La singularidad de Marlene Monteiro, León de Plata en la Bienal de Venecia 2018, reside en su desconcertante universo donde la vulgaridad, la exageración del gesto y todos los excesos son siempre bienvenidos
El dueto se mueve al ritmo de músicas en contraste que van de Stravinsky a David Bowie, aderezadas con batucada, Schönberg, Monteverdi y Puccini, entre otros
Aunque trabaja en Portugal, la mezcla cultural de Cabo Verde, que corre por su sangre, cobra cierto protagonismo en la obra francamente inclasificable de Marlene Monteiro, León de Plata en la Bienal de Venecia 2018, como “danza extenuante, insólita y extravagante, que va de lo grotesco a lo cómico” según la define la directora artística del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, Natalia Álvarez Simó. La singularidad de esta artista reside en su desconcertante universo sustentado en un imaginario desbordado y auténtico, donde la vulgaridad, la exageración del gesto y todos los excesos son siempre bienvenidos.
Marlene Monteiro comenzó su ascenso con el insólito y exitoso solo Guintche y continuó con piezas de gran formato como Bacantes. Preludio para uma purga o su reciente estreno El Mal. Embriaguez Divina. Toda su obra es combinación de su aprendizaje sobre la vanguardia en la prestigiosa escuela P.A.R.T.S. de Bruselas y su paso por el ya desaparecido Ballet Gulbenkian, de Portugal, país en el que reside, pero sin renunciar nunca a sus vivencias dentro de la cultura popular de Cabo Verde. Se pueden elucubrar y buscar muchos referentes en su trabajo, pero en el fondo sigue siendo la misma joven inquieta de Cabo Verde que a los 14 años creó con unos amigos la compañía Compass, con la que dio rienda suelta a sus gustos variados y eclécticos en espectáculos de danza que mezclaban referencias a Jesucristo Superstar con clips de hip hop, aderezados con pasos de samba, salsa y folclor caboverdiano.
Jaguar
Al Condeduque llega con su dueto Jaguar, días después de haber llevado a Sevilla su obra grupal de reciente creación Mal Divina Embriaguez (que se verá los días 11 y 12 de marzo, en el Teatro Central). Junto al también bailarín y coreógrafo alemán Andreas Merk, Monteiro vuelve al escenario para escenificar lo grotesco y el absurdo.
Monteiro en esta ocasión ha hecho alianza con Andreas Merk, que se presenta cómplice de los excesos de esta creación estrenada en 2017, en la que también destaca la escultura enorme de un caballo azul, un guiño probable a Der Blaue Reiter ( El jinete azul), el movimiento que transformó el Expresionismo alemán, y también una escalera plateada de tres peldaños que conduce exactamente a ninguna parte. La cascada de muecas faciales y deformaciones corporales del dueto se mueve al ritmo de músicas en contraste que van de Stravinsky a David Bowie, aderezadas con batucada, Schönberg, Monteverdi y Puccini, entre otros.