La vigésimo cuarta edición del festival Escena Abierta de Burgos congrega a más de 2.300 espectadores en el Teatro Principal, Fórum Evolución, Cultural Cordón y el monasterio de San Juan
«Estas cifras demuestran que Escena Abierta es un festival consolidado, al que los burgaleses aprecian y lo disfrutan», señala Ignacio de Miguel, técnico de cultura del Ayuntamiento de Burgos y codirector del encuentro, que ve en la «cálida acogida» que ha tenido la programación de este año «un impulso para seguir dando voz a espectáculos y autores arriesgados». En la misma línea se manifiesta otro de los codirectores de la cita, el director de Actividades Culturales de la Universidad de Burgos, Carlos Lozano, para quien la clave del éxito de Escena Abierta, que, el año que viene, alcanzará un cuarto de siglo de vida, radica en «no abandonar nuestros orígenes y servir siempre de escaparate a nuevas dramaturgias y posibilidades escénicas». Para Beatriz Rodríguez, segunda responsable del Área de Cultura e Innovación Educativa de la Fundación Caja de Burgos, tercer pilar de Escena Abierta, «los aforos llenos demuestran el compromiso de los burgaleses con una cita que no sería posible sin el respaldo del público y que demuestra el tirón que la cultura entre la ciudadanía».
Escena Abierta se ha celebrado entre el 13 y el 22 de enero con seis creaciones que, a través de distintos senderos visuales, convergen en su vocación de arrojar luz sobre los invisibles y representar sobre el escenario a personas y colectivos que la sociedad tiende a ignorar. El festival comenzó con la compañía de danza contemporánea 10&10, integrada por Inés Narváez, Mónica Runde y Elisa Sanz, que plantearon en su espectáculo Precipitad@s> una reflexión sobre el tabú del suicidio, un drama que, en el último año, ha batido marcas en España desde que existen registros. Sobre un tema similar indagó la burgalesa Montse Ortiz, codirectora de La Leñera Producciones, que estrenó en Escena Abierta Caer fuera del ser, una pieza de teatro documento sobre la relación entre salud mental, consumo de psicofármacos y capitalismo. El primer fin de semana de la cita acogió también Spoiler Alert (No somos unas youtubers cualquiera), un montaje de la compañía La Lola Boreal sobre las generaciones que han nacido y crecido con Internet y cuyo elenco estaba compuesto por jóvenes de entre quince y veinte años.
Duelo, del artista afincado en Burgos Quique Méndez, alias Jean Philippe Kikolas, fue el segundo de los estrenos absolutos del festival con una propuesta de circo contemporáneo dirigida por Alejandro Britos y coprotagonizada por Fran de Benito que explora la pérdida y la aceptación de la muerte a través de una narración sin diálogos en la que se incluyen técnicas como el trapecio Washington y el lanzamiento de cuchillos. Los madrileños Colectivo Fango trajeron a las tablas burgalesas Tribu, segunda parte de su trilogía sobre la búsqueda de la identidad a través del tiempo, la propuesta más teatral de esta edición y que constituye una exploración del atavismo tribal a través de un grupo de amigos que se reúnen para cenar. Cerró el festival ayer la pieza One Night at the Golden Bar, del malagueño Alberto Cortés, una reflexión musicada sobre la masculinidad y el amor desde una perspectiva queer capaz de conjugar versos de Rilke con canciones de Ana Torroja.
Con estas cifras y estas obras, Escena Abierta ha renovado un año más su propósito de reunir montajes representativos de las dramaturgias más rompedoras y actuales.