Don Qujote de Marius Petipa fue, junto a El lago de los cisnes, uno de los ballets más populares en Rusia, donde se creó en 1869 sobre una partitura de Ludwig Minkus. Esta obra, llena de color, rompía con el universo de las criaturas sobrenaturales o etéreas de los ballets clásicos del siglo XIX para poner en escena a la gente del pueblo. El director artístico José Carlos Martínez se basa en esta coreografía original de Petipa pero también en las diversas versiones que ha tenido la ocasión de bailar durante su trayectoria (Nureyev, Barishnikov y Gorski). Ha querido mantener la construcción coreográfica del ballet pero introduciendo matices en los personajes y sobre todo en la danza, a la que le ha extraído “la parodia española” y la ha dotado de más dinamismo introduciendo un bolero y un fandango que respetan la esencia de la cultura y tradición españolas.
50 bailarines y bailarinas darán vida a este ballet que se inspira en un episodio narrado en el capítulo 19 de la segunda parte del insigne libro de Cervantes, en el que se explican las llamadas Bodas de Camacho, un lío amoroso surgido cuando obligan a la joven Quiteria a casarse con el rico del pueblo, aun cuando ella a quien ama es al pícaro Basilio. La intervención del Quijote y Sancho Panza, que pasaban por allí, va a ser decisiva en el desenlace feliz de este relato que ha tomado vida propia desde el ballet.
Don Quijote es una de las obras más populares del repertorio de ballet clásico. José Carlos Martínez centra aún más la acción en los personajes de Quiteria y Basilio, utilizando al cuerpo de baile para dar más dinamismo a la acción de este gran clásico intemporal con sabor español.