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El Teatro Real inaugura su temporada de danza el próximo 11 de octubre con el Ballet del Gran Teatro de Ginebra

"Faun". Bailarines Madeline Wong y Oscar Comesana Salgueiro

"Faun". Bailarines Madeline Wong y Oscar Comesana Salgueiro

La compañía suiza ofrecerá cuatro funciones, entre el 11 y el 14 de octubre, a las 19.30 horas
El programa está compuesto por dos emblemáticas coreografías de su actual director, Sidi Larbi Cherkaoui: Faun y Ukiyo-e
Inspirado en la legendaria coreografía de Nijinski, Faun se adentra en el bosque con una mirada más física e intensa, con movimientos más salvajes y despreocupados, sin renunciar a la belleza e inocencia de los protagonistas
En Ukiyo-e, Cherkaoui invita a meditar sobre nuestra capacidad de resistencia, de supervivencia en un mundo de crisis crónicas, mostrando seres en busca de simbiosis con su entorno
Esta será la primera vez que Ballet del Gran Teatro de Ginebra actuará en el Teatro Real

Reconocida y respetada por sus interpretaciones de las grandes coreografías contemporáneas, la compañía, creada en 1962, confía su futuro, el pasado año, a Sidi Larbi Cherkaoui, una de las figuras más célebres y brillantes de la danza actual, con más de un centenar de creaciones coreográficas, cuya dirección artística apuesta por abrirse a nuevas disciplinas y enriquecer su repertorio actual con nuevos títulos.

A partir de la legendaria coreografía Preludio a la siesta de un fauno, de Nijinski, basada en el famoso poema de Stéphane Mallarmé sobre el despertar del Fauno en el bosque -y que causó sensación en 1912-, Sidi Larbi Cherkaoui desarrolla Faun.

Frente a la versión del artista ruso, en la que los bailarines siguen siendo muy bidimensionales, como figuras de un jarrón griego, la visión de Cherkaoui resalta los aspectos mitológicos y animales presentándolos de una manera más física, más intensa. El énfasis se pone en el hecho de que el fauno es mitad humano y mitad animal, dotándolo  de movimientos más salvajes y despreocupados, mientras la ninfa se asemeja a la versión original, profundamente arraigada en el bosque. La interacción entre ambos es inocente, pero siempre cargada de tensión sexual, como en la coreografía de Nijinsky.

Para reforzar esta idea, Cherkaoui pidió al compositor Nitin Sawhney que intercalara la música de Debussy con su propio lenguaje musical, deslizándola,  casi inadvertidamente, de un estilo y una cultura, a otra y de un siglo a otro.

Creado con los 22 artistas del Ballet del Gran Teatro de Ginebra, y estrenado en su sede el pasado año, Ukiyo-e es el último trabajo coreográfico de  Sidi Larbi Cherkaoui y el primero como director de la compañía. Con él nos invita a meditar sobre nuestra capacidad de resistencia, de supervivencia en un mundo de crisis crónicas, mostrando seres en busca de simbiosis con su entorno.

Para esta obra, el coreógrafo se inspiró en el término japonés Ukiyo-e, que da nombre a un movimiento artístico surgido en el periodo Edo y centrado en la captura del instante, del momento presente, como si fueran «imágenes de un mundo flotante». La performance busca posibles caminos en este universo suspendido y examina las constantes negociaciones a las que se ven sometidos nuestros cuerpos, tanto físicos como sociales. Explora las tensiones entre el movimiento limitado y la turbulencia, entre la compartimentación y la apertura, y entre el aislamiento y la coexistencia.

Mirando más allá de las dualidades, Sidi Larbi Cherkaoui propone cuerpos que no se acaban en la piel, donde lo físico no se privilegia sobre el espíritu, donde lo humano no se diferencia de lo no humano. La coreografía se desarrolla dentro de una estructura en movimiento, creada en colaboración con el escenógrafo Alexander Dodge, mostrando una red de escaleras imposibles en las que los bailarines se pierden. Estas laberínticas estructuras móviles -ambivalentes en el sentido de que son puentes, pero también obstáculos- evocan tanto la idea de ascensión como la de abismo.

 

 

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