El montaje traza un puente entre la Electra de los grandes poetas griegos y quienes la adaptaron al siglo XX, como Hoffmansthal, Sartre o Müller
Estrenado en el peor año de la pandemia, Elektra.25 ha acumulado 7 galardones, entre otros a mejor espectáculo, dirección o actriz (Silvia Garzón) y 16 candidaturas a los premios Max en dos años consecutivos.
La trayectoria de Atalaya siempre ha estado muy ligada a Madrid, pues ha presentado en el último lustro sus espectáculos en los teatros públicos de Centro Dramático Nacional, Teatro Español, Teatro Clásico Nacional y Fernán Gómez. Atalaya siempre ha contado con una enorme complicidad del público madrileño llegando ahora al quinto teatro público de la ciudad que faltaba en el listado.
En Elektra.25 Atalaya recalca el aspecto de la universalidad del mito a lo largo del tiempo. “Los mitos universales se miden por la capacidad de emocionar en diferentes contextos temporales y geográficos”, señala la compañía. En este sentido Elektra.25 “posee una fuerte carga emotiva debido a que su leit motiv esencial ha perdurado a través de los tiempos: la venganza, que ha sido y sigue siendo el origen de muchos conflictos a lo largo de la historia de la Humanidad. La venganza como origen directo de la violencia-sangre-muerte está presente en primer plano en Elektra por encima de las referencias familiares”.
Atalaya ve en el comienzo de este nuevo milenio procesos de enorme violencia movidos la venganza. Su objetivo al abordar este mito es generar en el público un interrogante en torno a la venganza y al tiempo transmitir al espectador emociones ajenas a las cotidianas. No se trata de contar la historia de Elektra ni de que el espectador se identifique con algún personaje, sino de provocar en el espectador la catarsis que promueva sensaciones que no puede experimentar en ningún otro lugar o evento de la vida cotidiana.
Desde un principio Atalaya optó por el coro como protagonista principal de la puesta en escena. El coro es quien marca, durante la práctica totalidad de la obra, el ritmo y el tono emocional. En este sentido los cánticos étnicos y las coreografías adquieren una potencia por encima de los propios personajes.
La interpretación coral es santo y seña muy reconocible en el lenguaje internacional de Atalaya hasta el punto de no haber necesitado subtítulos en la mayoría de las citas internacionales de los 43 países recorridos, a los que se han sumado recientemente Noruega, Chipre o Portugal y lo hará previsiblemente Irán justo después del paso por Teatros del Canal.