Forma parte de la colección Patrimonio Musical Valenciano del IVC
La presentación ha sido acompañada de interpretaciones musicales de la época
El director general del IVC ha manifestado en la presentación: “Con una prosa amena pero cargada de rigor en los contenidos, ‘L’òpera oblidada’ no solo es el libro donde se hace crónica y relato de las representaciones de ópera en la València de principios del siglo XIX sino que también es un libro de historia y de ensayo cultural, sociológico y lingüístico de los tiempos convulsos reinados por Carlos IV, Napoleón y Fernando VII”
Y ha añadido: “Con los libros ‘L’òpera oblidada’, de Ernest González Fabra, y ‘Fil de la memòria. El romancer tradicional en les comarques de Castelló’, de Àlex Torres Tomàs, en el IVC comenzamos la colección Patrimonio Musical Valenciano con las intenciones de recuperar nuestra historia musical, valorarla y hacerla visible a la ciudadanía melómana o no”.
En la primera parte de la presentación el autor ha prestado atención a la nula presencia de las óperas de Mozart y de nuestro Martín y Soler al Teatro de València, en el momento que cronológicamente los correspondía, y lo ha contrapuesto a varias representaciones de la obra de Antonio Salieri, el cual, igual que los dos compositores anteriores, también trabajaba en Austria.
En la parte central de la conferencia Gonzàlez Fabra ha explicado las causas del triunfo sobre el escenario valenciano del opéra-comique francesa, entre las cuales preponderaba la normativa proteccionista en favor de los artistas españoles y del uso exclusivo de la lengua castellana, que expulsaba de hecho los artistas italianos. La primera de las actuaciones musicales ha tenido como finalidad ejemplificar este tipo de música escénica francesa.
Según el autor, esta situación se mantuvo hasta que el fenómeno rossiniano explotó imparable en la década de 1820 y comportó que la ópera proveniente de Italia fuera la protagonista en la escena local. Precisamente, la segunda pausa musical ha rendido homenaje a la ópera de Rossini.
Al final de su intervención ha descrito el paso, en 1832, de la ópera desde el viejo teatre, llamado la Tenda de la Aldaba, hasta el nuevo coliseo de la calle de las Barcas, que más tarde tomaría el nombre de Teatro Principal. Considera que la nueva infraestructura cultural propició el retorno de los músicos italianos, con representaciones de primer nivel, expresadas en la lengua original de los libretos.
En la última actuación se ha cantado un aria de ópera de Bellini, que era el músico predilecto del público valenciano en el momento descrito. El autor ha concluido con algunas anécdotas y hechos operísticos inéditos que se produjeron en el periodo que ha estudiado.