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Emma Ozores: “No tengo ambición. Con mantenerme, ya es bueno”

Emma Ozores en una escena de la obra teatral "Zeus" en el teatro romano de Mérida

Por parte de madre es tataranieta del compositor Manuel Penella Raga, bisnieta del compositor Manuel Penella Moreno, sobrina-nieta de la tiple cómica Teresita Silva, nieta de Magdalena Penella Silva y sobrina de las también actrices Emma Penella y Terele Pávez. A su vez, también es sobrina política del productor de cine Emiliano Piedra (1931-1991), casado con su tía Emma Penella.

Ya desde pequeña quería ser actriz a pesar de considerarse a sí misma una persona tímida. Polifacética, a lo largo de su carrera ha hecho revistas, musicales, teatro clásico, series de televisión y películas, aunque se decanta por personajes cómicos.

Entre sus últimos trabajos figura la obra de teatro El último que apague la luz (2007), dirigida por su padre y la obra de teatro Desnudos en Central Park con Manuel Galiana.

Mirando su currículum, más que su currículum, su árbol genealógico, es que no se puede tener más artistas por ningún lado más artistas alrededor. Pertenece a una saga de actores, actrices, guionistas de cine, de teatro. ¿Qué actividad artística en esa familia, verdad?
Pues fíjate, la sexta generación por parte de padre y la cuarta por parte de madre. Y sí, claro, dices, pues ¿a qué me voy a dedicar? Pues a esto, que es lo que yo he visto y es lo que admiraba yo de mi familia y lo que me gustaba hacer.

¿Cómo era ese acompañar a sus padres en estas giras que ellos hacían? Porque Emma Ozores no era una niña normal…
Claro, pues no, la verdad es que yo lo pasaba muy bien, porque sabes que los actores normalmente son gente muy entretenida y estar desde pequeñita rodeada de gente así, pues era disfrutar y también aprender mucho. También de ellos. Y bueno, pues sí recuerdo muchas giras con mi padre, que me llevaba a veces, no siempre, pero muchas veces pues sí iba a algunos sitios y no tenía colegio o cualquier cosa, y la verdad, yo lo pasaba muy bien, disfrutaba mucho, me veía la obra todos los días porque como ya me gustaba a mí esto, pues me sabía los personajes, me sabía todo, ¿sabes? Y bueno, pues no sé, recuerdos bonitos y no sé, con cariño.

¿Qué recuerda de su padre? Su padre ha sido más mediático, quizás, que su madre. Su madre ha sido menos conocida a nivel popular.
Sí, bueno, mi madre lo que pasa es que hizo muchas películas en Italia, en América. Por ejemplo, ella trabajó con Yul Brynner, Franco Nero, Eddie Constantin, y con actores buenísimos. Nunca ha alardeado de eso. Y de repente veo fotos en internet y digo “pero mamá, que tú has trabajado con este actor, mira, estás aquí”, y me dice, “ah, sí, sí, sí”, sin darle importancia. Y yo digo, pero qué barbaridad. Muchos westerns, ella guapísima siempre. Entonces ella salía con trenzas. Hizo mucho cine fuera. Y aquí puede ser que hiciera menos cosas, pero también hizo trabajos bonitos en teatro. Y mi padre, pues sí, claro, mucho más conocido. Fíjate, es curioso, porque los tres hermanos, Mariano, que fue el director que hacía todas las películas con Pajares y Esteso, que las escribía él, lo dirigía él, mi padre y mi tío José Luis, que también fue conocido. Los tres, realmente, triunfaron en este oficio complicado. Así que eso es algo a admirar por mí.

Emma Ozores en una escena de la obra teatral «Zeus» en el teatro romano de Mérida

¿Qué recuerda de él como padre?
Como padre, maravilloso, siempre divertido, buena persona. Él decía que no educaba sino más que con su comportamiento, que su forma de actuar ya era una manera de educar. Y es verdad. Siempre con muchísimo sentido del humor. Muy buena gente, muy inteligente, súper listo. O sea, es que solo puedo hablar cosas muy bonitas de él porque es que… todo lo que él tenía era para mí genial. A mí me parecía un genio. Tenía mucho sentido del humor. Todo el rato me reía con él, y él decía “pero qué buen público tengo contigo”. Todos los días se le ocurrían cosas muy graciosas. Un poco como se le veía en las entrevistas. Así era él en la vida. Un señor genial.

¿Se parece mucho más a él que a su madre?
Pues yo creo que físicamente sí, ya me gustaría también ser guapísima, pero no. Me parezco más a mi padre y yo creo que sí, que interiormente también me parezco bastante a él. De hecho he querido también aprender mucho de él. Y espero que se me hayan quedado cosas. Ahora con una obra que estoy haciendo la gente dice “ay, pero si veía a tu padre en el escenario”. Digo qué me dices. Les recordaba también yo la forma de trabajar de él. Es una satisfacción, la verdad, todo lo que he podido aprender de él. Todo lo bueno que tenga será cosa de él.

Emma, ¿cómo llega el mundo del teatro a su vida?
Cuando tienes una edad y todo el mundo empieza a preguntarte ¿y qué vas a hacer? Me preguntaban muchas veces, y ya dije, pues es verdad, hay que hacer algo. A mí lo que realmente me gustaba y admiraba era a la gente de mi familia. Lo que me gustaba era poder hacer eso, pero yo no sabía si servía o no servía para este oficio. Estuve con un actor que daba clases que se llamaba Pepe Franco. Realmente cuando más aprendes es cuando estás encima del escenario. Hice unas pruebas, me salió un trabajo y aprendí mucho. Así, poco a poco, hice un poco de todo. Empecé con un musical que se llamaba Por la calle de Alcalá. Luego, pasados muchos años hice el papel principal de La fierecilla domada, La dama boba… también de papel principal. Cada día estoy aprendiendo, porque este oficio es así, estás aprendiendo cada segundo.

Si hiciéramos un repaso a su trayectoria teatral, ¿cuál es el trabajo que más le ha llenado, con el que está más satisfecha?
Voy a tener que decir dos funciones que escribió mi padre. Una se llama Achipé, Achipé, con la que estuvimos bastante tiempo porque era graciosísima, y otra, la que estoy haciendo ahora, que se llama El último que apague la luz, que lleva años y años porque gusta mucho. Mientras siga gustando y sigamos trabajando, pues ahí estaremos. Creo que esas dos también… por lo entrañable que supone que es una obra que escribió y dirigió mi padre, bueno, las dos. Y luego, pues, porque son muy divertidas y la gente lo pasa muy bien y se ríe muchísimo. Y es una satisfacción saber que lo que estás haciendo va a gustar a cada sitio donde vamos de gira ahora. Entonces, creo que me quedaría con esas dos. Puedo seguir, ¿eh? Puedo seguir diciendo, pero bueno, me quedo con esas.

¿Usted cree que los grandes cómicos tienen un gran dramático dentro?
Sí, bueno, mi padre por ejemplo no, porque siempre era muy gracioso, pero sí es verdad que tú veías a José Luis López Vázquez, veías a otra gente y eran más bien serios, eran personas serias, ¿no? Y luego, por ejemplo, Tip, que era un señor divino, pues tuvo también una tragedia muy grande, que falleció su hijo, o sea, quiero decir que… que han tenido vidas muy duras y en cambio salían a hacer reír a la gente.

Emma Ozores en una escena de la obra teatral «Zeus» en el teatro romano de Mérida

Vamos a hablar de Mérida. El pasado año, ¿era la primera vez que pisaba la arena de ese teatro romano? ¿Qué sensación produce estar delante de 3.000 personas en ese marco incomparable como es el teatro romano de Mérida?
Es la tercera vez que piso la arena del romano. Mucha responsabilidad, y mucha satisfacción, porque recuerdas los antepasados que habían estado allí, toda la historia que aquello lleva. Es como un regalo, es un regalo muy grande y el poderlo haber vivido durante tres años diferentes, pues es una satisfacción, con tres obras diferentes, quiero decir. Es precioso, o sea, tú estás trabajando y puedes mirar para arriba y ver la luna. Ver la cantidad de público que hay, que es impresionante, toda la gente que acude, los espectáculos que tienen un nivel bastante importante de buenos, de actores estupendos. La satisfacción también de estar con una obra que notas que gusta a la gente, que mis compañeros son geniales, no sé, es un regalo realmente.

A partir del 15 de mayo llegan al Teatro Bellas Artes de Madrid con El regalo de Zeus. ¿Qué nos cuenta esta función?
El regalo de Zeus, que es la obra que voy a hacer, la dirige Concha Rodríguez, que es un ser espectacular. Tiene una cabeza increíble, porque se le ocurrió escribir esto junto con números de circo. Se une gente que hace cosas espectaculares de circo con texto. Tenemos a Sandra Cordero, que la aplaudieron como cinco veces en la obra, en Mérida, con las cosas que llega a hacer. Es súper bonita y su trabajo es impresionante. Hay otra gente también que hace cosas impresionantes. Y los actores son estupendos. La obra tiene muchas cosas que yo creo que la gente se va a sentir reflejada con ellas y le va a hacer pensar, pero a través de la risa. Es divertido, es una obra muy original. Trata de Zeus, de Thalía… Por ejemplo, yo soy Thalía, que es la musa de la comedia, y estoy enfrentada a mi hermana que es la musa de la tragedia. Para ella todo es un drama, y yo todo es una alegría. Suceden bastantes cosas en las que yo intento siempre que vaya para bien y para bien de la humanidad porque quiero mucho a la humanidad y ella es todo lo contrario. Ahí está la lucha. También está en el reparto Juan Meseguer, que es un actor fantástico, al que yo admiraba mucho y es la primera vez que trabajo con él. Él hace de Zeus, es el rey, y bueno, pues está entre una hija, entre la otra, entre las cosas que suceden con los humanos y cómo podemos arreglarlas. Y no sé, es una obra, es que es complicado de contar porque son muchas cosas, pero de verdad merece la pena verla porque se distrae uno muchísimo, porque creo que es una gran puesta en escena. Y de Mérida aquí no te creas que va a haber mucho cambio, porque no están las columnas, vaya, pero quiero decir que se quiere hacer también con mucha clase y mucha fuerza para que siga gustando tanto. También hay efectos en 3D, que vamos a ver un montón de cosas, cuando se crearon los animales, se van a ver los animales, se van a ver muchas cosas, no sé, es un gran espectáculo.

Emma Ozores en una escena de la obra teatral «Zeus» en el teatro romano de Mérida

Emma, me comentaba del teatro romano que cuando levantas la vista puedes ver la luna, puedes ver las estrellas, normalmente en esos meses se suelen ver muy bien las estrellas. En el Corral de Comedias de Almagro sucede exactamente lo mismo. ¿Ha tenido la oportunidad de trabajar allí?
Pues fíjate que no. Yo he ido a trabajar a Almagro, pero he ido al teatro, no he ido al Corral de Comedias. Es precioso. A ver si algún día me toca.

En Mérida se crea una magia en ese momento, pero el público también la crea. Hay algo especial. Y además la gente que acude a todos los espectáculos es tan bonita. Hombre, también está la labor de Jesús… porque vamos, él es el que hace todo, de Pentación, porque sin él probablemente no sería igual, pero de verdad que es un trabajo maravilloso el que se ve siempre en el festival.

Ha hecho teatro, ha hecho televisión, ha hecho cine ¿Qué le aporta el teatro? ¿Qué le aporta las artes en vivo que por ejemplo no le aporta el cine o la televisión?
Normalmente los actores que hacemos teatro y hacemos a veces cine o televisión, te gusta mucho el teatro, porque es que el teatro está vivo en ese momento, pasa en ese momento y el que dice “buenas tordes”, pues ahí se ha quedado, porque no tiene arreglo. Entonces es más auténtico, es más sincero, estás viendo la reacción del público, notas cuando se ríen, notas si esto no les gusta. Aprendes mucho también en muchos momentos. A veces si haces una pausa y hablas, resulta que se ríen, pero si no haces la pausa no se ríen. Porque no les ha dado tiempo a pensar lo que ha dicho anteriormente el otro, entonces ya no tiene gracia lo tuyo, pero si tú haces la pausa les da tiempo a pensar y después lo dices tú y entonces ya es cuando tiene gracia. Quiero decir, hay tantas cosas que uno aprende cuando está la gente. Cuando he hecho televisión, que bueno, pues muy bien y tal, pero echaba de menos ese contacto, el verles las caritas cuando ya termina la obra. Adiós, gracias, no sé qué, echas de menos eso, porque es que está vivo, es en ese momento. Es una satisfacción poder hacer teatro, te llena, te llena mucho, ¿sabes? Lo otro es más, pues eso, que te hacen un plano más tal, no sé, es más… Mi padre, por ejemplo, cuando quería contratar a alguien decía, ¿ha hecho teatro? Dice sí, dice vale, entonces me vale. Como que se supone que tienes un bagaje más profesional, ¿no?, cuando ya has hecho varias obras y todo eso. Y luego el hecho de poder estar con Pentación, con Jesús Cimarro en el Bellas Artes, que es alguien a quien yo, él lo sabe, que yo le admiro mucho. Siempre le veo cómo trabaja y es impresionante porque no le ves ni agotado, ni cansado ni nada, él está estupendo, pero está en todos los lados, mirándolo todo, fijándose en todo, haciéndolo genial y claro, dices, no me extraña el éxito, cómo no va a tener éxito, si es que es una cabeza privilegiada y luego buena gente, muy cercano. Todos los días está ahí en el teatro con una obra, con la otra, con la otra, viéndonos cada día, saludándonos cada día, estando ahí. Es impresionante.

Emma Ozores en una escena de la obra teatral «Zeus» en el teatro romano de Mérida

Corríjame si me equivoco, ¿usted grabó una Gloria Nacional?
Si. Yo trabajé con Paco Rabal. Menudo reparto tenía. Fue una satisfacción enorme trabajar con esa gente. Los guiones, todo. Paco, un hombre tan sencillo, porque dicen que los grandes siempre son humildes y es verdad. Fue fantástico estar con él, porque además es que me tocaban las escenas con él. O sea, tenía esa suerte también. Analía Gadé, también, sí, había muchos muy buenos. Carmen de la Maza, también…

Emma, ¿qué personaje se nos ha ido y ya no va a llegar?
Hay tantos, yo ahora haría un reparto de tantos que no están, de verdad, a veces te cuesta porque te vienen los otros y yo siempre pienso porque… Yo echo mucho de menos esa época. Cuando yo veía a Fernando Fernán-Gómez, a José Luis López Vázquez, a gente que admiras, y de repente digo “¿qué me estoy perdiendo ahora? Pues no me estoy perdiendo nada, porque antes sí, antes diría, hombre, querría trabajar con este o con el otro y tal, pero ahora, pues digo, bueno, afortunadamente, puedo hacer un poco lo que quiero porque el público me acompaña. Echándoles de menos, pero mucho en este oficio. Lo que pienso es como me han dejado sola. Porque yo he aprendido de ellos. Los he admirado a ellos, si lo hago más o menos bien también es por ellos, porque he intentado coger y aprender de todo su trabajo.

¿Cree que la profesión ha sido justa con usted?
Sí, ¿sabes qué pasa? Que no tengo ambición, entonces yo no me espero tampoco nada. Mi padre decía “con mantenernos eso ya es bueno”, porque es verdad, es un oficio que de repente estás aquí y de repente, adiós. ¿Qué fue de no sé quién? El hecho de decir, bueno, mientras me mantenga, pues está bien. Entonces, al no tener ambición, pues tampoco aspiro a grandes cosas, ni premios, ni cosas de esas. De hecho, me hace creo que más ilusión cuando a mi prima le dieron el Goya, que a lo mejor si me lo dieran a mí, porque me hace mucha ilusión. No necesito tampoco mucho más. Estoy contenta con lo que hago. Y vemos que en cada sitio donde vamos está llenándose y viene muchísima gente. ¿Qué más puedo pedir? La gente por la calle te mira, te sonríe, pues es que son muy monos, es que vienen con mucho cariño y yo también les quiero, yo al final de la obra digo ¡os quiero! Porque lo siento así, en definitiva, luego te pones a pensar y dices pues soy alguien gracias a ellos, porque claro, si no, mi familia igual, si no hubieran venido a ver todas sus cosas… Agradecida 100%.

La obra con la que siempre está de gira, El último que apague la luz. ¿Qué nos cuenta?
El último que apague la luz es una obra que escribió y dirigió mi padre. Estamos de gira, estuvimos en Madrid en dos teatros porque funcionaba muy bien, luego me llamaron de otro, entonces fui a otro y ahora pues estamos de gira porque yo tenía muchas ganas de hacer una gira de gente que no hubiera podido venir a Madrid a verla, pues ir nosotros. Está funcionando muy bien, está gustando mucho, la gente lo pasa muy bien, se ríe muchísimo, tengo a Rubén Torres que es mi compi que está estupendo y bueno pues ahí estamos porque llevamos muchísimos años con la obra. Es una obra que está en mi corazón porque claro, a ver, yo creo que viene la gente un poco diciendo a ver qué ha hecho la hija y qué hizo el padre, entonces vienen con cariño porque a veces nada más salir a escena aplauden y eso es cariño, para mí es algo entrañable, antes de empezar la obra siempre digo va por ti papá. También hay un recuerdo bonito de él en la obra, donde la gente aplaude muchas veces. Qué te voy a decir, que, de momento, mira, tenemos otra también para hacer, pero claro, nos piden El último que apague la luz y ahí seguimos con ella.

Emma Ozores en una escena de la obra teatral «Zeus» en el teatro romano de Mérida

Me ha recordado cuando su padre aparecía en escena, y la gente aplaudía sin que abriera la boca…
Sí, sí, sí, es verdad. Mira, él en Achipé, Achipé no trabajaba porque empezó a escribir un papel muy bueno, muy bueno y hablaba tanto y el personaje y tal que dijo yo no tengo ganas de hacer todo esto, de estudiarlo todo esto, no lo voy a hacer, porque lo pensaba hacer él. Al final cuando debutamos en Barcelona dijo el empresario del teatro: «Hombre, ¿por qué no haces tú algún papel? y él metió un papel para hacer él en Achipé, Achipé. Cada vez que salía la gente le aplaudía y me miraba y decía, pero si no he dicho nada, pero era el agradecimiento, la alegría de verlo en el escenario, ¿cómo no voy a querer yo a la gente?

¿Qué le pide al mundo del teatro?
Le pido seguir como estoy, poder hacer cosas bonitas, que me contratan para cosas bonitas y otras que puedo hacer yo también como esta de El último que apague la luz. Continuar así, y poder hacer que la gente disfrute, que desconecten, que lo pasen bien, en Mérida por ejemplo El regalo de Zeus pues ha sido un éxito muy grande. Esperemos que en Madrid también, vamos con mucho cariño y con mucha ilusión.

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