La pieza de danza, con desnudos y violencia explícita, se centra en la investigación sobre el modo en que el cuerpo se cultiva, obtiene su forma y se transforma
En TANZ, sus mujeres desnudas y su violencia explícita se centran en la transformación que sufren los cuerpos sometidos a entrenamiento y disciplina. Establece como punto de partida el ballet romántico de principios del siglo XIX y toma como marco una clase de ballet guiada por Beatrice Schoenherr, la primera bailarina que interpretó desnuda, en 1972, una versión de La consagración de la primavera, el ballet compuesto por Igor Stravinski.
Con un elenco femenino de artistas de veinte a ochenta años que representan diferentes antecedentes de danza, TANZ plantea la pregunta de qué significa «bailar el linaje» y cómo reconciliarse con la tradición en el territorio de lo no verbal y su relación con la belleza.
En escena las artistas experimentan un riguroso entrenamiento en ballet en acción, un término que define a un espectáculo que emplea la danza y la pantomima. Aprenden cómo utilizar sus habilidades en un tipo de obra que se enfrenta a criaturas sobrenaturales, y usan la articulación del cuerpo del bailarín como una herramienta para adentrarse en el espacio y así ganar conocimiento acerca de la posibilidad de volar.
A través de técnicas de restricción, practican colectivamente para gobernar el cuerpo y la mente. En un montaje operístico, se realizan parodias brutales de imágenes establecidas de emoción que se encuentran en el ballet, la comedia y la pornografía para ser observadas de lejos y de cerca. Esta industria de la mirada encuentra su traducción en el trabajo de un productor porno que documenta la actuación desde dentro.
Florentina Holzinger (Viena, 1986) estudió coreografía en la School for New Dance Development (SNDO) de Amsterdam. Tras graduarse en 2011 presentó Silk, por el que logró el Premio Jardin d’Europe en el ImpulsTanz Festival 2012. Trabajó con Vincent Riebeek en Kein Applaus für Scheiße (2011), Spirit (2012) y Wellness (2013), obras que tuvieron un eco internacional. Sus trabajos se han exhibido en festivales dentro y fuera de su país. En 2017 presentó la performance Recovery, primera pieza de la trilogía compuesta por Apollon y ahora TANZ. Su creación se desempeña en los límites cambiantes entre la alta cultura y el entretenimiento. En sus obras explora diferentes modos de representación femenina y cuestiona todo el potencial de la fisicidad femenina.