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Joan Carreras protagoniza la lectura «Confesiones de San Agustín», la adaptación de Raül Garrigassait a partir de la obra original de Agustín de Hipona

El estreno tendrá lugar en la catedral de Girona, que se convertirá por primera vez en escenario de Temporada Alta, y posteriormente se verá en el Festival Clàssics de Barcelona
Confesiones es la obra creada hace dieciséis siglos por el pensador africano que llenó de sentido filosófico la Biblia y, al mismo tiempo, posicionó la filosofía como el medio necesario para interpretar la Sagrada Escritura

Tras bordar el monólogo escrito por Gabriel Calderón inspirándose en Ricardo III de Shakespeare en Historia de un jabalí (o algo de Ricardo) (TA20) –con el que ganó el Premio Max 2021 al mejor actor– Joan Carreras vuelve en el festival gerundense para adoptar la voz de Agustí de Hipona.

Nacido en 354 en la provincia romana de Numidia, en la actual Argelia, Agustín de Hipona presencia durante los primeros siglos de la nuestra era una batalla decisiva para la historia de Europa y, también, de la humanidad. Esta guerra, a pesar de no estar libre de episodios violentos, enfrenta principalmente ideas y maneras de vivir: es la batalla entre la cultura de raíz griega y el pensamiento judeocristiano.

Agustín de Hipona, creció con una educación clásica, y según nos cuenta Garrigassait, puso el punto y final a esta batalla con Confessions, una obra que con el objetivo de acercar la traducción latina de la Biblia “logra llenar de sentido filosófico la Sagrada Escritura y, al mismo tiempo, salva la filosofía por consagrarla como el medio necesario para interpretar la Biblia”.

En los primeros años de vida, Agustín se impregnó de recursos de la retórica antigua: «había leído a Virgilio y se había acostumbrado a pensar de acuerdo con los esquemas de la filosofía griega» detalla el adaptador de la obra. Con todos estos elementos, “el pensador vivía con la confianza en que la capacidad humana podía elevarse y ejercer una especie de poder intelectual. Pensaba que con las filigranas verbales, el orador podía dominar el auditorio, que con la razón el filósofo aspiraba a la sabiduría y calma imperturbable ante las pasiones y las circunstancias amenazadoras” narra en el texto de presentación de la obra.

Con este bagaje a sus espaldas, según Garrigassait, Agustín de Hipona se enfrenta en un momento de su vida a la traducción latina de la Biblia y, como le habría ocurrido a cualquier romano culto, siendo una mezcla de asco y estupor . La prosa aparentemente rudimentaria, contaminada de semitismos ya ratos infantiles le parecía indigno, pero a pesar de todo, también siente una atracción y nace en él un misterio que no se ve capaz de rechazar.

Es entonces cuando Agustín de Hipona escribe Confessions, donde explica la historia de este asco y estupor, y de los aprendizajes y revelaciones que acaba sacando. «Reconoce en la filosofía una parte de la verdad, pero considera que hay otra parte que los filósofos no han logrado, que sólo se manifiesta en la Biblia y sobre todo en la historia de Cristo», narra el dramaturgo que ha adaptado el obra de Agustí de Hipona.

Esta historia es incomprensible por un espíritu griego o romano. “La creencia en un hijo de Dios, divino y humano a la vez, que nace entre los más pobres, vive entre prostitutas y leprosos y acaba crucificado como el criminal más execrable choca con la idea de los filósofos, que además ven en éste rebajarse y degradarse una enseñanza más alta que cualquier otra” explica.

“Esta historia sugiere que no está siempre en la elevación y en la confianza en uno mismo que llegamos a la sabiduría; que es en hacerse bajo y humilde, en la admisión de la propia insignificancia, que se abre un camino que lleva a la comprensión de la humanidad y, en la medida de lo posible, de la divinidad” acaba concluyendo Garrigassait.

En esta lectura de aproximadamente una hora de duración se pone sobre la mesa como, dieciséis siglos después de la creación de este texto por parte del pensador africano que puso fin al mundo antiguo y hizo nacer a otro, los humanos todavía están hechos de las mismas tres cosas: racionalidad, misterio e introspección.

 

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