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Año VIIINúmero 376
28 OCTUBRE 2024

Ada González, la princesa ante la segunda mitad de su carrera

Ada González, protagonista de Raymonda
Ada González, protagonista de Raymonda
Una audición publicada en un lugar recóndito de Facebook llevó a Ada González (Barcelona, 1994) a Rumanía, donde debutó profesionalmente en el Teatro de Ballet de Sibiu hace once años. En 2016 entró a formar parte de la Ópera Nacional de Bucarest, siendo ascendida a la categoría de bailarina principal en 2020. Tuvo su primer contacto con la danza con apenas cuatro años, habiendo sido formada principalmente por los ex bailarines internacionales Roser Muñoz y Joan Boix en el Centre de Dansa de Catalunya. A punto de arrancar su novena temporada en la capital rumana, González reflexiona sobre su momento profesional, su trayectoria y sus próximos retos.

¿En qué momento profesional se encuentra?

Justo a punto de cumplir 30 años, así que en el punto medio de la carrera de cualquier bailarina, que, de media, empieza sobre los veinte y suele terminar a los cuarenta. Todo tiene sus pros y sus contras, pero con la ventaja de toda la experiencia que has ido acumulando. Tienes muchísimo más que dar y por el contrario, hay que cuidarse más porque todo cuesta más. Tengo muchas ganas de seguir dando guerra, así que aquí estoy esperando a ver qué me espera en la segunda mitad de mi carrera.

¿Cuáles son sus próximas metas en el mundo del ballet?

Llevo en Bucarest ocho años y ésta es una compañía básicamente clásica, así que he bailado mucho, mucho, mucho clásico. Además, me parece que es el momento adecuado porque es cuando el cuerpo está más preparado para hacer este tipo de técnica porque eres más joven. Tengo muchísimas ganas de seguir haciendo clásico mientras me deje el cuerpo, pero también de explorar un montón de títulos más dramáticos o más modernos. Tengo ganas de hacer cosas nuevas y, por ahora, no parece que en Bucarest tengamos ese tipo de repertorio, aunque este año hemos hecho un par de piezas contemporáneas y he bailado el rol de Solveig en “Peer Gyant” de Davide Bombana y “Blind Tango” de Edward Clug, quien me parece el coreógrafo más interesante que existe y me muero de ganas por trabajar con él. Luego en Europa hay muchísimas compañías y el mundo del ballet es enorme. Tengo ganas de trabajar con todo el mundo.

Ada González, princesa Aurora en La Bella Durmiente
Ada González, princesa Aurora en La Bella Durmiente

Yendo al pasado, ¿cómo aparece la danza en su vida?

Simplemente apareció una escuela de ballet junto a casa y como era un culo inquieto, me apuntaron ahí y hasta hoy.

¿Cuál es la enseñanza más importante que le inculcaron sus maestros Roser Muñoz y Joan Boix?

El amor y el respeto hacia la danza, pero también la disciplina. Además, ellos tienen un trabajo muy dinámico en clase, que hay muy poca gente que lo aplica. Me siento responsable de continuar con su legado, y cuando he tenido la oportunidad de dar clases en Barcelona, Rumanía o Cuba, siempre lo he intentado llevar conmigo. Además, es una escuela que está muy enfocada en el trabajo de escenario. Estuve como mínimo una o dos veces al mes haciendo espectáculos mientras me formaba con ellos.

Ada González como Kitri en Don Quijote
Ada González como Kitri en Don Quijote

¿Por qué se decantó por el Teatrului de Balet Sibiu?

Cuando empecé a ir a audiciones, se pedía como requisito para las bailarinas medir 1,65 y yo soy bajita, así que cuando me aceptaban en una audición, iba de cabeza. Encontré por Facebook la audición para el Teatro de Sibiu. No sabía ni dónde estaba Sibiu, ni conocía Rumanía, pero me pusieron las cosas súper fáciles: les envié el currículum y un vídeo, y me enviaron un contrato. Yo sabía que era una compañía pequeña y que no me iba a quedar toda la vida allí, pero podía empezar a coger experiencia profesional.

¿Cómo fue hacer su primera maleta hacia Rumanía?

La verdad es que fue divertidísimo. Yo estaba súper contenta de tener que preparar mi nueva vida. Fue un cambio brutal y tenía muchas ganas de empezar. Tampoco fue tan difícil porque nos ofrecían alojamiento que era una habitación privada con baño, así que la primera maleta no fue tan extensa como lo sería ahora. Recuerdo el proceso como súper divertido, pensando qué quería llevarme de casa para acordarme de todo y de todos, y cómo no, el diccionario de bolsillo español-rumano. Me adapté rápido. Creo que va en la persona si se adapta bien o no. El rumano es una lengua romance, al principio hablaba muy mal, pero al cabo de dos o tres años tenía la fluidez suficiente y ahora es mi segunda lengua.

¿Recuerda qué bailó en su debut profesional?

Fue un doble programa con “La Vivandière” de Arthur Saint-Léon y “Four Seasons” de Aleisha Gardner. Yo acababa de cumplir 19 años y fui el segundo elenco en ambas piezas. Yo ya sabía qué era interpretar un adagio o un paso a dos en el escenario, pero los nervios estaban ahí. Sibiu era una ciudad pequeña, el público era el que era y vinieron mis tías a verme. Fue todo muy dulce y muy tranquilo. A partir del primer año, cambiaron a las personas de publicidad y empezamos a tener los espectáculos súper llenos y fueron creciendo las responsabilidades. ¿Vinieron más nervios por eso? Pues no. Considero que no soy una persona nerviosa en el escenario, por la experiencia que adquirí de pequeña en la escuela. En Sibiu todos teníamos la misma categoría y en la primera navidad me pusieron a bailar el rol de Clara en “El Cascanueces”. Creo que me voy a morir haciendo de Clara, porque es un rol que lo he interpretado cada año de mi carrera, (ríe).

Ada González como Medora en Le Corsaire
Ada González como Medora en Le Corsaire

¿Cómo definiría el estilo de la Opera Națională București?

Es una ópera estatal con un modelo muy influido por la cercanía de Rusia y el peso del antiguo ballet soviético. Mi primer director fue Gigel Ungureanu y ahora el ballet está dirigido por Alin Gheorghiu. Seremos entre noventa y cien los artistas involucrados en una obra de ballet en Bucarest. La ópera también tiene orquesta, coro y cantantes líricos propios. Actualmente, la Ópera Nacional de Bucarest es una de las pocas compañías de Europa que tiene tanto repertorio clásico.

¿Cómo ha vivido su ascenso por la escala de rangos hasta convertirse en bailarina principal?

Tuve la suerte de hacer poquísimo Cuerpo de Baile, porque me parece durísimo y respeto mucho a las bailarinas de Cuerpo de Baile, que están muchísimas horas al día ahí trabajando con las puntas puestas. Cuando estuve en Sibiu pude disfrutar de papeles de principal, siendo muy jovencita y muy temprano, pero al venir a Bucarest tuve que dar un paso atrás. Estuve un tiempo que toqué todos los roles solistas y al final me dieron papeles de principal. Se agradece tener toda esa experiencia para poder hacer luego un papel principal con confianza, porque a veces en el mundo de la danza se corre un poco y todo el mundo quiere llegar arriba desde el principio, e incluso hay directores que se suben a alguien demasiado rápido y luego esa persona quizás no estaba preparada. Yo he tenido la suerte de prepararme mucho y de poder bailar un montón de roles solistas para ir creciendo poco a poco. Ahora como principal, intento hacerlo lo mejor que puedo.

Ada González en el rol de Odette en El lago de los cisnes
Ada González en el rol de Odette en El lago de los cisnes

¿Cómo se define como bailarina y qué tipo de roles se adecúan más a sus características?

Si preguntas por aquí, te dirán que soy el prototipo de la bailarina clásica, pero yo tengo un poco de lucha rebelde contra eso, porque realmente no me considero una bailarina clásica. En la escuela, Roser y Joan nos enseñaron técnica Vaganova, entonces sí tengo una base clásica muy fuerte, pero ellos también nos enseñaron muchísimo neoclásico. No creo que mi bagaje de la escuela sea 100% clásico de la típica bailarina con tutú, por muy princesa que sea yo a nivel balletístico. Aprecio muchísimo “La Bella Durmiente” y me encanta la idea de la princesa, la purpurina, el tutú y la magia del ballet, pero hay otros roles en los que puedo expresarme yo como persona. Me llenan muchísimo más como bailarina los papeles dramáticos y más humanos. Me encantaría bailar roles como “Manon”, “La Dama de las Camelias” o Tatiana de “Onegin”.

¿Hay algún rol que le haya marcado especialmente?

Diría que Julieta. Primero porque me identifico con ella, además de que todas las versiones artísticas que ha habido de Julieta me parecen súper interesantes, aunque leyendo el libro pueda parecer un poco tonta. Desde pequeña siempre era un rol que me gustó y cuando llegué a Bucarest fue mi primera première en la Ópera de Bucarest y mi primera gran oportunidad. Un día, el entonces director, Renato Zanella, me llamó a su despacho y me dijo: «Quiero que seas tú, así que, por favor, vete a casa y estúdiate el vídeo». Evidentemente, la Julieta que bailaba yo a los 21 no es la misma que estoy bailando ahora.

Por último, ¿qué es la danza para usted?

La danza es toda mi vida. Suena a cliché decirlo así, pero es verdad, porque yo llevo comiendo y bebiendo ballet todas las horas del día desde que tengo doce años. Ni podría ni querría imaginarme mi vida sin la danza. Soy una persona curiosa y cuando voy a ver un espectáculo, me parece súper fascinante lo que pasa en las coulisses, a veces, más que el propio espectáculo. No quisiera perder nunca el privilegio de estar ahí detrás del espectáculo.

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