Antonio, ¿cómo está el Ballet Nacional de España hoy en día?
Bajo mi punto de vista creo que está donde debe de estar. Ahora mismo es una compañía que se le puede exigir todo, tanto de nueva creación como de reposición de repertorio. Los actuales artistas que componen el Ballet Nacional son muy polifacéticos. Llevamos seis producciones ahora mismo en gira y en esas seis producciones se toca tanto la Escuela Bolera, como todos los estilos de Folclore, Flamenco y Danza Estilizada. Además de tocar todos esos estilos se hacen interpretaciones de esos estilos en forma de repertorio, con coreografías de los años 50, 60 y 70, y también he invitado a casi más de veinte coreógrafos que están contribuyendo con continuos mensajes nuevos, mensajes, también, muy contemporáneos. Todo esto es muy complicado de ejecutar por un mismo cuerpo de baile. Ahora pienso, a día de hoy, que está preparado el Ballet Nacional para asumir todo eso.
¿Ha evolucionado el Ballet Nacional en estos años que llevas al frente?
Mucho. No es que lo crea, lo afirmo. La visibilidad que tiene ahora mismo el Ballet Nacional de España no tiene absolutamente nada que ver con la visibilidad que tenía antes. No hablo con respecto a una gestión mejor o peor llevada en un ballet nacional, sino que las herramientas que tenemos actualmente, como son redes sociales o herramientas de comunicación, o el interés que yo mismo he tenido en comunicar, con todo lo que conlleva la palabra comunicar, las hemos puesto al servicio del ballet para darle visibilidad. Aún le queda mucho.
Estáis cerrando la temporada con el Homenaje a Antonio Ruiz Soler, ¿cómo ha sido el proceso de producción del espectáculo?
La idea la tuve porque consideraba que Antonio Ruiz Soler tenía que ser homenajeado. Que todo lo que haya ocurrido en su vida personal, o el final que haya podido tener a nivel de prensa, porque tuvo un final un poco extraño, no tiene nada que ver con el legado artístico que ha dejado a la danza española. Y cómo él era como artista. Que todavía no se le hubiera homenajeado para mí era un poco extraño.
El Ballet Nacional ha recuperado en muchas ocasiones algunas piezas como Eritaña, Fantasía Galaica, El sombrero de tres picos, pero siempre a modo de recuperación de una pieza integrada en un espectáculo que llevaba otras piezas.
Decidí hacer un homenaje completo y además que en ese homenaje completo se siguiera con mi línea que en cada uno de los espectáculos que ponemos en pie se intente dar el máximo de información posible con respecto a todos los estilos de la danza española. Por eso decidí recuperar Eritaña, de Escuela Bolera; el Zapateado de Sarasate, que es una estilización del Flamenco, por así decirlo, del zapateado de hombre; Fantasía Galaica como representación del Folclore gallego; El sombrero de tres picos, como Danza Clásico-Española Estilizada argumental; y recuperé algo que no se había hecho nunca, recuperar piezas flamencas de Antonio el bailarín, que es el Taranto, extracto del ballet La taberna del toro, que posteriormente fue una película.
Esto en cuanto a lo que es el espectáculo. Pero además de presentar las coreografías yo quería, principalmente, poner muchísimo cuidado en cómo se recuperaban. No llamar a una persona que la recuperara según sus recuerdos, si no intentar encontrar vídeos, que estaban en muy mal estado, de la coreografía original, de cuando se creó, de cuando se estrenó. Lo hemos encontrado en muy mal estado. Hemos tenido que recurrir a algunos artistas para que nos ayudaran en algunas cosas que no hemos podido. Pero todo lo recuperado es exactamente fiel a la coreografía original que creó Antonio.
Además de eso, otro de mis retos era recuperar los telones y las escenografías originales de su estreno. Eritaña es la primera vez que se presenta con la escenografía original que la hemos recuperado de fotografías y algunos apuntes que nos han podido dar artistas que participaron en el estreno. La taberna del toro también se ha recuperado la escenografía original para escenario que nunca se había recuperado. Para el sombrero de tres picos hemos tenido que hacer todos los telones nuevos porque estaban en muy mal estado, y para Fantasía Galaica hemos hecho una recreación de lo que era la escenografía original porque la pieza se había presentado con escenografías muy diferentes.
Ha sido un reto muy bonito. Ha sido un trabajo de indagar en todo el material audiovisual y fotográfico que había de la compañía de Antonio. Lo que a mí más me ha enriquecido de todo este proyecto ha sido que al entrar el público al teatro tuviera imágenes de Antonio de su época de bailarín, de su época de dirección del ballet. Que vieran un poco algunas imágenes de los ballets, que iban a ver después, cómo se bailaban en aquella época. Que sintieran un poco el olor de aquella época. La búsqueda de esas imágenes ha sido lo más enriquecedor. Para ello hemos contactado con abogados de Antonio. Desgraciadamente su legado está muy disperso. La familia, por su funcionamiento, unos se han quedado con unas cosas, otros con otras. Se subastó mucho. El abogado tenía también material. Pero han sido todos muy generosos con nosotros. Nos han pasado parte de ese material, que estaba en muy mal estado. A partir de ahí yo he podido conocer mucho más la figura de Antonio.
No obstante, en los ensayos, una vez que se confeccionó el espectáculo, con Maribel Gallardo (maestra repetidora del Ballet Nacional) y Cristina Visú (repetidora del Ballet Nacional) se contó con la participación en el montaje de Carlos Vilán. Carmen Rojas, que fue la primera bailarina de Antonio que interpretó el Taranto de la Taberna del Toro, ha estado pasando la coreografía junto con Esther Jurado (bailarina principal del Ballet Nacional). He querido recuperar ese pellizco, la forma, el sabor de aquella época.
Una vez que ya estaba el montaje hemos llamado a casi todos los primeros bailarines como Juan Mata, Ana González, Paco Ruiz, Conchita Cerezo, Cristina Hernando, todos los que han podido estar, para que vinieran a ver un ensayo y valorar con sus pequeños apuntes. En general reponer todo esto de la manera más fiel posible.
¿La forma de bailar ha evolucionado? ¿Ha sido un problema añadido?
La técnica evoluciona. El bailarín de ahora no es el bailarín de los años cincuenta, sesenta. La técnica está muchísimo más depurada. Los pies, los saltos, la limpieza que existe ahora, y que se exige ahora y que exijo en el Ballet Nacional de España no es la misma de antes. Eso no quiere decir que el pellizco, el estilo, el carácter y la forma cuando estás recuperando repertorio ahí sí que hay que machacar en que sea realmente lo que Antonio quería ver. Pero eso no quita que ahora, con la velocidad que se bailaba antes, sin mostrar la técnica que hay ahora, ahora no se pueda hacer. Hay cosas que no se pueden hacer. Tú ahora mismo grabas una función de Eritaña que es un ballet de Escuela Bolera bastante complejo, con el nivel de exigencia tan alto de cerrar las quintas, de batir perfectamente, todos los pasos perfectamente pulidos, los pies perfectamente estirados. Todo tiene que ser muy pulcro por cómo se baila actualmente Escuela Bolera. Es imposible hacerlo a la velocidad que se hacía antes. Porque cuando tú ves un vídeo del estreno si miras los pies y miras la forma lo hacían conforme a cómo estaba puesto el listón de calidad de aquella época. Pero no tiene nada que ver a cómo se hace ahora. Por eso hay tiempos que ahora tienen que ser un poco más lentos. En este sentido hemos hecho lo imposible por respetar los tiempos lo más similares posible a como se hacía antes.
El Homenaje a Antonio, ¿culmina en los Teatros del Canal o seguirá girando?
Seguirá girando. El homenaje irá a Pamplona, porque se hará una exposición de los figurines de Pablo Ruiz Picasso. El año que viene lo iremos intercalando con giras. El problema de nuestras giras es que por la carga tenemos que ir compaginando un espectáculo con otro. Pero vamos, que sigue.
Hemos estado en el Festival de Música y Danza de Granada en el Generalife, en el Palau de les Arts de Valencia, Palacio de Congresos de Albacete, y seguirá girando.
¿Cuáles son los nuevos proyectos del Ballet Nacional de España?
Desde que entré en la dirección del Ballet Nacional un año intento hacer recuperación de repertorio y otro año hacer nueva creación. Intercalo. En estos seis años ha sido así. Me gusta mucho el contraste. Ahora hemos hecho un espectáculo de recuperación de repertorio y ahora nos metemos en un lenguaje absolutamente diferente.
Electra es la primera obra argumental que se va a hacer bajo mi dirección. No hemos hecho ningún espectáculo argumental de principio a fin. Le hice este encargo a Antonio Ruz, un coreógrafo principalmente contemporáneo, aunque ha estudiado la carrera de danza española. Yo sé que tiene un gran conocimiento de la danza española. Es una persona que, aparte de tener un lenguaje muy interesante, es una persona que trabaja mucho con el artista y deja bastante libertad para que el artista proponga su forma, su carácter, su identidad y su personalidad. Eso me gusta mucho de él.
En estos cinco años en los que yo he estado al cien por cien presente en todos los ensayos, en todas las clases, puliendo, no he bailado nada. Como ahora creo que está el Ballet artísticamente como yo quería que estuviera, creo que es el momento de integrar este nuevo proyecto. Es un proyecto muy arriesgado. Muy, muy arriesgado. Es poner al Ballet Nacional de España en manos de un coreógrafo principalmente contemporáneo. Pero creo que va a ser muy interesante.
A nivel musical hay mucho de flamenco. Hay mucha guitarra española. Olga Pericet va a estar colaborando en la coreografía. Hay mucha castañuela. Hay zapateado. Hay carácter español, pero desde una visión muy contemporánea, además interpretando el mito de Electra, una tragedia griega en la que hay mucha sangre, en la que hay mucho de visceral, hay mucho de pulso interior. Hay mucho que decir a nivel interior.
Esto hace unos años yo no lo hubiera hecho en el Ballet Nacional porque pienso que para hacer una obra así el equipo artístico tiene que tener un mismo latido. Soy partidario de que una compañía tiene que tener identidad. Aunque sea un Ballet Nacional de España plural, que baila todos los estilos de la danza, tiene que tener identidad. Una identidad que creo tiene ahora. Te guste más o te guste menos un espectáculo del Ballet Nacional de España actualmente hay calidad. Nadie puede decir que los artistas que conforman actualmente el ballet no tienen calidad. Las propuestas en las que te sientas más o menos identificado no significa que no tengan calidad. Todos los artistas y creativos que están colaborando son artistas que tienen mucha calidad y, sobre todo, cuando los llamo para participar en un proyecto lo primero que hago es concienciarlos de que forman parte de un equipo. Si no pienso que no funciona.
El diseño de luces, el diseño de escenografía, la dramaturgia de Conejero de esta Electra, la composición musical de tres músicos contemporáneos con un guitarrista flamenco, el vestuario de Rosa García Andújar, la voz de Sandra Carrasco, todos nos reunimos muchas veces antes de comenzar el proyecto para que todos sepamos hacia dónde va dirigido el proyecto, qué es lo que queremos hacer y que todos vayamos a una. Todo ese equipo creativo al juntarse con los bailarines también tiene que ser una piña. Y esa piña yo siento que ahora está, por eso he decidido afrontar este proyecto.
De momento está todo tranquilo. Las carencias contractuales existen y han existido siempre, y cuando yo entré a dirigir el Ballet Nacional de España es uno de los temas que siempre he tratado con los tres directores generales por los que he pasado. Nos han cambiado ya tres veces de director general con lo que eso conlleva. Cuando tu empiezas a hablar de algo, empieza un poquito a tomar forma… Lo primero que yo quería, además de mejorar las condiciones técnicas del Ballet Nacional (los suelos de las salas, las salas de ensayo, las formas de gira, el cuidado de los bailarines), era hablar de sus retribuciones, su tipo de contratación. Eso por supuesto hay que mejorarlo. Es clarísimo.
Lo triste es que en la única forma en la que se piensa que se puede mejorar es haciendo lo que se hizo, por ejemplo, el año pasado. Y te digo triste porque no llevó absolutamente a nada. Fue una acción muy desordenada, una acción muy visceral, una acción que se hizo en un momento en el que estábamos sin gobierno. Y que no sirvió para nada. Se pedía una forma contractual que no se iba a dar porque es una forma contractual que sólo se podía conseguir a través de un juicio, de una denuncia. Era un poco locura. Eso es lo que a mí me da pena. Lo que me da pena es que no tengamos una mente más abierta.
¿Te dolió personalmente? Se llegó a decir que no dabas la cara, que sólo te interesó defender tu puesto de director del Ballet Nacional
Muchísimo. Desgraciadamente tenía que estar al tanto de todo. Yo siempre he sido una persona muy abierta, incluso antes de dirigir el Ballet Nacional. Iba a ver todos los espectáculos que podía, igual que ahora. Muy compañero. Todo el mundo tiene mi teléfono, yo hablo con todo el mundo. Tengo relación con todo el mundo. No tengo ningún problema de hablar de nada.
Cuando entré a dirigir el Ballet Nacional de España el primer año muy bien, pero poco a poco cuando empecé a decantar una línea, a contar con un tipo de gente, a no contar con otra, ahí ya empieza un poco a removerse. Ahí se empieza a ver cómo va funcionando el sector. Y las redes sociales las tenemos todos. En el momento que surge una cosa así y empiezan a saltar en redes sociales personas conocidas, personas de relevancia en el mundo de la danza, mi primer impulso fue llamarles directamente. Respeto todo lo que se publicó, pero les mostré mi decepción por no llamarme primero, cuando tienen mi teléfono y hemos hablado muchas veces, para informaros primeramente si tanto os preocupa el Ballet Nacional de España. Primero para informaros y tener una versión de la dirección, y después ya dais el veredicto que queráis. Yo me sentí muy dolido por eso. Y lo segundo, porque necesitas saber lo que ha pasado. Necesitas saber por qué Antonio Najarro no está con sus bailarines, fuera en un teatro, con las castañuelas, llorando, reivindicando un contrato indefinido. Tienes que saber por qué, no simplemente criticarlo.
Yo nunca me he escondido de nada, nunca. En todo este proceso de la huelga estaba en mi casa llorando, y mucho. Llorando porque todo el trabajo que habíamos hecho en cinco años, a nivel de países nuevos que habíamos conseguido, a nivel de distribución, todos los promotores que iban a venir a ver el estreno, todos los promotores que estaban escuchando que los bailarines de un día para otro se plantaban, han suspendido las giras, y no nos van a querer contratar. Y ha costado muchísimo trabajo conseguirlo. Sobre todo, de una manera que no iban a conseguir nada. Yo no puedo apoyar a un colectivo de bailarines que sé que se iban a caer de cabeza a un pozo. Yo donde tengo que reivindicar es en mis reuniones con mi director general. Todos los días estaba con el comité de huelga, los bailarines con los que tenía y tengo una excelente relación, y por teléfono con la directora general, intentando llegar a un punto medio lógico.
Nunca iba a apoyar aquello en un estreno de un homenaje a Antonio Ruiz Soler con todo el trabajo que habíamos hecho todos… Porque lo que se veía era el conjunto de cuarenta bailarines, pero el Ballet Nacional de España lo componen noventa personas. Y los bailarines fueron por su cuenta. Que no se levante un telón en un estreno así yo eso no lo podía apoyar tampoco. El público pagó una entrada, estaba sentado, media profesión estaba allí para ver un homenaje a Antonio Ruiz Soler y yo eso nunca lo iba a apoyar. Lo dije en los medios y lo sigo manteniendo.
Yo podría apoyar que los bailarines bailen, que muestren su potencial y el maravilloso trabajo que hemos hecho todos y cuando se baja el telón salir con un micrófono a hacer todas las reivindicaciones que fueran, eso sí, por supuesto. Los intentaba apoyar hasta que vieron que se cayeron de cabeza llevados por lo que fuera… Lo hicieron mal en su momento, y yo escondido no estaba, para nada.
¿Alguno de ellos ha recapacitado?
Claro. Y me llamaron muchos diciéndome que se habían equivocado. Pero eso no ha salido a la luz, como otras muchas cosas. Ese es un problema que tiene nuestra profesión, la danza. En el teatro y en la música cuando hay un conflicto hablan mucho más entre ellos. Todos hacen mucha piña para reivindicar algo, pero además de una manera, generalmente, bastante inteligente. Y en la danza no pasa.
Como ejemplo el Estatuto del Bailarín. Se toman iniciativas para hacer cosas pero las propias iniciativas que se toman en vez de hacer por apoyar, o dar material, o interesarse porque esas iniciativas estén consolidadas, se critican. Sólo se critica. Y eso no puede ser. Cuando hay un conflicto en un Ballet Nacional de la envergadura del que hubo, que se pedían unos contratos, se resumió en huelga, castigo. Se echan a los bailarines del ballet, se convocan audiciones como represalia. Y se queda en eso. Y eso es lo que se ve en todas las redes. Y ahora viene toda la gente que se quiere postular para dirigir el Ballet Nacional de España, porque si tu rascas un poco, el interés es ese, insultando gravemente, que me he visto obligado a interponer demandas por ese tema.
¿Porqué tuvieron que audicionar los bailarines? Porque se les iba a hacer una mejora contractual. Se les han hecho contratos por tres años que es lo que está en la ley. El 95% de los bailarines ha vuelto a entrar en el Ballet. Las bailarinas que estaban embarazadas iban a ir fuera… Fue un despropósito. Si miras atrás y ves cómo está ahora mismo el Ballet Nacional no ha pasado nada. Los bailarines siguen siendo los mismos. A las bailarinas embarazadas se les ha hecho unas pruebas, porque yo he querido, adaptadas a su estado, y siguen bailando. Los que iban a hacer un plantón con una cacerolada en la sede del Ballet Nacional nunca aparecieron. Fue todo un despropósito.
Lo que más me duele de todo esto es que demos esta imagen como sector. Yo estoy trabajando por dar una imagen cultivada, intelectual, elegante, potente, de peso. Que nos respeten. Todo lo que se movió alrededor era todo lo contrario.
¿Cómo es la relación del Ballet Nacional de España con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y el subdirector general de Música y Danza, Eduardo Fernández?
Muy buena. Nosotros demandamos para conseguir cosas. Estamos hablando de la Administración del Estado de un país que está saliendo de una crisis pero que aún está muy mal. Y eso, quieras o no quieras, es la realidad de España. Para llevar a cabo algo con la administración hace falta tiempo. Hace falta hacer algo construido como lo que se está haciendo. Unas mesas en las que parte de los bailarines de las Compañías están unidos para trabajar cosas con la dirección general del INAEM, se ha creado el Estatuto del Bailarín. Por lo menos se van a elevar unos puntos completamente necesarios para el bienestar de nuestra profesión. Es un paso que hay que apoyar porque nunca se ha dado.
¿Hacia dónde quieres llevar al Ballet Nacional de España? ¿Cómo te gustaría que se recordara tu paso por el Ballet?
No pienso en cómo me gustaría que me recordaran. El Ballet Nacional de España lo estoy llevando hacia donde yo quería. Un Ballet Nacional totalmente abierto, en el que entren artistas a nutrir al equipo, que esté con los niños, que se vaya a las escuelas, como se está haciendo, a enseñar lo que es la danza española. Invitar a los niños a ver los ensayos puesto que son nuestro futuro público. Hacer funciones familiares, que se conozca. Un Ballet Nacional que haga desfiles de moda, que tenga repercusión mediática en todo el mundo, que esté relacionado con la pintura, con el cine. Un Ballet Nacional abierto y que todo el mundo vea lo que se hace en él. Como todos los días a través de las redes ven nuestros ensayos, conocen a nuestros bailarines. A mí me conocen de sobra porque hablo todo lo que puedo de lo que hacemos. Es de todos. Quiero seguir con esa dinámica. Conseguir esponsorización, mecenas, aunque en España no existe esta cultura como en Estados Unidos. Estamos consiguiendo tener una entrada de dinero bastante importante. Conseguir nuestro teatro, y que creo que va por muy buen camino. Un teatro que es absolutamente necesario y es increíble que aún no lo tengamos para las dos compañías, invitar compañías, y que sea el Teatro Nacional de la Danza.
No pienso en cómo quiero que la gente me recuerde. Eso ya lo dirá el tiempo. El tiempo lo dice todo.
¿De qué adolece el Ballet a pesar de ser una compañía pública?
Adolece de tener unas mejores condiciones de sus artistas, eso es lo principal, como cualquier compañía internacional de prestigio. Eso ocurre en la Ópera de París, el American Dance Theatre, London Ballet. Unos bailarines con sus sueldos decentes, con su jubilación, con la posibilidad de reciclarse.
Adolece, a día de hoy, de no haber conseguido ser una compañía de referencia mundial como compañía única en estilo. Tendríamos que tener tres compañías girando. Una compañía estable en un teatro en la capital de España, otra compañía girando… Esperemos que poco a poco se vaya consiguiendo. Estoy seguro que se irá consiguiendo.
¿Alguna vez os habéis planteado tener un joven ballet?
Si, si. Y una escuela como existía antes el taller del Ballet Nacional de España que tenía mi predecesor José Antonio. Yo considero que una compañía que no tiene el volumen de trabajo suficiente, de representaciones suficientes para que sea una compañía absolutamente expuesta y de referencia en el mundo, de qué sirve tener un taller. Para tener bailarines que han estado estudiando once años una carrera, meterlos otros tres años a tomar clases y clases. Esos bailarines lo que tienen que hacer es pisar escenarios. Cuando el Ballet Nacional tenga una exposición como yo pienso que debe tener el Ballet Nacional, con un número de representaciones considerable, visitando los mejores teatros del mundo, ahí sí se puede empezar a pensar en un taller que tiene que tener un número de representaciones anuales fijo. Un bailarín que esté en un taller del Ballet Nacional de España tiene que pisar escenarios, para que ese bailarín adquiera experiencia y se haga como artista.
¿Cómo ha evolucionado Antonio Najarro desde que saliera del Conservatorio?
Te voy a ser muy sincero. Como ha ido surgiendo mi vida a todos los niveles, intérprete, coreógrafo, como director de una compañía, la progresión cuando era bailarín del Ballet Nacional de España…, todo lo que me ha ido pasando, aunque yo sabía lo que quería, todas las acciones que yo he ido haciendo, el observar de forma más profunda a un coreógrafo, o el estar atento a cómo se gestionaba una gira cuando era bailarín, todo este tipo de cosas creo que era un poco inconsciente del interés que ponía en ellas, no sabía por qué, pero a día de hoy esta pregunta que me haces veo que todo lo que he hecho en mi vida son las que han aportado a mi personalidad y a mi forma el poder afrontar un reto como dirigir el Ballet Nacional de España. Y ha sido de una manera inconsciente.
Siempre en mi vida me he puesto metas a corto plazo. Cuando era bailarín del cuerpo de baile del Ballet Nacional tenía en mente ser bailarín solista. Metas a corto plazo. Trabajaba para ello. Luego primer bailarín. Pero todo esto de irme fijando en la personalidad de un maestro, un coreógrafo, porque he tenido mucha suerte de estudiar con muchos grandes, y de ver cómo manejaban esto, ver cómo llevaban las giras, de incluso cómo planeaban los rooming list de los hoteles… He ido como absorbiendo muchas cosas sin saber para qué, pero luego todo ha servido para algo. Me pasó lo mismo con los idiomas. Me empeciné en aprender francés e inglés. Veía muchos programas de presentadores ingleses. Cómo se expresaba, su tonalidad, su forma. En Francia veía muchos informativos en francés. Todo eso me ha ayudado mucho ahora para todas las conferencias que doy, cualquier país que vamos, no tenemos que contar con intérpretes. Un director de un Ballet Nacional no puede tener que contar con intérprete. Tiene que saber comunicar el legado de la danza española. Todo eso son cosas que he hecho, también para mi compañía privada porque era necesario, que me han venido muy bien. Me ha hecho afrontar las cosas de una manera más tranquila.
Gestor lo quitaría. He tenido que hacer prensa, distribución, contratación… Pero me siento bailarín y coreógrafo. Es lo que más me llena en mi vida, bailar y coreografiar. Crear. Tratar con los bailarines, sacar el máximo partido de ellos. Eso es el motor de mi vida. El resto lo tengo que hacer, incluso aquí tengo un equipo que me apoya muchísimo, pero tengo que estar pendiente de todo. Me quedo con bailar y coreografiar. En diciembre interpretaré uno de los personajes de Electra.
¿No te da vértigo, después de tanto tiempo?
Mucho. Yo todos los días tomo mi clase de ballet. Es un personaje que he decidido hacerlo porque a Antonio Ruz le parecía muy buena idea. Es un personaje muy concreto que a mi carácter y a mi forma me pega y puede estar bien. Claro que me da mucho vértigo. Hace cinco años que no bailo. Sólo participé en el homenaje a María de Ávila en los Teatros del Canal la coreografía Ritmos de Alberto Lorca. Lo haré lo mejor que pueda.
¿Hasta cuándo tiene contrato Antonio Najarro como director del Ballet Nacional de España?
Mi contrato finalizaba en septiembre de 2016. Me han prorrogado tres años más, hasta septiembre de 2019.