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La bailaora Águeda Saavedra y su espectáculo ‘Venero’ pasaron por el Teatro Central de Sevilla dentro del ciclo Andalucía•Flamenco

Imagen promocional de la bailaora Águeda Saavedra

Imagen promocional de la bailaora Águeda Saavedra

‘Venero’ significa manantial, agua que surge de la tierra y va avanzando alegremente, sin prisas, y si los elementos le son favorables puede convertirse en un gran río. Un buen símil para Águeda Saavedra, una niña que jugaba a bailar con apenas tres años y, poco a poco, paso a paso, lleva camino de convertirse en una gran figura del flamenco. Porque a esta artista nacida en Nerja, Málaga, en 1995, lo que le gusta es bailar: en los tablaos, en compañías de otros artistas y, más tarde, en el Ballet Flamenco de Andalucía, donde pronto alcanzó la categoría de solista.

Pero su avance, como el del agua que se oye también en el escenario, la empujaba a emprender su propio camino. Y la oportunidad surgió en 2022 con el Premio Revelación del Festival de Jerez por su intervención en el espectáculo ‘Sí quiero’, de Mercedes de Córdoba, una obra a la que llegó casi por azar, pero que le ha proporcionado la confianza que andaba buscando y, sobre todo, una familia artística dispuesta a arroparla en sus primeros pasos en solitario.

En ‘Venero’, Águeda Saavedra tiene ocasión de mostrar, junto a su técnica impecable, el alcance de su baile enérgico y racial, femenino y masculino a la vez, así como su capacidad para transitar desde la luz de unas alegrías al oscuro dramatismo de las seguiriyas.

En este su primer trabajo, además, la bailaora quería ir un poco más allá y contar con el baile las ilusiones de su niñez, sus emociones de muchacha y sus esperanzas de mujer madura. Y para eso estaba ahí Mercedes de Córdoba en su papel de directora de escena, y Juan Campallo con una música precisa y brillante para cada emoción, y el cante de Jesús Corbacho y Pepe de Pura quien, además de acariciarla con la voz, sabe trenzarle sus cabellos de niña inocente. ‘Venero’ es, sin duda, un gran giro en la carrera de Águeda Saavedra, un manantial que fluye alegremente, ajeno a las profundidades que puede alcanzar.

 

 

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