La mujer del surrealismo, en clave de flamenco
La artista, más allá de la musa y de la esposa
Olga Llorente coreografía e interpreta ‘Gala’, arropada a la guitarra por Jesús Núñez y Eduardo Cortés, autores de la música original con la colaboración de Mario Montoya. Al cante, Miguel de la Tolea y Luis el Granaíno. Además, Javier Morillas (chelo), David Domínguez (percusión) y los bailarines Juan Fernández y Emilio Ochando, colaborador coreográfico junto a Mara Martínez.
Dirección artística de Sonia González y diseño de luces de Olga García. El Diván de Cocó y Olga Llorente firman el vestuario, inspirado en las épocas vitales de Gala. Cervezas Alhambra patrocina ‘Gala, una mirada eterna’. Colabora Tarantos. Entradas a 30€ en Tarantosbarcelona.com.
Latidos de una creadora
El flamenco narra los episodios de Gala, cada uno introducido por las propias palabras de Paul Éluard y Salvador Dalí (textos cedidos por la Fundación Gala-Salvador Dalí). “Asocio cada palo a una emoción, de la complicidad del amor a la frustración de la separación”, explica la bailaora barcelonesa. La coqueta guajira ilustra así el dulce brote de su pasión por el emergente poeta francés, todavía Paul-Eugène Grindel, en la fría austeridad del sanatorio suizo de Clavadel. Allí, la joven ilustrada rusa, aún Elena Diakonova, se curaba de su afección pulmonar.
Antes, el chelo de una melodía tradicional de su país recrea sus ensoñaciones adolescentes en el diván de la poetisa Marina Tsvietáieva, hermana mayor de su jovial compañera de instituto Anastasia. Granaína y taranto acompañan la risueña alegría de sus años de juventud, hasta que toma el tren camino de Europa, a ritmo de percusión…
En 1914 su amante es llamado al frente de la Gran Guerra. Las bombas marcan el martinete con bastón y la seguiriya, trágicos. Tras una escapada a Rusia, Gala vuelve a cruzar Europa y se instala en la casa de la familia de Paul en Paris. Ambos inician una relación epistolar que ya no se interrumpe hasta 1952. El amor en soledad y el amargo vacío de la ausencia se reflejan en la profunda tristeza de la vidalita, palo de ida y vuelta emparentado con las melancólicas milongas que se cantan a ambas orillas del bajo Paraná.
A su regreso, Paul se transforma en Elúard, el poeta mimado del surrealismo. Compleja y enigmática, su esposa fascina a la vanguardia surrealista parisina. Sin embargo, más que una musa pasiva, no sólo aviva la llama poética de su marido, sino que además prologa sus libros y colabora activamente en sus escritos, ella lo denomina ‘trabajo compatible’.
El oleaje del mar ejerce de transición entre la desazón vital del poeta y la explosión de risa fanática del pintor durante su encuentro en Cadaqués. Gala ya no regresará de allí…
… Tras una introducción de habanera, la complicidad entre ambos se baila por alegrías. “Ella le adopta como su niño y como su amante”, apunta Olga Llorente. Dalí es el universo donde Gala desarrolla en libertad su propio talento literario y artístico. La firma conjunta Gala-Salvador Dalí rubrica los muchos frutos de una simbiosis donde ella no sólo inspira e inventa al genio, sino que también se crea a si misma. Así, las alegrías desembocan en la solea de su silencio interior, allí donde Dalí siempre tenía que llamar antes de entrar…
La escuela catalana
Desplante Femenino del 59 Festival Internacional de Cante de Las Minas de La Unión, Olga Llorente (28) se emocionaba al recoger su estatuilla en el Antiguo Mercado Público de La Unión, La Catedral del Cante. Durante la final embrujó a público y jurado bailando con mantón por Caracoles, palo en desuso que se remonta a los pregones de las caracoleras por las calles gaditanas del XIX. “Tiene un punto de alegría, a diferencia de la trágica seguiriya que había bailado en la semifinal”, explica. La sevillana Paula Comitre fue la otra finalista.
Olga Llorente bailó su seguiriya con torera y pantalón, homenaje a su principal fuente de inspiración, salvaje y racial, mujer legendaria del flamenco, Carmen Amaya. “Admiro su poderosa personalidad”, apunta sobre una bailaora universal también nacida en Barcelona (1918). Mientras que la crítica elogia su “rabia contenida”, ella define su estilo como “emocional a la vez que elegante”, abierto a las influencias de bailaoras y bailaores: “de unas y otros recojo el pedacito que me llene”. Entre ellas, destaca a Juana Maya, Eva Yerbabuena y Mª del Mar Martínez.
Formada en la escuela de La Tani en Barcelona, pertenece a una brillante generación del flamenco catalán. El año pasado su amigo el cantaor barcelonés Matias López Expósito ‘El Mati’ ganó la Lámpara Minera de La Unión. Reside en Madrid desde 2013 y completó su formación en la escuela de Pilar Domínguez, pero hereda el mestizaje cultural de la vena barcelonesa.