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Año VIIINúmero 380
25 NOVIEMBRE 2024

Iratxe Ansa: “Con quince años ya era demasiado curiosa y creativa. Físicamente ya estaba preparada para afrontar grandes retos”

Es una de las tres finalistas que el próximo 4 de octubre estarán en el Teatro Arriaga de Bilbao como mejor intérprete femenina de danza. Al Premio Nacional de Danza en la modalidad de interpretación, concedido el año pasado por el Ministerio de Cultura, se le suma esta candidatura que podrá terminar con final feliz si consigue levantar la preciada manzana cerca de su casa natal.

Y es que la bailarina y coreógrafa nace en Rentería. Se graduó en el Conservatorio Superior de Música de San Sebastián, continuando sus estudios y graduación en la John Cranko Schule en Stuttgart. Desde 1993 Iratxe ha bailado en el Basilea Ballet, Ballet Gulbelkian, Compañía Nacional de Danza, Lyon Opera Ballet y Nederlands Danse Theater.

A lo largo de su carrera ha trabajado con coreógrafos como Nacho Duato, William Forsythe, Jiri Kylian, Crystal Pite, Medhi Walerski, Johan Inger, Ohad Naharin, Mats Ek, Nils Christe, Patrick de Bana, Wayne McGregor, Maurice Causey, Alexander Ekman, Rui Horta, Jacopo Godani y Mathilde Monnier entre otros.

En 2002 participó en los premios Benois de la Danse junto a Nacho Duato, en los cuales recibe dos premios. Y en el mismo año ganó el premio Selección del Público y el Premio a la Mejor Bailarina en el festival de teatro Solo Tanz Internationales en Alemania. En 2007 fue galardonada con el premio a la Trayectoria artística en la Asociación de Profesionales de la Danza de España.

Como coreógrafa, Iratxe Ansa ha creado piezas para la Ópera de Lyon Ballet, Lines Ballet Junior Company y otras piezas creadas específicamente para galas.

Desde que en 2009 dejó el Nederlands Danse Theatre, comenzó una nueva carrera como freelance, impartiendo talleres coreográficos, bailando en proyectos específicos y creando coreografías.

Desde 2014 trabaja junto a Igor Bacovich en el proyecto Metamorphosis International Residency, sobre el cual han realizado la película documental Metamorphosis International Residency-San Sebastián 2016.

 

¿Qué ha significado ser finalista de esta edición de los Premios Max, unos premios tan importantes para el mundo de las artes escénicas?

Para mí, la verdad, es algo muy nuevo. Es el primer año en el cual estoy nominada, y el primer año que voy a asistir a la gala de entrega. Me hace mucha ilusión, además, que se celebre en el Teatro Arriaga de Bilbao. El año pasado hicimos allí una producción, Los siete pecados capitales, y eso me permitió conocer más cerca el teatro, en el que ya había trabajado en alguna ocasión anteriormente con Nacho Duato, y con la producción Al desnudo, precisamente por la que estoy nominada a los Premios Max. Estoy muy ilusionada, feliz, contenta, y con muchas ganas de reunirnos muchos compañeros, todos de artes escénicas, en un mismo lugar. Y que piensen que merezco estar nominada me da mucha emoción, orgullo, pero con muchas ganas de estar y ver a todo el mundo.

 

AL DESNUDO   Metamorphosis Dance   fotos Danilo Moroni Juan Carlos Toledo 2

 

¿Qué nos cuenta Al desnudo, la obra por la que está nominada?

Al desnudo somos Igor Bacovich y yo. Es una pieza que nos está dando muchas alegrías. Fue una comisión para el Festival Madrid en Danza, dirigido por Aída Gómez, en el 2020, donde se nos propuso bailar y participar en una noche entera de danza, con una pieza de más de una hora de duración, interpretada sólo por dos bailarines. La verdad es que dije que sí al proyecto pensando que no iba a salir, y luego sucedió. Estrenamos en junio de 2020, después de haber estado confinados. Estuvimos confinados en España, y volvimos para confinarnos desde Canadá. Antes del confinamiento trabajábamos mucho fuera de España. Nos propusieron hacer un Full Evening y lo preparamos todo en casa.

En Al desnudo intentamos mostrar cómo somos. Trabajamos con imagen, con video, con streaming. Como estamos solitos en el escenario trabajamos con el tráfico de luces, que son nuestros compañeros. Tenemos muchas luces alrededor que movemos. El proyecto somos Igor Bacovich, yo, y el artista visual Danilo Moroni.

Como decía antes, Al desnudo somos nosotros. Tenemos un método de trabajo que se llama Metamorphosis Method. En escena hemos querido escenificar diferentes partes del método. Así dicho, si no lo conoces, quizás no significa nada. Pero si conoces el método lo puedes entender un poquito. Básicamente inicia con un paso a dos acabado con música de Philip Glass. Terminado el paso a dos de un hombre y una mujer hay un cambio de música radical, tecno de Johan Wieslander, cambio de luces, y nos introducimos en un laboratorio y mostramos, un poco, cómo llegamos a mostrar ese material coreográfico que han visto en ese primer paso a dos.

Acabamos de volver de la Bienale de Venezia, estuvo en el Arriaga, en el Victoria Eugenia… Es una pieza que nos está dando mucho y que la disfrutamos mucho tanto Igor como yo, y nos sentimos muy bien dentro de ella. Y eso no es fácil que suceda, por lo menos para mí, porque soy muy sincera, quizás. Y en Al desnudo estoy bien, soy quien soy, en mi sitio, muy en forma para hacerlo porque es una pieza que va muy lejos físicamente, o deberíamos de ir muy lejos para dar lo mejor.

 

El año pasado cae por sorpresa el Premio Nacional de Danza. ¿Está en su mejor momento y recogiendo los frutos de un intenso trabajo?

Cae totalmente por sorpresa, la verdad. Ten en cuenta que toda mi carrera y desde los catorce años, excepto cinco años con Nacho Duato, estoy fuera de España. Aún cuando estoy fuera de grandes compañías y me convierto en freelance toda nuestra carrera se sigue desarrollando fuera de España. Pero después del Covid-19 recibir esta llamada fue una alegría enorme, una sorpresa, un agradecimiento enorme porque yo creo que no me esperaba que supieran que estaba ahí. Yo quiero estar en mi país, quiero estar aquí, quiero desarrollar mi proyecto aquí, y al ser acogido de esta manera, ha sido muy grande, mejor que si se hubiera dado en uno de los países donde he estado. Es una emoción gigante, y que venga desde aquí significa mucho para mí.

Y en cuanto a recoger los frutos, tengo que decirte que yo he disfrutado mucho en todas las compañías y sitios donde he estado. Con quince años ya estaba en donde tenía que estar, bailaba con gente como Vladimir Malakhov, mi base era clásica, pero entendí que tenía que trabajar con coreógrafos, que era demasiado curiosa y creativa, físicamente estaba preparada para hacer ciertas cosas dentro del ballet e inicio mi ruta de curiosidad, de desarrollarme, de querer saber más, y he tenido mucha suerte porque he podido estar en los sitios donde yo quería estar. He trabajado mucho, he disfrutado mucho, y todas las etapas han sido muy importantes. Es verdad que al llevar mi compañía, mi proyecto, nuestro proyecto junto con Igor, y recibir todo este aprecio… Porque cuesta mucho llevar nuestro proyecto adelante, trabajar 24 horas, sin sábados ni domingos, lo que todos sabemos… Y recibir todo este cariño, todo este aprecio, da mucha fuerza y es una maravilla. ¿Estoy recogiendo por el trabajo de todos estos años? Pues quizás si. Yo me siento muy afortunada. He recogido siempre cosas bonitas en cada sitio donde he estado. Además, soy nómada, he vivido y me he desarrollado en muchos lugares, y en ellos tengo a mi gente, repartida por todo el mundo. Pero ahora es el momento de desarrollar nuestro proyecto en España, aunque sabemos que es muy complicado. Nos metemos en unos líos tremendos, pero también creo que es el momento para ello. Cada etapa tiene su momento diferente, y así lo veo yo según lo visualizo mirando hacia atrás.

 

Iratxe Ansa Danilo Moroni Juan Carlos Toledo 1

 

¿Cuándo se cruza la danza en su camino? ¿Cuándo decide dedicarse al mundo de la danza?

Aunque suene muy ñoña también la respuesta, yo vengo de Rentería. De una familia muy normal donde no hay ningún tipo de arte. Sí que es una familia muy euskalduna donde yo, desde pequeña, no sé si se cruzó la danza, es que yo era danza, en el sentido de que bailaba mucho. Me metieron en dantxa, por los orígenes de mi familia. Y lo típico, si te gusta el baile te ponen a bailar aurresku o lo que sea. Yo creo que tenía 8 o 9 años. La danza estuvo siempre ahí. Yo no recuerdo, sinceramente, no bailar. Que luego se haya profesionalizado y haya tenido la suerte de tener lo que había que tener para llegar a los sitios donde quería llegar, no es nada sencillo, y eso sucede después. Pero la danza ha estado siempre, y yo creo que estará siempre de una manera u otra. Mis inicios son en Rentería y de ahí, en muy poquito tiempo, me llevaron al conservatorio de San Sebastián, porque me dijeron que para ser bailarina había que aprender ballet, y me puse a estudiar ballet. Con catorce años ya estaba becada por el gobierno vasco en Alemania, en la John Cranko Schule en Stuttgart, una escuela de las más fuertes de Europa. De Rentería a Stuttgart. Imagina el cambio visual, de gente… pero aquello era mi sitio. Allí estaba feliz y muy contenta porque quería conseguir mis objetivos.

 

Foto Al Desnudo   Metamorphosis Dance Actofotografic0 DSCF0344

 

¿Qué coreógrafos han dejado más huella en su carrera?

Todos, todos. No está bien seleccionar a alguno. Son como los hijos. Evidentemente trabajar cinco años con Nacho le hace ser mi director, son bastantes. Pero es verdad que en una carrera tan larga e intensa he trabajado con muchos coreógrafos. He pasado por muchas compañías, en las que se invitaba a coreógrafos externos a la compañía. Perfectamente en un año podía trabajar con quince creadores. Cuando se repetían los coreógrafos los ves crecer a ellos, como ellos te ven crecer a ti profesionalmente. Es verdad que vas creando vínculos y vives experiencias que, en algunos casos, se pueden repetir. Aprendes de todos, de todo, y aprendes de lo que no sale bien… Si tuviera que nombrar a alguien del que estoy aprendiendo mucho en este momento sería Igor Bacovich.

Todos me han formado y me han enseñado, y me han creado profesionalmente para bien o para mal, con mis errores y mis aciertos. Grandes coreógrafos como Jiri Kylian, William Forsythe, Mats Ek y Ana Laguna, me han ido moldeando, pero una de las personas a las que estoy observando ahora mismo y es “una pasada” es Igor. Lo veo a diario y me inspira como performer, es sorprendente. Tengo mucha suerte de tener alguien a mi lado que me enriquece diariamente. No es lo mismo estar solito en el estudio para crear que, en mi caso, que tengo una persona, un Igor Bacovich a tu lado que te inspira y te hace producir más cosas interesantes.

Todos han sido muy importantes en mi vida, y ellos lo saben. Pero con Bacovich no me apalanco, me empujo.

 

¿Cómo se definiría como intérprete de danza?

Es una pregunta que no es fácil, e imagino que se la harás a todos. Me definen mejor los demás. Soy completamente investigadora, me interesa mucho el estudio. Y cuando digo estudio, me refiero a sudar la camiseta e intentar buscar a través de todas las herramientas que hemos desarrollado durante todos estos años, intentar buscar cosas que no sé. Es un motor que hay dentro de mí, y con mis 45 años, y después de haber tenido una carrera tan larga, y haber bailado tanto, tanto, quiero seguir.

Cuando me dieron el Premio Nacional de Danza hicieron un gran esfuerzo en definirme, y pensé, estoy muy de acuerdo con lo que han dicho. Dijeron: “Su dimensión como intérprete, que la hace brillar más allá de su trabajo puramente físico” y “por la maestría con la que alimenta el cuerpo para trascender la técnica en una constante y versátil evolución”. Muy de acuerdo.

Todos los bailarines trabajamos mucho físicamente, trabajamos con el cuerpo, esa es una de las etapas, pero cuando ya hemos conseguido ese dominio físico trabajamos mucho mentalmente, investigamos para tratar de buscar cosas nuevas que nos den sentido a nosotros, no por ser diferentes, sino por evolucionar. Entiendo porqué pusieron lo de maestría, porqué lo de cuerpo, y porqué han puesto investigación. Realidad y sinceridad faltaría, porque tratamos de ser muy honestos.

 

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