Amantes de la cerámica y del arte en general pudieron disfrutar de esta propuesta innovadora en la Reial Fàbrica de Ceràmica de l’Alcora, sede de esta propuesta comisariada por la artista local Ana Beltrán Porcar. Más de un centenar de personas pudieron disfrutar de este encuentro que acercó a nuestra provincia tres grandes proyectos interdisciplinares de artistas admirables.
La audiencia disfrutó durante toda la tarde, comenzando con la propuesta íntima y cálida de las artistas Verónica Moar y Paula Pintos, quienes con “Entre Cántara e Càntir” rememoraron esos cántaros cerámicos con que las madres de antaño recogían el agua. Las artistas gallegas presentaron una conmovedora propuesta que acercaba, mediante la música y el sonido, la cultura alfarera de Buño y la alcorina. Esta performance estremeció a cada espectador que vibró con la emoción de la voz de Pintos mientras Moar nos hacía sentir la energía del agua, de cargarla y compartirla, una fuente de cuidado y comunidad. Una vuelta a la tradición, a la esencia cerámica, a la esencia del grupo, la humanidad.
Tras disfrutar del recorrido en el interior de la fábrica con las artistas Moar y Pintos y del viaje emocional que nos ofrecieron, los asistentes pudieron explorar el patio de la Reial, donde sucedería la siguiente acción. Alexandra Engelfriet presentó aquí su performance “la Reial” la cual cautivó a la audiencia que quedó hipnotizada con sus movimientos y su ritual cromático, ondulante y vigoroso en el que ella misma se convierte en pintura y pincel. Engelfriet transporta la barbotina mostrándonos las variedades de arcilla de la tierra alcorina mediante sus tonalidades. Nos hace sumergirnos con ella en este baño pesado de materia que se convierte en una única masa con su danza y que genera todavía otra pieza, una obra pictórica sobre un muro. Este trabajo nos habla de la fuerza, del tiempo y su duración, de la introspección con el silencio del público que puede sentir la respiración del artista, la pesadez de las ropas bañadas en barro. También nos ayuda a pensar sobre el paso del tiempo, con este ritual repetitivo, con esa pieza que queda de forma permanente y que vemos cuartearse y deshacerse.
Tras un intervalo amenizado por “10 minuts”, en el que cada asistente pudo intercambiar opiniones sobre el ciclo y sobre todo, tener un tiempo para asimilar de las experiencias vivenciadas compartiendo impresiones entre artistas, asistentes y organizadores, se retomó la acción con la propuesta escénica de las Chicas del Barro.
Tanit Mora e Irene Fernández despertaron las carcajadas del público en un primer momento, para llevarnos a la reflexión sobre la crítica estética que se hace sobre nuestros cuerpos a continuación. En “Cos(i)ficades”, las Chicas del Barro, nos hablaron de la moda, de la presión que tenemos para gustar, del canon estético y nos hicieron cuestionarnos hasta qué punto esto nos afecta. Mediante la acción circense, la narrativa y las sonrisas, nos mostraron otra forma de performance con la que se cerró esta primera edición del ciclo Terra Ceràmica.
El museo de la cerámica de Alcora, gestiona este proyecto dentro del “Maig Ceràmic 2024” con Eladi Grangel como director y quien apuesta por traer la vanguardia artística cerámica a esta ciudad proporcionando el equilibrio entre la recuperación histórica con propuestas como la restauración de la Reial Fábrica y la contemporaneidad con proyectos como Terra Ceràmica. El equipo del museo con Inés Peris y Tere Artero aportan todo lo que una propuesta así necesita, materiales, seguimiento y refuerzo. Para hacer posible una propuesta de esta magnitud también colabora el ayuntamiento de la ciudad haciendo que este ciclo haya podido tomar cuerpo para el disfrute de la población y asistentes, entre quienes cabe destacar la presencia del cónsul de Holanda en Valencia, Daan Hirs, que disfrutó de todo el evento y pudo compartir con su compatriota, la artista Alexandra Engelfriet este momento de acompañamiento cultural.
Beltrán Porcar, propuso estas tres acciones, con gran diversidad, para dar apertura a un ciclo con vocación de permanencia. Tres acciones que mostraban la pluralidad de la performance y la fuerza de la cerámica que se expande desde su trabajo manual, utilitario, escultórico, artístico aportando con ella también el movimiento, la reflexión y la empatía que la corporalidad le aportan. El comisariado de este festival, parte desde el interés de su comisaria, Ana Beltrán, en la colaboración y la ruptura de obstáculos para aunar ideas presentando una propuesta comunicativa que pueda acercarse a cualquier tipo de audiencia.
Con el ciclo, mostró una visión amplia de la performance con tres propuestas muy diferentes entre sí: “Entre Cántaro y Càntir” de Moar y Pintos es un proyecto cercano, poético, de una belleza calmada y de gran sutilidad, evocando a la relación entre culturas. La performance de Engelfriet nos acerca a la contemporaneidad más conceptual, una propuesta que va a la sensibilidad profunda de la artista, que parte de las entrañas y de las sensaciones del movimiento y de la materia. “Cos(i)ficades” por su parte, de las Chicas del Barro aporta una puesta en escena más teatral, con un discurso que se transmite mediante el desafío corporal de la acrobacia. Todas ellas, mostrando la posibilidad del barro, de la cerámica, de la tierra, de unificar la materia con el cuerpo, el movimiento y la acción para generar piezas artísticas que nos lleven a la emoción, a la reflexión y a compartir, desde el arte, nuestras realidades.
Al mismo tiempo que se busca esta amplitud formal y conceptual que puede ofrecer el arte de performance, Terra Ceràmica también contiene una gran especificidad que lo acerca a la cultura local. El crear el ciclo como un proyecto muy vinculado a la tradición cerámica, fomentando esta comunión con la tierra y con lo local, promueve el acercamiento del arte contemporáneo a la raíz de lo íntimo y tradicional para desarrollar una propuesta para todos los públicos, cercana y atractiva con intención de seguir creciendo en futuras ediciones.