Una nueva visión de Giselle
“En 1841, la Ópera de París estrena el ballet Giselle, en el que el poeta Théophile Gautier, inspirándose en leyendas alemanas de Heinrich Heine, crea mitos románticos que marcarán toda la historia de la danza: inocentes campesinas enamoradas, fiestas de la vendimia, apuestos príncipes seductores, fantasmas espectrales de espíritus del bosque… El año anterior, Gautier había visitado España y con su libro Le voyage en Espagne inaugura la moda romántica de los viajeros europeos que descubren el país, sus tipos populares y sus danzas tradicionales.
En 1863, el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer se retira al Monasterio de Veruela, en la Sierra del Moncayo, y allí, rodeado de bosques y naturaleza, escribe sus rimas de amores desgraciados y leyendas de tristes destinos.
Para esta nueva versión que presenta la Compañía Nacional de Danza hemos querido imaginar una Giselle vista a través del romanticismo español: inspirándonos en la poesía de Bécquer, bailaremos la historia de esa muchacha enamorada del apuesto viajero extranjero al que amará más allá de la muerte.
Sin abandonar los elementos que han hecho de esta obra una de las cumbres del ballet clásico, en nuestra Giselle aparecerán también la escuela bolera y las tradiciones españolas, y en el bosque nocturno donde habitan las wilis, esos espíritus de muchachas muertas antes de casarse, las voces del viento susurrarán versos de Bécquer.
Al final de Giselle, la fuerza del amor y la fuerza de la danza vencen a la muerte y la oscuridad. Esa es la esperanza que nos guía en este espectáculo.”
Argumento
Primer acto.- En una aldea cercana al Moncayo vive Giselle, una campesina de extraordinaria belleza que por encima de todo ama bailar. Un día de otoño, cuando baila a solas para sí misma, es descubierta a lo lejos por un grupo de viajeros extranjeros; uno de ellos, Albrecht, cae rendido ante sus encantos y de común acuerdo con su amigo Wilfred decide internarse en la aldea y cortejarla haciéndose pasar por un lugareño. Rendida por los encantos del nuevo pretendiente, Giselle ignora a Hilarión, su enamorado, quien sospecha de la identidad y el engaño del forastero.
Giselle y Albrecht bailan juntos, cada vez más atraídos, y a ellos se une toda la aldea. Pero pronto la madre de Giselle la reprende, asustadísima: la salud de su hija es frágil, y por el esfuerzo de la danza puede terminar convirtiéndose en una wili, uno de esos espíritus nocturnos de muchachas muertas vírgenes que rondan por el bosque después de la media noche.
Llega a la aldea el resto de los viajeros y, mientras los lugareños los agasajan ofreciéndoles de beber, Giselle entabla amistad con Bathilde, la prometida de Albrecht, sin saber ninguna de las dos que aman al mismo hombre.
Comienza luego la fiesta de la vendimia y las jóvenes eligen reina de la fiesta a Giselle, quien con permiso de su madre baila para todos. Hilarión, furioso por el coqueteo de Giselle y Albrecht, descubre la verdadera identidad de este, y termina por desenmascararlo.
Bathilde pide cuentas a Albrecht, quien confiesa que Giselle solo ha sido un pasatiempo. Albrecht se abraza a Bathilde para seguir viaje sin mirar atrás, negándose a sí mismo el amor que ha surgido en su pecho.
Ante la traición de Albrecht, Giselle enloquece y baila hasta caer muerta.
Segundo acto.- En el bosque, junto a la tumba de Giselle, rotos de dolor, un cortejo da el último adiós a la joven muerta antes de abandonarla.
Cae la noche y en la soledad entra Hilarión, que deposita un humilde ramo de flores silvestres sobre la tumba. Allí es sorprendido por Myrtha, la reina de las wilis, que ordena a estas su cruel venganza: le harán bailar hasta que caiga muerto de extenuación.
Poco después se adentra en el bosque Albrecht, que viene a visitar la tumba de Giselle profundamente desolado por no haber comprendido a tiempo a quién amaba realmente. Conmovida por ese gesto, Giselle se hace visible y trata de salvar a Albrecht de la maldición de las wilis; en una noche inagotable, baila sin descanso infundiéndole su aliento y haciéndole resistir vivo hasta que amanezca.
Con la llegada del alba, las wilis se ven obligadas a volver a las sombras, y Giselle se retira sabiendo que su amor ha creado un lazo eterno con Albrecht: lo ha salvado, pero a cambio de que jamás consiga olvidarla. Y año tras año, hasta convertirse en un anciano, Albrecht seguirá acudiendo a la tumba de Giselle y escuchando en su cabeza las hermosas palabras de la muchacha que lo amó más allá de la muerte.
EQUIPO CREATIVO |
Coreografía y dirección escénica: Joaquín De luz (a partir de la original de Jules Perrot y Jean Coralli) Música: Adolphe-Charles Adam (versión musical: Oliver Díaz y Joaquín De Luz) Dirección musical: César Álvarez Orquesta: Orquesta titular del Teatro de la Zarzuela. ORCAM. Libreto: Borja Ortiz de Gondra y Joaquín De Luz (a partir del original de Jules Henry Vernoy y Theóphile Gautier) Dramaturgia: Borja Ortiz de Gondra Escenografía: Ana Garay Figurines: Rosa García Andújar Diseño de iluminación y creación de vídeo: Pedro CHamizo Ayudante de escenografía: Isi López-Puget Ayudante de vestuario: Lucía Celis Construcción de escenografía: Proescen Confección de vestuario: D’Inzillo Sweet Mode Taller de utilería: Carlos del Tronco
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