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‘Ogmia’ o el movimiento como huella dactilar

Imagen de una escena de la producción

Imagen de una escena de la producción

La compañía afianza en Mother Tongue la teoría del "movimiento dactilar" o cómo el movimiento de cada persona es único y singular, resultado de sus vivencias, contextos y geografías
El director y coreógrafo Eduardo Vallejo Pinto, referente de la joven generación de la danza contemporánea en España y al frente de esta compañía de elenco internacional, presenta la pieza en el teatro Fernán Gómez de Madrid
Los trabajos de OGMIA están influenciados por el cine, los videojuegos y las artes marciales, evocando universos inciertos para construir un relato crítico sobre el presente

Eduardo Vallejo Pinto ha desarrollado su carrera profesional en danza clásica y contemporánea, aunque su proyecto creativo bebe de varios lenguajes: desde las artes marciales a la fotografía, pasando por el cine y los videojuegos. Todas sus producciones tienen un lenguaje inconfundible: el trabajo con un elenco internacional, integrado por bailarines de diferentes culturas y nacionalidades y la recurrencia a mundos de fantasía oscura o pseudofuturista para construir un relato crítico sobre el presente. Lo documental y lo autobiográfico se entrelazan en sus creaciones enmarcadas en universos ficticios, llenos de misterio y profundidad. La vida se cuela en escena protagonizada por una generación joven que se reivindica como motor de transformación y que se involucra, desde lo dancístico, en temas como el cambio climático, la desigualdad social, la crisis política o la comunidad LGTBIQ+.  

En Mother Tongue, el coreógrafo indaga, a partir de su propia experiencia y la de sus bailarines, sobre el «movimiento dactilar»,  una teoría que asume que el movimiento de cada intérprete es una forma de expresión única, como una huella dactilar, que constituye una identidad narrativa personal. Mother tongue transmite también el desarraigo que sentimos al volver a nuestros orígenes, un reencuentro en el que llegamos a sentir “nuestra tierra” como algo ajeno y reconocible. 

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OGMIA/ Eduardo Vallejo Pinto 

Eduardo Vallejo Pinto funda su compañía, OGMIA, en el año 2019. Su primera producción, No Time to Rage, es nominada en cuatro categorías en los Premios Max: mejor espectáculo de danza, mejor coreografía, mejor intérprete de danza y mejor composición musical. A este reconocimiento le siguen muchos otros, convirtiendo OGMIA en uno de los referentes de la nueva danza contemporánea en Europa.

Con OGMIA ha subido a escena los siguientes espectáculos: No Time to Rage (2019), llegan las piezas The Holy Trinity (2020), Doppelgänger (2020), Time X (2021), Mother Tongue (2022), Glass House (2023) y Replicant (2024). 

Ha recibido apoyos y residencias de importantes instituciones como la Compañía Nacional de Danza, Centro Coreográfico Canal, Teatros del Canal, Teatro del Bosque, INAEM, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, entre otros. Sus piezas se han programado en espacios y festivales como Madrid en Danza, TANZ International Hannover, MASDANZA, Quincena de Danza de Almada, el Festiwal Teatr i Tanca Zawirowania, el Gdansk Festiwal Tanca, el Danza en la Villa, Danza Xixón, el Festival Abril en Danza, Traslación, entre otros muchos. Sus creaciones han girado en España, Alemania, Polonia, Portugal y Suiza.

La compañía desarrolla también una importante labor docente. Eduardo Vallejo Pinto ha impartido clases en diversas instituciones como la John Moore Liverpool University / Institute of the Arts en Barcelona, la Joven Compañía, la Jove Companhia de Dansa Gerard Collins, Elephant in the Black Box, el Conservatorio Superior de Alicante, el Conservatorio Profesional José Espadero y el Proyecto Good con el apoyo del Institut Valencia, Espai la Granja y L’Escorxador, Danza 180, Modern Event & Work Lab, entre otros. 

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