Los autores teatrales Pablo Messiez, Itziar Pascual y los Hermanos Bazo aportaron la dramaturgia a la coreografía y escenografía del montaje
A través de un acto escénico, Precipitados busca visibilizar una problemática acallada en nuestra sociedad, al tiempo que habla, también, de lanzarse al vacío en el ámbito creativo
Acogido al sello Creación Canal, Precipitados incide en la creación colectiva de la compañía codirigida desde 2020 por las coreógrafas Mónica Runde e Inés Narváez, y la escenógrafa Elisa Sanz.
Fundada en 1989 como 10&10 Danza (Premio Nacional de Danza en 2000), en su origen estuvo Mónica Runde, la única que se ha mantenido en el grupo a lo largo de los años. Desde 2005, Runde la convirtió en compañía unipersonal y en 2020 tomó el nombre actual, al sumar a Inés Narváez y Elisa Sanz como codirectoras, después de elaborar varias creaciones conjuntas. Entonces abandonaron el apellido de «danza» en el nombre del grupo y esta disciplina pasó a formar parte en sus montajes junto a otras manifestaciones artísticas (performance, acto escénico, instalación…).
Entre las creaciones recientes de la compañía figuran Ondine, Laberinto de la memoria, Bocetos efímeros y Dos de gala, en torno a quien fue musa y mujer del pintor Salvador Dalí.
Precipitados es una performance de danza moderna en cuya elaboración, según explica la compañía, se llevó a cabo una documentación exhaustiva en torno al suicidio desde todas las vertientes posibles (psicológica, estudio de estadísticas, testimonios y vivencias, el modo en que ha sido tratado anteriormente en el arte, cómo ha sido representado…). A partir de este material, las tres componentes de la compañía establecieron un imaginario común valiéndose de palabras, movimiento, imágenes, olores, formas, texturas, materiales, luz, sonido… como punto de partida para la creación de una dramaturgia visual.
En una segunda etapa, que se desarrolló entre diciembre del pasado año y enero de este, han contado con la colaboración de cuatro dramaturgos (Itziar Pascual, Pablo Messiez y los Hermanos Bazo) cuyos textos han formado parte del proceso de creación.
De este modo, configuraron el esqueleto de la puesta en escena, al que le han ido añadiendo vídeo, música, la escenografía, el vestuario y las bases de movimiento para la coreografía.
La obra reflexiona sobre el suicidio y lo equipara a la creación artística. “¿El acto de crear no es una forma de morir? ¿El proceso artístico no es un suicidio?”, se preguntan. El 21 de abril desvelarán cómo han transformado en arte este dramático fenómeno. Tras la función, la compañía mantendrá un encuentro con el público.