Se ha dirigido Daniel Bianco en primera persona a la artista: “Mi querida Teresa, sé que querías irte sin hacer ruido, pero estoy seguro de que me entenderás…”. Eso le decía a quien ha sido (y es) una de las grandes voces de la lírica de todos los tiempos, antes de desvelar su argumento de peso: “Un minuto de silencio es el protocolo usado para acontecimientos de esta trascendencia, pero tú eras especial; y con tu permiso y el del protocolo, voy a pedir en su lugar un aplauso. Porque el aplauso premia como ningún otro trofeo el arte y la humanidad de una gran artista como tú.” Y se despedía con un emocionado agradecimiento: “Gracias, querida Teresa, y hasta siempre. Este aplauso y esta función va por ti.”
Han seguido a las palabras largos minutos de aplausos como los que Teresa Berganza recibió en ese mismo escenario tantas noches luminosas. La función dedicada: la de ‘Don Gil de Alcalá’, título que estará en cartel hasta el 22 de mayo y que ella, la intérprete irrepetible, también cantó.
Palabras de Daniel Bianco
Señoras y señores, buenas tardes y bienvenidos al teatro de la zarzuela.
Quisiera muy brevemente explicar por qué estoy yo aquí en este momento.
Esta mañana falleció una de nuestras grandes voces de la lírica mundial: Teresa Berganza. Una artista inigualable.
La muerte es siempre, a pesar de previsible, una visita inesperada. Por ello me he permitido escribir estas líneas para ordenar brevemente las palabras que merece esta dolorosa perdida.
En nombre del Sr. ministro de Cultura, don Miquel Iceta, del director general del INAEM Joan Francesc Marco, de quien hoy contamos con su presencia en la sala, y de todas y todos los que trabajamos en este teatro, queremos hoy hacerte, querida Teresa, un pequeño homenaje dedicándote la representación.
A ti, Teresa, un ser único que siempre tuviste el sublime talento de darle cuerpo y alma a la música con tu voz.
Querida Teresa, dedicaste tu vida a la música y lograste contagiar el amor por ella a innumerables personas en el mundo.
¡Gracias! Gracias porque has alimentado el alma que nos hace falta para seguir viviendo por encima de los problemas y las miserias del día a día en el mundo y sin duda has contribuido a hacer felices a varias generaciones, porque tu voz tenía la virtud de cambiar la realidad y de hacerla más feliz.
Esa voz que llevó nuestra música hasta donde nadie hubiera imaginado, que voló de sueño en sueño hasta regalarnos la belleza; esa que ya nadie nos puede arrebatar.
Por tu voz, por tu entrega, por tu exigencia, por tu sonrisa, tu compromiso, tu humanidad, estarás siempre en nuestra memoria hasta que la memoria se extinga con nosotros.
Esta casa –que lleva un palco con tu nombre–, dedicada a la lírica española de la que fuiste embajadora en el mundo, quiere recordarte de la mejor manera posible: haciendo música con cantantes para los que siempre has sido y serás un referente insustituible. Siempre te estaremos eternamente agradecidos, los ecos de tu voz, los aplausos de tantas noches en las que nos has hecho soñar, vivirán por siempre en los muros y en la memoria de este, tu Teatro de la Zarzuela.
Mi querida Teresa, sé que querías irte sin hacer ruido, pero estoy seguro de que me entenderás… Un minuto de silencio es el protocolo usado para acontecimientos de esta trascendencia, pero tú eras especial; y con tu permiso y el del protocolo, voy a pedir en su lugar un aplauso. Porque el aplauso premia como ningún otro trofeo el arte y la humanidad de una gran artista como tú.
Gracias, querida Teresa, y hasta siempre.
Este aplauso y esta función va por ti.