mejor musical.

Los encargados de dar vida a las ladronas de pacotilla; eso sí, con mucho glamour y brillibrilli, y al cebo soviético, son un cuarteto de actores que sudan la gota gorda y lo dan todo sobre el escenario. Cantan, bailan, ríen, lloran y muchos más verbos de las tres conjugaciones. Su actuación se ve potenciada gracias a un gran trabajo de vestuario y caracterización como el mejor ejemplo de personificación y transformismo.

Las power rangers del crimen cuentan con atributos especiales que no sé si las hacen más fuertes, pero sí más histriónicas y divertidas. Oskar Frendo se viste de Charlotte, como la más experimentada de las tres, y demuestra su fortaleza, seguridad y dominio escénico. Josepote Rodríguez se desdobla de su faceta de dramaturgo y está sensacional dando vida a Amber, la más inocente; desprende dulzura y amor y protagoniza los momentos más cómicos de la representación. Por último, Pedro Castro toma el cuerpo de Kimberly, la seductora del grupo, demostrando su locuacidad y desparpajo y subiendo la temperatura del espectáculo. Por su parte, a Juan López Bellido en sustitución de Adrián M. Parejo, le cuesta encontrar acomodo, pero está correcto en el papel de joven ruso de rasgos apolíneos y de apariencia inocente hasta que pasa a la acción, cambie por completo la historia y ponga, literalmente, todo patas arriba.

La escenografía recrea a la perfección un lujoso y funcional apartamento, centro de la acción, que se complementa con un inteligente uso de la videoescena situada en la parte trasera del escenario. La iluminación, también candidata al mejor diseño, corre a cargo de Juan Barahona y Rubén Palomar, quienes juegan con las intensidades y gamas cromáticas en función del estado de ánimo, incorporan luces estroboscópicas y tiñen de luz y de color a todo el espectáculo.

En Con la poli en los tacones disfrutarán de una comedia musical drag, irreverente, histriónica y muy divertida de la mano de un trío de escándalo teñido de glamour

 

Producción: Opción Teatral Producciones

Dramaturgia: Josepote Rodríguez

Dirección: Víctor Páez

Idea Original: Pedro Castro

Reparto: Oskar Frendo, Pedro Castro, Josepote Rodriguez, Adrián Manuel Parejo

Swing: Carlos Jiménez

Iluminación y sonido: Juan Barahona y Rubén Palomar

 

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