Era tu primera obra profesional dirigido por Ernesto Caballero, ¿qué podrías destacar de trabajar con él?
La libertad que propone a los actores, y sobre todo, el generoso gesto de dejarnos a cada uno de nosotros describir nuestra propia esencia. Trabajar con Ernesto es un viaje y un reto porque trabaja con la gente más grande de este país. El último montaje que había hecho antes de Acastos. ¿Para qué sirve el teatro? había sido con Carmen Machi. Da vértigo, pero cuando le tienes en frente se te olvida todo y lo único que quieres es buscar el camino para llegar a donde él te pide humildemente.
¿Y qué ha supuesto, también, trabajar en el Centro Dramático Nacional?
Pienso mucho que he pisado un lugar donde ha trabajado la gente a la que más admiro. Me gustaría contar una anécdota que me pasó el mismo día del estreno a la salida. Yo admiro profundamente a Nuria Espert, es mi inspiración, mi mantra, solo digo que la llevo de fondo de pantalla en el teléfono. Nada más salir del teatro me la encontré a la puerta, entraba a ver la función de Mario Gas que estaba en la sala Grande. Creo que el destino me acercó a ella justamente ese día. Le enseñé su foto en mi fondo de pantalla, me dio las gracias y tras una agradable tertulia me deseó mucha suerte. Esta es una de las cosas que me ha dado el Centro Dramático Nacional. Mucho aprendizaje y sobre todo grandes regalos humanos, el grupo de actores y todo el personal técnico ha sido una maravilla.
Interpretabas a Platón siendo joven, ¿limó mucho sus ideas, en la medida en que nos puedas detallar, con respecto a su madurez?
Es interesante porque todos cuando somos jóvenes vivimos las cosas de forma más extrema. La adolescencia es el claro ejemplo de esto que hace que lo vivas todo a vida o muerte. El Platón con el que yo jugaba tenía mucho de esto. Era un Platón que se estaba desencantando de la poesía, su primer amor, y para acercarse a la filosofía y a las teorías del mundo de las ideas y la caverna. A medida que pasaron los años por su vida llevó estas ideas más al extremo hasta llegar a la conclusión de que en su modelo de sociedad los artistas estarían desterrados.
¿Cuál es el momento que más te gustaba de la obra en cuanto a tu intervención?
Bueno yo me pasaba la mitad de la obra auto-marginado en un rincón. Era cuando la conversación llegaba a unos extremos que a Platón le resultaban insostenibles cuando decidía salir de su esquina oscura para irrumpir con su opinión y su juicio hacia el arte. El momento más especial para mí era al final, cuando formula una de sus ultimas sentencias: «el arte es la artimaña final del alma humana que prefiere hacer cualquier cosa antes que enfrentarse a los dioses». Esta reflexión de Platón incitaba a Sócrates a cerrar la discusión y a hacer el balance final centrado en el amor. El final en el que le declaraba mi amor absoluto a mi maestro también era mágico.
Se comenta que puede ser que vuelva a programarse Acastos. ¿Para qué sirve el teatro? ¿Qué nos puedes contar?
Aún no puedo decir nada. Nosotros no sabemos nada, aunque la realidad es que se agotaron todas las localidades y que se cubrieron todas las expectativas.