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Año VIIINúmero 383
26 DICIEMBRE 2024

Mentiras Inteligentes: El as bajo la manga de la alta comedia del engaño

Piadosas, mentirijillas, medias verdades; eufemismos, al fin y al cabo, para ocultar lo que no queremos que otros conozcan. Seamos sinceros, decir la verdad no siempre es fácil. Algunos la encubren sin dificultad y a otros se les ve a la legua. A quien resulta muy complicado de engañar es a una madre, su sexto sentido es un radar para las mentiras. Si quieren ver un ejemplo práctico, les emplazo a visitar el Teatro Maravillas. Esto, créanme, va en serio.

El texto del dramaturgo norteamericano Joe DiPietro (ganador del Tony por el musical Memphis) gracias a la producción de Jesús Cisneros y a la dirección de Raquel Pérez, nos invita a conocer a Alicia (María Luisa Merlo), una madre observadora que rápidamente detecta algo inusual cuando su esposo Fernando (Juan Jesús Valverde) regresa preocupado de un partido de tenis con su hijo. A partir de este momento, la historia se convierte en una emocionante búsqueda de la verdad, con Alicia decidida a descubrir lo que está sucediendo. Con el objetivo de indagar, invita a su casa a su hijo, Fer (Jesús Cisneros), y a su nuera, Sonia (Ana Escribano). Mientras Alicia busca la verdad, el caos se desencadenará con una serie de confesiones aún mayores de las que nadie esperaba.

Con los termómetros rozando los cuarenta grados, vale la pena refugiarse en una nueva comedia disparatada de sexo, amor y secretos matrimoniales. El talento de DiPietro para crear diálogos ingeniosos y situaciones cómicas es evidente. La manera en que los personajes interactúan y se revelan secretos ocultos ofrece momentos de risas y tensión en el escenario. No obstante, eché en falta una mayor profundidad en la trama y un conflicto más elaborado y duradero. Dicho lo cual, el relato es ameno, ligero y guarda gran carga de verdad. En lo relativo al contenido, indudablemente, un libreto que aborda el tema de la mentira, la rutina y las infidelidades es un terreno fértil para explorar la complejidad de las relaciones humanas y las emociones más profundas. La obra se convierte en un espejo de la realidad de muchas personas, permitiéndonos reflexionar sobre la importancia de la honestidad y la confianza en nuestras conexiones más íntimas.

El dramaturgo tiene la habilidad de desentrañar la naturaleza humana, mostrando cómo las mentiras pueden tejerse con maestría y cómo, en última instancia, la verdad siempre encuentra su camino para confrontar a los personajes. Este tipo de representaciones nos invita a cuestionar nuestras propias creencias y actitudes hacia la mentira, lo que permite disfrutar de una experiencia teatral cautivadora. Mientras abandonaba el patio de butacas me vino a la mente unas declaraciones del dramaturgo y doctor en filosofía Juan Mayorga que resume muy bien esta representación y su contenido: “El teatro es una mentira que quiere revelar verdades”.

La dirección recae en Raquel Pérez, quien en el programa de mano hace una certera analogía entre la vida y las cartas; pues todos en algún momento hemos sentido la tentación de cambiar nuestras circunstancias y buscar nuevas experiencias que nos llenen de satisfacción. Sin embargo, la búsqueda desenfrenada de «algo más» puede llevarnos a una espiral de insatisfacción perpetua y a la necesidad constante de huir de lo que ya tenemos. Esta directora, con una larga trayectoria como actriz y con una academia de formación, sabe leer muy bien el libreto y le aporta, por un lado, una mayor comicidad. En la propia actuación del elenco, más que en el propio texto, encontramos momentos hilarantes y revulsivos cómicos necesarios para mantener el interés y la atención del público hasta el clímax. Por otra parte, su enfoque sensible y su capacidad para guiar a los actores en la exploración de sus personajes se manifiesta en interpretaciones creíbles. En este sentido, el respetable puede sentirse identificado con algunos de los roles o formas de comportarse de los protagonistas; e incluso empatizar con ellos. Por tanto, la dirección de Pérez propulsa el intrigante juego teatral que invita a la audiencia a cuestionar y reflexionar sobre sus propias elecciones en la vida.

Conformado por un elenco talentoso y experimentado, la magia de esta comedia cobra vida en el escenario gracias a la dedicación y pasión aportada por los dos actores y dos actrices. Todos los caminos de la acción, escrutables al final de la función, nos llevan a poner el foco en la gran Marisa Luisa Merlo. Esta actriz valenciana ha cautivado al público con interpretaciones memorables a lo largo de su carrera, en teatro, cine y series televisivas, consolidándose como una figura icónica de la escena teatral española. Todo ese poderío le hace interpretar, a sus ochenta y un años, con comodidad y firmeza el personaje de Alicia, la matriarca de la familia. En los momentos centrales, Merlo lleva la batuta de la acción y con inteligencia detectivesca y delicadeza consigue que su personaje desarticule los enredos y ponga orden ante tanto quilombo. Quien mejor que una madre de tres hijos, reputados artistas de escena, para llevarlo a cabo. A su lado, casi sin despegarse, Juan Jesús Valverde encarna a Fernando, un hombre tranquilo y fácilmente influenciable por su mujer. Con su notable habilidad actoral, crea una interpretación auténtica y profunda que resalta su versatilidad en el escenario y en la pantalla grande, con más de medio centenar de papeles. En definitiva, ambos son la viva imagen de un matrimonio clásico.

La interpretación de Jesús Cisneros como el hijo en búsqueda de la liberación y juventud destaca por su emotividad y conmovedora entrega. Este actor, participante en conocidas series televisivas, logra un cambio brusco en la manera de actuar, cumpliendo con las exigencias del libreto y dando vida a un personaje sumamente humano. Su capacidad para transformarse en el escenario es impresionante, en los primeros compases de la representación deja canalizar su ira, incomodidad y nerviosismo –no vaya a ser que le pillen in fraganti–, y según pasan los minutos y el conflicto va diluyéndose, nos muestra su lado más amable y conmovedor. Si, al fin y al cabo, esto pasa hasta en las mejores familias. Por su parte, Ana Escribano realiza una destacada y desafiante interpretación en el papel de Sonia, mujer de Fer. Esta actriz –curtida en cine, series televisivas y teatro (a quien tuve la suerte de ver en Muerte en el Nilo)– demuestra su habilidad para transmitir emociones a través de una marcada gestualidad facial y sonidos guturales, aumentando la risa de los espectadores y convirtiendo su actuación en una fuente constante de hilaridad.

Los elementos técnicos y escenográficos nos ayudan a introducirnos en la representación. Anselmo Gervolés, al frente de estos últimos, apuesta de forma inteligente por espacios diáfanos para permitir las entradas y salidas del reparto y recrea a la perfección el salón-comedor de una vivienda y otros momentos donde transcurre la acción, como el interior de un coche. Por último, el diseño de iluminación, a cargo de Francisco Ruíz Ariza, con los respectivos cambios de tonalidad y proyección, y el sonoro, por Raquel Pérez, terminan de crear una atmósfera intimista y propicia para aflorar Mentiras Inteligentes.

 

En Mentiras Inteligentes disfrutarán de una hilarante y conmovedora comedia teatral con una inteligente dirección y sensacional reparto, para reflexionar sobre la búsqueda desenfrenada de la felicidad, la sinceridad en nuestras relaciones y la complejidad de las decisiones que moldean nuestro destino

 

Dramaturgo: Joe DiPietro

Directora: Raquel Pérez

Reparto: María Luisa Merlo, Jesús Cisneros, Juan Jesús Valverde y Ana Escribano.

Producción: Descalzos Producciones

Escenografía: Anselmo Gervolés

Iluminación: Francisco Ruíz Ariza

 

 

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