De aquellos primeros vídeos queda casi todo en un tipo que sólo ha cambiado su modo de vida, pero que mantiene las raíces en lo de siempre: Villamayor de Calatrava, su pandilla de colegas y su amor al barrio donde reside ValleKas (con K), porque el sentido de pertenencia exige escribirlo con K, porque es ahí donde se reconocen los taxistas, los bares de antaño y los que exhalan el humo en del desvencijado campo del Rayo.
A aquel chaval, que ejercía como trabajador social, le estaba cambiando la vida sin darse cuenta, tanto que el éxito conseguido le obligó a decidir qué hacer; seguir con lo que hacía o apostar por ganarse la vida con la comedia. Por suerte para quienes disfrutan de su contenido, dio el salto al vacío y se volcó en ello, permitiendo que hoy, en los teatros de toda España se pueda disfrutar de su espectáculo “Chek. Un show bien”.
Sólo durante el mes de agosto, Casares ha pasado por el Teatro Arlequín de Madrid, por el Centro Cultural Cicca de Las Palmas, el Teatro Leal de La Laguna o por el Teatro Olympia de Valencia, con un gran éxito de público y con un sabor de boca que todavía paladea. “Ha sido un verano lleno de grandes noches que esperamos seguir sumando en los próximos meses. Ha sido un año espectacular, donde he tenido la suerte de disfrutar muchísimo con la gente y el claro ejemplo de que está funcionando, es que ya tenemos fechas cerradas hasta el próximo mes de marzo. Es una pasada”.
El humorista define su propio espectáculo como “un show donde pasan muchas cosas. Hay bastante interacción con el público y, sobre todo, relata todo el cambio que he vivido en esta trayectoria desde los primeros vídeos a este momento”.
El éxito de Chek radica en esa normalidad con la que Casares se presenta ante su público, “lo que cuento en el escenario es todo verdad, una especie de autobiografía que empieza antes de pandemia y llega hasta este momento”.
De hobbie a profesión
Lo que antes de la pandemia era un hobbie, acabó por transformarse en profesión; una de esas casualidades que surgen sin darte cuenta y que son trenes que debes estar preparado para coger para que no pasen de largo. Lo cierto es que mirar cuatro años atrás, supone para Álvaro un recuerdo vertiginoso que son aquellos ante los que te sitúan los grandes cambios.
“Realmente, mi relación con el humor y con los monólogos en particular, se remonta a 2014-2015. En 2016 empecé a subir algunos vídeos para Facebook compaginándolo con otros trabajos porque realmente no los monetizaba. En la pandemia, con la explosión de TikTok a España, tuve la suerte de posicionar mi contenido y a partir de ahí, surge la posibilidad de empezar a ganarme la vida haciendo este tipo de contenido”.
Cuatro años después de la gran explosión de Álvaro Casares como cómico viral, no es raro que el algoritmo cuele alguno de sus vídeos en los teléfonos de aquellas personas que todavía no lo conocen. No es difícil ver cómo el número de seguidores sigue sumando. La clave de todo es que lo que hace, lo hace de verdad. No se ha inventado un personaje, es la historia de un chaval criado en un pueblo de La Mancha cuyos vídeos conducen al pasado y a sonreír sabiendo que todos hemos vivido algo similar en casa.
Que lo reconozcan por la calle, explica, “no es algo que me trastoque mucho, porque tampoco soy ultrafamoso, no soy Javier Bardem. Alguna vez, alguien se acerca a pedirme una foto y demás, pero es todo súper normal y siempre desde el cariño”.
Pese a que no es un gran consumidor de redes sociales, cada vez que publica contenido, empieza esa lucha por ver cómo reaccionará la gente. “Es lógico, cuando haces de las redes sociales tu profesión, no te queda otra que estar pendiente de ver cómo funcionan los nuevos contenidos. No sé cuánto va a durar y si va a funcionar para siempre, por eso haber estudiado es importante por si un día toca cambiar de nuevo y necesito un plan B al que aferrarme”.
¿Explotará la burbuja de las redes sociales?, se pregunta. “Realmente no sabemos qué puede pasar. Estoy centrado en seguir disfrutando con esto que hago, pero también sin perder la perspectiva, porque la gente que vive de redes sociales puede estar viviendo en un espejismo que no es real”.
Álvaro Casares ‘el rey del costumbrismo’
Igual que Romeo Santos es el rey de la bachata, en alguna entrada de Internet puede verse algún titular que sitúan a Casares como ‘el rey del costumbrismo’; preguntándole la procedencia de semejante título honorífico, se ríe recordando que forma parte de la ocurrencia “de un amigo que trabaja en la radio”.
Aquella, rememora, “fue una de las primeras entrevistas que me hicieron. Antes de empezar me preguntó qué tipo de humor hacía y le dije, que solían etiquetarme como humor costumbrista. De pronto, me miró y me dijo: ‘lo tengo’ y de aquella idea genial, surgió lo del monarca costumbrista”.
La realidad es que su casa es como un trastero donde se puede viajar a los 80. De hecho, esta entrevista tuvo que recurrir al teléfono fijo para tener una conversación fluida. ¿Qué hay más costumbrista que llamar a un número con prefijo provincial?
El humor manchego está de moda
Lo cierto es que Álvaro Casares se ha ganado un hueco entre los nuevos cómicos españoles a fuerza de trabajo. Juan Dávila, David Cepo o Fran Pati, son otros de los que gracias a redes sociales se han hecho un hueco en la comedia española, que beben de los mismos referentes a los que les une la denominación de origen castellanomanchega. “Yo me río mucho con Ernesto Sevilla, Joaquín Reyes, Julián López…para mí fueron los pioneros de este humor viral. ‘Muchachada Nui’ fue un fenómeno de los que empezaron a circular sus vídeos pasando de teléfono a teléfono. ¿Quién no recuerda los vídeos del Gañán?”.
Aquello que nació hace más de una década se ha reconvertido, sobre todo con los monólogos como gran propuesta de los nuevos cómicos que están apostando por el modelo stand comedy, basado en la interacción con el público.
Acostumbrarse a este nuevo formato exigió a este cómico un proceso de adaptación. “A mí, al principio, me daba bastante miedo interactuar con el público. Me costó un tiempo sentirme cómodo. Prefería llegar con mi monólogo guionizado y soltarlo encima del escenario que enfrentarme cada noche a un público con sus reacciones diferentes. Nunca sabes qué te vas a encontrar y es un desafío hacer humor con esa cosa cambiante”.
Sin embargo, el gran reto es hacer que el público esté dispuesto a reír sin etiquetas. “Yo
creo que si el chiste está bien tirado no hay problema para hacer ningún tipo de chiste. El problema viene cuando es un chiste patoso, cuando se hace en un entorno donde no debe hacer. Los cómicos debemos medir si un chiste rebasa los límites de lo gracioso antes de hacerlo”.
Esto del humor como profesión no sabe cuánto durará. “No sé cómo será mi vida dentro de cinco años. A lo tonto llevo diez años haciendo monólogos y no sé si es una cosa que vaya a durar eternamente. Una pausa sí que creo que habrá que tener”.
Por si acaso, Casares está estudiando interpretación. “Me gustaría hacer algo como actor, ya sea en una serie o en una peli, ojalá”. De momento, los monólogos y las redes sociales son su apuesta más inmediata.
No es descartable que sus padres o sus amigos lo acompañen en esa aventura después de haber ejercido como secundarios en gran parte de su muestrario. “Mis padres o amigos como José o Ángel, son algunos de los que salen en más vídeos. Cada vez que voy al pueblo siempre se ofrecen a salir y en Villamayor tengo unos extras increíbles”.
‘Miguero del año’ en Villamayor de Calatrava
A veces, los pequeños reconocimientos son los que más le llenan a uno; tal vez por eso, haber sido nombrado ‘Miguero del año’ en Villamayor de Calatrava este verano, figure como logro predilecto en su ya dilatado currículum.
“Este nombramiento me ha hecho mucha ilusión. Yo he crecido en Villamayor y que te reconozcan en tu pueblo, por gente a la que tienes tanto cariño, siempre es especial”. Algunos de sus amigos reconocen que Álvaro “no ha cogido una paleta en la vida”, teoría que él mismo confirma. “Es verdad que no soy muy cocinillas pero según dijo el alcalde, movía la paleta un poco peor que Tomás Roncero que el miguero del año pasado, pero algo mejor que Agustín Durán. Poco a poco…”, sentencia mientras se ríe.
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