Considerado uno de los impulsores del renacimiento del jazz en su país, con Perceive its beauty, acknowledge its grace, que interpreta el 29 de octubre en la Sala Verde, da un nuevo impulso a su carrera
El disco fue grabado durante 6 días en el legendario estudio Rudy Van Gelder, donde se gestaron obras clásicas como Kind of blue de Miles Davis y A love supreme de John Coltrane
Nacido en Londres, Shabaka Hutchings pasó gran parte de su infancia en Barbados. De 2004 a 2008 estudió clarinete en la Guildhall School of Music y tocó en grupos de calipso, practicando sobre ritmos de hip hop de artistas como Nas, así como la música nativa de Barbados. Ha grabado y realizado giras con bandas como la Mulatu Astatke and the Heliocentrics, Soweto Kinch, Floating Points y Courtney Pine. Además de formar parte de la London Improvisers Orchestra, ha compuesto piezas para la BBC Concert Orchestra, la London Sinfonietta y el Ligeti Quartet, y ha interpretado el Concierto para clarinete de Copland con la BBC National Orchestra of Wales, la Britten Sinfonietta y la Knoxville Symphony Orchestra.
En los últimos diez años ha trabajado fundamentalmente con tres bandas: Sons of Kemet, The comet is coming y Shabaka and the ancestors. Con ellas ha cultivado una música de fusión afrocaribeña, la procedente de clubes de baile de Londres y la de la tradición del jazz sudafricano.
De modo que, aunque Shabaka Hutchings es una voz pionera en el renacimiento del jazz británico, su trabajo trasciende las nociones convencionales del género y se nutre de amplias influencias culturales.
Con Perceive its beauty, acknowledge its grace ha impreso un giro en su carrera, que representa, sin embargo, según el propio Hutchings “un regreso a los orígenes”. Lo ha creado tras su álbum en solitario Afrikan culture, una obra centrada en una flauta característica del este de Asia, el shakuhachi, del que él es un gran experto.
Perceive its beauty, acknowledge its grace fue grabado durante 6 días en el legendario estudio Rudy Van Gelder, donde se gestaron discos clásicos como Kind of blue de Miles Davis y A love supreme de John Coltrane, que hoy forman parte del canon del jazz. “Tocamos sin auriculares ni separación en la habitación”, ha recordado el músico británico, quien perseguía capturar esa atmósfera especial que se alcanza cuando un grupo de músicos tocan juntos durante un tiempo.
Para ello había invitado a artistas que había “conocido y admirado en los últimos años de gira por Estados Unidos, y todos dijeron que sí”. Entre ellos figuraban el percusionista Carlos Niño y la bajista Esperanza Spalding y vocalistas como Saul Williams y Lianne La Havas. A partir del material grabado, el artista británico trabajó en la producción del álbum.
Una de las principales aportaciones de esta obra es el sonido de la flauta, de una variedad de flautas, entre ellas, la citada shakuhachi japonesa, que comenzó a tocar en 2020 durante la pandemia. Así fue sumando a su arsenal instrumental flautas como las zumbadoras mayas de Teotihuacan, los pífanos brasileños, flautas nativas americanas, svires eslavos y quenas sudamericanas, cuyos sonidos le han conducido a un concepto musical propio.
“Las ambiciones de Shabaka van más allá del género, pero sigue siendo un músico de jazz”, señaló el crítico Evan Haga en la revista musical Spin acerca de este sorprendente disco.