Se trata de una sorprendente propuesta escénica a medio camino entre la instalación artística y el espectáculo audiovisual, en la línea habitual de Cabosanroque pero incorporando en esta ocasión un importante contenido textual
El espectador recorre física y sensorialmente el espacio escénico convirtiéndose en parte fundamental del montaje
Los Diálogos contemporáneos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico es un ciclo especial una apuesta por la capacidad de nuestros clásicos de influir en la creación contemporánea y simultáneamente por la capacidad de la creación contemporánea de iluminar aspectos quizá poco conocidos de nuestros clásicos. De esta manera, se brinda la posibilidad de que creadores de la actualidad ofrezcan piezas originales que dialoguen desde la contemporaneidad con nuestro legado clásico, en este caso con El gran teatro del mundo de Calderón de la Barca, obra dirigida por Lluís Homar y actualmente representándose en la sala principal del Teatro de la Comedia.
Naturaleza y artificio
El diálogo que propone El castor que lloraba pone el foco de atención sobre dos conceptos claves, la naturaleza y el artificio. Es una invitación a reflexionar sobre el papel del ser humano en un mundo cambiante donde “realidad” y “representación” se entrelazan, expandiendo la alegoría de Calderón hasta nuestro presente abordando también la emergencia climática.
Como Cabosanroque explica « La investigación alrededor del tema de la naturaleza y el artificio nos acompaña desde hace más de diez años, con el sonido siempre situado en el foco, en el centro. Y si hay una manera recurrente en nuestro trabajo, es que el modo en que explicas algo (el cómo) ya sea aquello que explicas (el qué), así es que con nuestras manos (es decir, por la vía de mecanismos) decidimos construir el sonido de estas grabaciones lo más imitadas que pudimos. Y esta vez el sonido está tan en el centro que ha acabado escondido dentro de los carros de los autos sacramentales. Ya no hay más naturaleza. Hoy todo es artificio.”
La puesta en escena
La propuesta escénica trabaja con dos obras diferentes que se superponen: la que sucede dentro de las cuatro cajas, con un grupo de espectadores sobre el escenario, y la que escucha otro grupo desde platea a través de auriculares. Los hombres, tal y como decidió Calderón, serán espectadores y personajes a la vez. A media obra, los papeles se intercambiarán.
Palabra, imagen y sonido están desencajados, y el espectador no podrá resolver la fricción entre naturaleza y artificio hasta que haya completado los dos papeles diferentes.
“Todo lo que antes sólo había creado el autor vinisteis a hacerlo ahora los hombres con vuestras manos” concluye Roger Aixut.
Sinopsis
Casi 400 años más tarde, vuelven a llegar al escenario los cuatro carros que cargaban las escenografías de El gran teatro del mundo.
Dentro llevan, como antaño, pedazos de naturaleza y artefactos de magia escénica, peñascos y montes que se convierten en grutas, escenarios y maquinaria como los descritos por Calderón de la Barca en las memorias de apariencias de cada auto sacramental.
El mundo sigue siendo un gran teatro, y así va a ser representado, a través de un juego teatral, pero sus personajes ya no son los mismos. Estamos en tiempos del Antropoceno, la naturaleza agoniza, hemos leído a Nietzsche, y el Autor, el Mundo y los hombres han cambiado de manera irreversible.
Cabosanroque sigue investigando sobre el formato teatral y cuestionando la relación del espectador con el escenario, esta vez reinterpretando el artefacto teatral de El gran teatro del mundo, en el que el teatro y el escenario son alegoría de la vida.
Cabosanroque, una compañía única
El montaje, concepto, creación, dramaturgia, diseño de sonido, composición, escenografía y dirección corren a cargo de Cabosanroque, una compañía que se ha convertido en todo un referente a nivel nacional e internacional. A lo largo de los últimos quince años han conseguido un discurso estético único y reconocible basado, fundamentalmente, en la confluencia de disciplinas como la música, el arte sonoro, lo audiovisual y una mezcla única de tecnología y elementos mecánicos e industriales concebidos y fabricados por ellos mismos.
Todo su trabajo se desarrolla alrededor del sonido y sus capacidades performativas, con intervenciones que renuevan el espacio de exhibición y los formatos. También retan al espectador a la hora de habitar este espacio, físico, temporal y conceptual; sonoro y visual. Les interesa el artificio y su relación con los humanos.
Un montaje que establece tensiones entre disciplinas como la música, el teatro, las artes visuales y el sonido para abrir márgenes, espacios en conflicto. Su formación académica en distintos ámbitos (música, ingeniería industrial y arquitectura) les lleva a utilizar la tecnología en todas sus obras, siempre entendida como herramienta, como medio y no como estética, en un proceso continuo de investigación.
Completan el equipo artístico de El castor que lloraba Julià Carboneras Girga, responsable del desarrollo tecnológico; Pere Jou, quien firma la interpretación musical; Cabosanroque y Kike Blanco que han apostado por una construcción de “naturaleza y artificio”; i Frau Recerques Visuals en Imágenes; y las voces en off de Mónica López y David Climent que dan vida a los actores.
Del 31 de octubre al 17 de noviembre de 2024
Dos pases: A las 18h. y a las 19h.
Duración: 50 min. aprox.
Aforo sala: 32 personas