Irene Pardo, directora del festival, tras atravesar el patio de butacas del brazo de homenajeada, ha tomado la palabra para introducir a Laila Ripoll y conocer, aún más, su prolífica carrera. Titulada superior en arte dramático por la Real Escuela Superior de Arte Dramático (1987). Estudió pedagogía teatral en el INAEM, interiorismo en la Escuela de artes aplicadas y oficios artísticos y teatro clásico español en la escuela de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Toda esta formación en diferentes disciplinas se unen en ella siempre en relación con el hecho escénico.
Ha trabajado para centros y compañías públicas y privadas. Directora artística del Teatro Fernán-Gómez, primera mujer que estrenó en el año 2004 en el Centro Dramático Nacional, y ha sido la primera mujer comisaria de una exposición producida por el Museo Nacional del Teatro. Lleva más de treinta años trabajando para el Siglo de Oro, diciendo «no sé lo que escribo pero sí para qué lo escribo». Como colofón Pardo ha destacado de Laila Ripoll que siempre está del lado de los vulnerables.
Cuando Irene Pardo se disponía a hablar sobre los inicios y la historia de Micomicón, compañía fundada por la homenajeada, y sin terminar de acabar su introducción, en el Corral de Comedias se han escuchado unos golpes que provenían de una de las puertas del escenario. Al abrirla ha aparecido un técnico del teatro que arrastraba un baúl, objeto que Laila Ripoll ha reconocido inmediatamente. Ha sido el turno para el actor Mariano Llorente que se ha apresurado a abrir el baúl. De él han comenzado a salir recuerdos. Suena una música y aparece un libreto. Mariano Llorente dirige la escena a la que se han sumado la actriz Elisabet Altube, Aurora Herrero, Juanjo Artero -que lo hizo a través de la trampilla del suelo del escenario, Luis Luque, Juan Carlos Plaza-Asperilla, y la inconfundible voz de Nuria Mencía.
Todos ellos sorprendieron para bien a la protagonista de la noche. Entre otras cosas, se escuchó como Mudarra ha sido uno de los montajes preferidos de Laila. Juanjo Artero salió de la trampilla para explicar el significado de la palabra Micomicón. Abrieron el Quijote, y a la cuarta o quinta palabra que seleccionaron al azar atinaron con ella. También se escuchó de boca de Luis Luque como Miguel Narros y Andrea D’Odorico fueron grandes amigos de Laila Ripoll, una de las pocas artesanas del oficio teatral que quedan en nuestro país.
Finalmente, Irene Pardo, puso la insignia de la Fundación a la homenajeada de este año, Laila Ripoll.
Laila Ripoll: «Había escrito muchas cosas,… pero ahora no sé ni qué decir. Gracias. No estoy excesivamente nerviosa porque veo que estamos entre amigos, parece una reunión de Micomicón. Los que me conocéis sabéis que no soy de enrollarme mucho, pero quiero expresar mi gratitud. Hace 33 años que pisé el Corral de Comedias por primera vez. En Almagro he desarrollado toda mi carrera laboral. Mi hijo jugó en este patio, e incluso lo amamanté, seguro que le dará mucha vergüenza oírlo, en estas sillas. Todo lo importante que me ha pasado en la vida está ligado a este festival. Nos han pasado muchas cosas aquí como compañía. Agradezco a todos los que están y ya no pueden estar entre nosotros, y a todos los que han formado parte de la compañía y que han sido tan importantes en Almagro. Gracias al festival, gracias a Irene. Soy profundamente feliz. Soy muy feliz».
Por último, y antes de realizar las fotografías de familia de rigor, agradeció al Museo Nacional del Teatro, y a esos dos ángeles que la han cuidado en el último proyecto de dirigir la exposición sobre Calderón de la Barca y que aún puede visitarse en la Iglesia de San Agustín de Almagro.