En un momento en el que se ha creado un clima prebélico con el genocidio de Palestina o la guerra de Ucrania, ¡Ay, Carmela! nos recuerda el horror de las guerras. En este montaje, todo empezó cuando cursaban primero de carrera. Todavía no eran intérpretes profesionales. Pero Paula Iwasaki y Guillermo Serrano escenificaron juntas una escena de ¡Ay, Carmela!, la tragicomedia de José Sanchis Sinisterra que ya es un clásico del teatro en castellano. Lo bordaron de tal manera, hubo tanta química y, sobre todo, se lo pasaron tan bien que se lanzaron (primero) a representar la obra completa, y (después) a montar su compañía Caramba Teatro. “No sabíamos ni lo que era un CIF”, recuerda Paula. “Ha sido muy bonito crecer desde ahí”.
Porque ha pasado una década desde entonces y no han dejado de girar con este texto que Sinisterra escribió con ocasión del cincuenta aniversario de la Guerra Española, y que, pese a esa concreción geográfica y temporal, se ha traducido a múltiples idiomas y se ha representado innumerables veces, con versión cinematográfica (de Carlos Saura) incluida. “Es un texto universal con unos personajes de una profundidad infinita”, analiza Iwasaki. “El culmen de esta experiencia lo vivimos cuando representamos la obra en las ruinas de Belchite, el pueblo donde se ubica la trama y que la guerra destruyó por completo. Sinisterra vino como espectador y participó en el coloquio. Semanas después, nos escribió para contarnos que iba a crear una obra para Guille y para mí: El lugar donde rezan las putas”.
¡Ay, Carmela! cuenta la historia de Carmela y Paulino. Ella es pura garra. Él es más conformista y comedido. Forman un elenco cómico que viaja por los pueblos con el lema ‘Variedades a lo fino’, y se verá forzado a improvisar una velada teatral para el Ejército Nacional. Cómo mantener la dignidad, cómo soportar el horror y la cotidianeidad en plena contienda. Arte, política, personas del teatro que sobrellevan la adversidad. Decisiones y consecuencias, batallas que se pierden antes de que comiencen. De todo eso va ¡Ay, Carmela!, que, con humor y emoción, transita la soledad, el miedo, la injusticia. “Y no solo habla de la Memoria Histórica sino también de la memoria en sí, de la segunda muerte de los personas: qué ocurre si nos falta alguien, qué herramientas ponemos en marcha para recordar”, expresa Paula, que destaca que “Carmela, a diferencia de Paulino, es emocional, no habla de políticas, no usa etiquetas. Defiende la tolerancia, la empatía. Y eso acaba condenándola”.
En su forma y su narración, la obra juega con rupturas temporales que nos trasladan del pasado al presente, para llevarnos, otra vez, de vuelta al pasado. “Como en el texto original, en nuestra propuesta defendemos un espacio escénico vacío, porque basta la palabra y la relación entre estos personajes”, describe Paula. La creación la conecta con diferentes generaciones de artistas. “¡Ay, Carmela! no envejece. Así nos sedujo a nosotras, y así seduce a las personas más jóvenes que vienen a vernos”.
Sobre Grandes Amigos
Aunque el próximo 15 de abril la función será la habitual, entre el público habrá una representación de la Fundación Grandes Amigos: personas mayores en riesgo o situación de soledad que, invitadas de forma solidaria por el Teatro del Barrio, disfrutarán de esta cita cultural junto con personas voluntarias de esta ONG, dedicada desde hace más de 20 años a evitar los efectos de la soledad en la salud de la población mayor y a defender sus derechos.
Para ello Grandes Amigos trabaja en diferentes frentes: creación de vínculos afectivos y de amistad con voluntariado y redes vecinales; programas de acompañamiento afectivo y socialización; trabajo comunitario para detectar y prevenir la soledad; sensibilización sobre la soledad y el edadismo (discriminación por edad); formación; y generación y divulgación de conocimiento mediante estudios propios y externos.
La soledad no deseada ya es uno de los grandes retos del mundo actual y futuro, y especialmente de España, uno de los países más envejecidos del planeta. Es imprescindible que la sociedad en su conjunto tome conciencia de este problema que afecta a todas las franjas de edad, pero cuyos efectos son mucho más dañinos en la vejez.
Todas las personas tienen derecho a envejecer con salud y dignidad. Por eso, en la Fundación Grandes Amigos, además de acompañar cada día a más de 2.000 personas mayores en toda España, realiza esta colaboración solidaria con el Teatro del Barrio para expandir las oportunidades de socialización y envejecimiento activo a quien más lo necesita.