Narrada a través de personajes y símbolos, El Arco, según su creador, es un ejercicio de abstracción de los cambios, del impulso o la fuerza que se necesita para cruzar líneas y llegar al otro lado.
La obra reúne a dos figuras que viven ocultas ante los demás, pero inevitablemente expuestas ante ojos que ven más allá de los contrastes. En este mundo en el que la imagen parece ser la protagonista, esas figuras danzan a contraluz buscando un suave sueño en el que descansar. La obra, más que responder a algo, pregunta.
Los distintos cuadros de esta obra hablan de gamas de color, del cazador que se camufla en el paisaje de su presa, de la rigidez corporal que contiene emociones bruscas y de espacios luminosos. Detrás de todo este entramado está la querencia de lo amable ante hechos de la vida. Un ser social que necesita sentido mientras transita, al tiempo, en lugares.
El título de la obra hace referencia, según explica Abreu, al arma de guerra y caza, y por otro lado, a las formas de las cosas: a un deporte de precisión, “al arte de la cacería ancestral y el de las sociedades actuales”, y al mismo tiempo, a la redondez de los materiales, las decisiones, los caminos y la acción de pasar a otra cosa o lugar.
“Durante el proceso de creación me atraían las curvas de los movimientos y los materiales: el movimiento coreográfico se presenta como elipses en el aire, recorridos suaves, huecos e intencionados. Y se avanza en la escena hacia un sueño, como si el instinto guiara a algo mejor”.
El propio Daniel Abreu baila junto a Dácil González en este montaje, acompañados de la música de violonchelo interpretada por Elisa Tejedor.
Actualmente, el coreógrafo mantiene en gira seis espectáculos con su propio grupo, la Compañía Daniel Abreu, una de las más destacadas de la escena nacional española. El trabajo coreográfico de Abreu se define por el empleo de herramientas sencillas del lenguaje interpretativo, la fuerza y personalidad de los bailarines, los paisajes sugerentes que derivan en la construcción de imágenes de gran peso cercano y onírico, y un sensible ambiente sonoro. Las distintas traducciones de la imagen escénica y un relato de gran peso poético, característica destacada en cada trabajo, sustentan cada una de las creaciones estrenadas, con formato de solo o de grupo.
El equipo de la Compañía Daniel Abreu está formado por bailarines con gran vocación por el lenguaje físico y la comunicación desde lo corporal. Hasta la fecha, ha estrenado más de 50 trabajos.
La compañía gira regularmente por Europa, América y Asia, donde ha cosechado notoriedad en el público y la prensa especializada, recibiendo el apoyo de instituciones como el Ministerio Cultura y Deporte, el Instituto Cervantes y la Comunidad de Madrid, entre otras.
En el año 2011 entró a formar parte del programa europeo Modul Dance, liderado por el Mercat de les Flors.