Del 16 de enero al 1 de febrero 2025, de jueves a sábado a las 20h30
Una mujer octogenaria acepta tener una entrevista con el preso de ETA arrepentido que mató su hijo en uno de los llamados encuentros restaurativos que comenzaron en Nanclares de Oca en 2011. Durante la conversación, que alterna la serenidad, los flashbacks, e incluso el buen humor con una tensión y un dolor a veces difíciles de soportar, se van desgranando muchos de los temas esenciales de estos años en que ETA ocasionó más de ochocientos muertos rompiendo miles de familias.
Pero también, durante este diálogo plagado de silencios y preguntas sin respuesta, la mirada se va a ir hacia la represión franquista, que arrebató la vida del padre de la anciana ochenta años antes y provocó una dictadura de casi cuarenta años y dejo más de cien mil desaparecidos por todo el país.
Nuestros muertos es una conversación, un diálogo. Poco más. Un encuentro entre dos personas unidas por un vínculo terrible: el asesinato de un hijo. La mirada que nos atraviesa es, por un lado, la mirada de quién accionó el detonador y, por otro, la de la madre que escucha. Hay silencios difíciles y revelaciones muy duras entre el preso arrepentido de ETA y la anciana que perdió al hijo. Detrás de las palabras, siempre torpes, insuficientes, hay un mar de recuerdos convulsos y de vida que aflora, que va y viene, que va y viene, que va y viene…Y esa marea nos va a llevar del instante preciso en que un hombre que fumaba un cigarro en un descanso del trabajo es despedazado por un coche bomba en 1989 al momento exacto en que un alcalde republicano recibe un tiro en la nuca y es arrojado a una fosa en 1936. Y entonces la anciana, que era madre, sólo madre de un hijo brutalmente asesinado, deviene en niña de 8 años y se transforma en hija de un padre brutalmente asesinado.
Nuestros muertos es un juego de espejos en el que la violencia de una cuadrilla de falangistas y la de un comando de ETA se mira a los ojos para asombrarse, para interpelarse, para interrogarse. Y restallan alguna preguntas insoportables: «También nosotros hubiéramos matado a Lorca por españolazo? Al fin y al cabo, matamos a José Luis López de Lacalle después de comprar los periódicos de la mañana». Nuestra anciana es una víctima total y como tal se cuestiona con un dolor resignado la muy distinta consideración que tienen su hijo o su padre según sean víctimas de una u otra violencia.
Micomicón ha recorrido con sus espectáculos muchos malos momentos de nuestra historia y, a través de los textos de Laila Ripoll y Mariano Llorente han sido llevados a escena ecos de guerras latinoamericanas y traumas de nuestra sempiterna Guerra Civil, hemos visitado hospicios con olor a pis y sangre, hemos pedido insistentemente la bicicleta robada a nuestro pariente ejecutado, hemos abierto cajas cuyos secretos nos han llevado a conocer lo que escondía la palabra Jasenovac, hemos abrazado en un doloroso homenaje a aquellos españoles que acabaron en Mauthausen y hemos entendido con espanto el origen de muchos de esos malos momentos cuando nos adentramos en las causas y consecuencias de la guerra del Rif.