El ballet dramático creado y dirigido por Rubén Olmo es una reflexión sobre el éxito y la soledad que fusiona diversos estilos de danza y música
El director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo, llevaba muchos años con la idea de crear una coreografía sobre la Bella Otero, atraído por el hecho de que una de las mujeres más famosas de su época fuera de un pueblo de Pontevedra. Pero hasta que no fue nombrado director en 2019 no encontró la oportunidad que esperaba para poder realizarlo como lo imaginaba, como un espectáculo de gran formato, tanto por el número de bailarines como por el despliegue de vestuario.
“El espíritu de los dos últimos programas que hemos estrenado era disfrutar de la danza española en todos sus estilos. En cambio, ahora he puesto la danza al servicio del argumento para conseguir la fusión que me permitiera contar la vida de una mujer sorprendente, utilizando desde el folclore hasta la danza contemporánea, la estilizada y el flamenco”, explica Rubén Olmo. “Es un espectáculo muy emotivo y también dramático, porque cuenta la historia de una mujer que llega a lo más alto y termina sola y olvidada”.
El encargado de la dramaturgia ha sido Gregor Acuña-Pohl, colaborador habitual del coreógrafo Johan Inger. El actor, director y dramaturgo de danza ha intentado destilar al máximo la esencia del personaje histórico sin perder los puntos más destacados de su biografía, dejando fuera lo anecdótico. “Lo más importante para mí era mostrar una persona con mucho magnetismo, carisma y fuerza”, incide. Después de documentarse sobre Carolina Otero en libros, recortes de prensa, material audiovisual y archivos, seleccionó los momentos más representativos de su vida que pudieran expresarse mediante la danza.
“Al escribir un argumento sobre una vida tan compleja, evidentemente tenemos que simplificar. Pero no estamos haciendo un juicio de valor sobre lo que está bien o mal; solo intentamos ser fieles a la realidad, a la vez que lo hacemos atractivo para el espectador. La danza debe emocionar antes que emitir juicios. He intentado ceñirme al personaje histórico y hacer de ello un ballet interesante para el público. Después, que cada uno saque sus conclusiones sobre el personaje”, añade.
Dos artistas para una Bella Otero
El argumento de La Bella Otero transcurre por diferentes épocas de la vida de Carolina Otero, por lo que Rubén Olmo eligió para interpretar al personaje principal en diferentes edades a Patricia Guerrero y Maribel Gallardo. “Invité al Ballet Nacional de España a Patricia Guerrero porque es una bailaora que desprende una gran fuerza en escena. Formó parte de mi compañía y la dirigí en el Ballet Flamenco de Andalucía. Posee el mismo magnetismo que hizo grande a la Bella Otero. Hoy en día es una las figuras más relevantes del flamenco más vanguardista y es un orgullo poder contar con ella”, explica Rubén Olmo. “Así como la ex primera bailarina del Ballet Nacional de España, Maribel Gallardo. Además de bailarina, es una actriz maravillosa, que ha llevado muchísimos personajes a escena, y siempre se compromete al máximo con todos los proyectos que le propongo”.
Según Patricia Guerrero, la Bella Otero es un personaje complejo debido a que vive diversos conflictos que hacen de ella un jeroglífico dramático. “Fue una mujer con mucho carácter, mucha confianza en sí misma y un instinto de supervivencia brutal. Potenció como nadie su carisma y su sensualidad para lograr el éxito”. La artista granadina pretende llevar cada detalle a la danza para lograr que el público entienda a esta mujer a la que admira, sobre todo por su seguridad y su capacidad de embelesar, aspectos en los que se ha aferrado para meterse en su piel. “La Bella Otero es una obra dura en su fondo, pero es dinámica, divertida, fresca, y con un colorido y energía que nos hará disfrutar a todos, dentro y fuera del escenario”.
Maribel Gallardo, que interpreta a la Bella Otero en su madurez, define al personaje como una mujer transgresora ante una sociedad machista, y reconoce que en todas las mujeres hay algo de la Bella Otero. Para la maestra repetidora y coreógrafa, que ha bailado con el Ballet Nacional de España papeles de primera bailarina como Medea o La Celestina, este personaje es una gran motivación y un gran reto por tener que enfrentarse al lenguaje de un coreógrafo con el que no había trabajado como bailarina hasta ahora, Rubén Olmo, y por alcanzar la forma física que todo bailarín se exige para salir a escena de nuevo.
Música y vestuario
De la misma forma que la coreografía fusiona diversos estilos de danza, la música de La Bella Otero integra en la partitura sinfónica composiciones de variadas formas y compositores. El compositor y director de orquesta Manuel Busto ha coordinado la creación de la partitura, en la que han participado Alejandro Cruz Benavides y Agustín Diassera. Además, han colaborado con composiciones flamencas los guitarristas Diego Losada, Víctor Márquez, Enrique Bermúdez y Pau Vallet; y el grupo Rarefolk ha ambientado la escena que transcurre en Galicia con su particular rock celta psicodélico. En la obra se han insertado también fragmentos de la ópera Carmen, de Bizet, y de la zarzuela El año pasado por agua, de Chueca y Valverde.
“Mi principal reto a la hora de desarrollar los arreglos y las orquestaciones fue que no perdieran un ápice de la frescura y personalidad original, pero quedaran insertadas como parte natural de la obra”, explica Manuel Busto. El resultado final “es una música sin prejuicios en su concepción y que no renuncia a nada”.
La Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) interpretará en directo la partitura en el Teatro de la Zarzuela bajo la dirección de Manuel Busto. La música original ha sido grabada asimismo por los alumnos de la Fundación Barenboim-Said para utilizarla en las funciones de otros teatros donde no se disponga de orquesta en directo, así como en ensayos.
La diseñadora Yaiza Pinillos ha dibujado los cerca de 200 diseños que requieren las escenas de La Bella Otero, ambientadas en lugares y situaciones muy diversas. La creadora canaria ha utilizado múltiples fuentes de inspiración e investigación, desde las fotografías de José Ortiz Echagüe a las pinturas de Zuloaga, Manet, Ramón Casas, Boldini o José Cardona. Tampoco faltan reelaboraciones de modelos de Jacques Doucet y Balenciaga, e incluso de modistos contemporáneos como Issey Miyake o Alexander McQueen que, pasados por el filtro de la Belle Époque, ofrecen resultados sorprendentes.
La pieza central del vestuario de la protagonista es el traje de pedrería de estilo bizantino que la Bella Otero viste en uno de sus retratos más icónicos, firmado por Reutlinger. ”Estoy especialmente orgullosa de ese diseño porque es una reelaboración de esa imagen tan conocida de la Otero que creo que hemos sido capaces de enriquecer a través de una mirada que, más que emularla, la evoca, sumando efectos que enriquecen la puesta en escena y que reflejan la esencia de una época”.
Uno de los retos de la diseñadora ha sido conjugar el carácter narrativo del vestuario con la danzabilidad y la facilidad de cambio entre escenas, complicada además por la caracterización de los personajes, que lucen pelucas, barbas, bigotes y sombreros para representar fielmente la época en la que se desarrolla la historia.
Escenografía e iluminación
El reto para el escenógrafo Eduardo Moreno en su primer trabajo para el Ballet Nacional de España ha sido potenciar el ritmo en la sucesión de escenas porque la dramaturgia de la obra exige gran agilidad al atravesar muchos momentos de la vida de la Bella Otero. Su diseño vertebra el espacio a través de un gran elemento arquitectónico, una cúpula, que enmarca toda la función y acoge las distintas escenas, diferenciadas por unos sencillos que identifican la época y el lugar. También cumple el requisito de que la producción pueda girar fácilmente por distintos teatros, para adecuarse a la vocación itinerante del Ballet Nacional de España.
Por su parte, Juan Gómez-Cornejo, Premio Nacional de Teatro, tenía el difícil encargo de envolver a la Bella Otero con luz. “La luz debe acompañar, arropar, ayudar y, si fuera posible, acariciar a esos bailarines y bailarinas para que la historia llegue al patio de butacas con la mayor nitidez y la misma emoción con la que se ha creado”. La iluminación viaja por la historia del personaje para ayudar a recrear los lugares y situaciones que vivió, desde la Galicia rural que recuerda las pinturas negras de Goya hasta la campiña portuguesa iluminada por la luna llena o las brillantes luces de los teatros y casinos.
Después de su estreno en Madrid, el Ballet Nacional de España representará La Bella Otero los días 26 y 27 de mayo de 2022 en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Antes, como cierre de la temporada 2020/2021, participará el 7 de agosto en el Festival Internacional de Santander, con el programa Invocación. Este año, de forma inusual, serán tres las ocasiones en las que el Ballet Nacional de España actuará en Madrid. Tras el estreno absoluto de La Bella Otero, están programados Centenario Antonio Ruiz Soler en el Teatro Real del 13 al 16 de octubre, e Invocación, en el Teatro de la Zarzuela, del 10 al 22 de diciembre.
Acerca del Ballet Nacional de España
El Ballet Nacional de España (BNE) es la compañía pública referente de la danza española desde que se fundó en 1978 bajo el nombre de Ballet Nacional Español, con Antonio Gades como primer director. Forma parte de las unidades de producción del Instituto Nacional de la Artes Escénicas y de la Música (INAEM), perteneciente al Ministerio de Cultura y Deporte. La finalidad del BNE se centra en preservar, difundir y transmitir el rico patrimonio coreográfico español, recogiendo su pluralidad estilística y sus tradiciones, representadas por sus distintas formas: académica, estilizada, folclore, bolera y flamenco. Asimismo, trabaja para facilitar el acercamiento a nuevos públicos e impulsar su proyección nacional e internacional en un marco de plena autonomía artística y de creación.
Rubén Olmo, director del Ballet Nacional de España
Rubén Olmo, Premio Nacional de Danza 2015, se ha incorporado al Ballet Nacional de España en septiembre de 2019 con la intención de trabajar para la preservación, la difusión y la movilidad del repertorio tradicional de la Danza Española, incorporando además nuevas creaciones y abriendo las puertas a las vanguardias y la experimentación. Esta supone su segunda etapa en el BNE, compañía de la formó parte como bailarín entre 1998 y 2002.
Desde 2011 ejerció como director del Ballet Flamenco de Andalucía, institución dependiente de la Junta de Andalucía, con la que estrenó montajes propios como Llanto por Ignacio Sánchez Mejías o La muerte de un minotauro. Anteriormente, formó su propia compañía, para la que creó espectáculos como Érase una vez, Belmonte, Las tentaciones de Poe, Horas contigo, Naturalmente Flamenco y Diálogo de Navegante. También ha colaborado como coreógrafo o bailarín con figuras destacadas de la Danza Española como Aída Gómez, Antonio Najarro, Eva Yerbabuena, Víctor Ullate, Antonio Canales, Rafael Amargo, Isabel Bayón y Rafaela Carrasco.