¿Cuál es el discurso expositivo?
Bueno la figura pretexto es Gil Vicente. Es un autor que escribe teatro, indistintamente, en portugués y en español, y que nos sirve como pretexto para hablar del teatro en los inicios, el teatro moderno, y relacionándolo con una serie de circunstancias que son concomitantes. Por ejemplo, la primera sección la llamamos ‘Tiempo de descubrimientos’ porque, justamente, tanto España como Portugal son los dos reinos que están volcados hacia la búsqueda de nuevas tierras y nuevos mares. Eso tiene mucho que ver con el hecho de que la mayor parte, por no decir todos los dramaturgos de finales del siglo XV y principios del XVI procedan de esas tierras de lo que yo llamo “el oeste ibérico”. Podríamos trazar un perímetro que abarque desde Lisboa, Évora, Coimbra, Zamora, Salamanca, Ávila, Toledo, Cáceres, Badajoz… Ahí, precisamente, surge este teatro. Lo mismo que la mayoría de descubridores y conquistadores son de esta tierra.
Hay como una refundación del teatro. El teatro lo habían inventado los griegos, pero hasta el siglo XVI no se construye un verdadero teatro moderno en Europa. Justamente España y Portugal están ahí en la misma empresa, unidos en la búsqueda de ese teatro que es bastante moderno, porque la mayoría de dramaturgos son, a la vez, cómicos, son actores, es decir, que conocen la práctica teatral, no escriben por un lado y luego dejan la obra en manos de los “directores”, sino que ellos mismos lo hacen todo. Son empresarios, lo montan, interpretan los personajes.
Este teatro va a tener una importancia grande porque alguno de ellos, posteriormente, emigra a Roma.
Otra característica de este teatro es que está hecho para las cortes. Es decir, al servicio de señores, nobles, reyes, cardenales, papas, etc. Es un teatro muy popular, pero su ámbito de producción es la corte, entendiendo la corte en un sentido muy amplio, porque allí asistían desde el rey hasta los criados.
Gil Vicente es la excusa de la exposición. ¿Se dan cita otros autores dentro de la exposición?
Si. La idea era que el público español entendiera que Gil Vicente para los portugueses es la figura máxima del teatro, de la historia del teatro. Pero para nosotros no. No sé en qué número de ranking estaría, pero teniendo a Cervantes, a Lope, a Calderón, a Tirso, a Lorca, a Valle-Inclán, pues Gil Vicente para nosotros es muy desconocido. Ahora menos, gracias a la labor que ha llevado a cabo Ana Zamora, que ha montado varias obras de él. Pero para los portugueses no. Nunca han tenido una figura de este calibre en el teatro. La idea por parte española fue equilibrar el discurso portugués con el discurso español. El maestro de Gil Vicente es, precisamente, un español, Juan del Encina. Posteriormente, Lucas Fernández, Diego Sánchez de Badajoz, Bartolomé de Torres Naharro. Podemos decir que el mejor de todos ellos es, sin lugar a dudas, Gil Vicente.
¿Cómo es el itinerario de la exposición? ¿Qué podrá ver el espectador?
Está dividida en cuatro grandes secciones. La primera se llama Tiempo de descubrimientos. Es una sección geográfico-cultural. Para hacer ver al espectador que hay como una suerte de analogía entre el anhelo de descubrir tierras y el anhelo de crear un teatro nuevo. Asociado a todo esto está el descubrimiento de la imprenta. Por eso no se conservan obras teatrales de esta época. Sólo el Auto de los Reyes Magos y poco más. La imprenta hace posible que todas estas obras se difundan y estos autores y dramaturgos publica estas obras.
La segunda sección la hemos titulado Viejas formas, nuevas sensibilidades. Al estar en ese periodo de encrucijada histórico-cultural que es la Edad Media y el Renacimiento, hay temas que vienen de la Edad Media y que hemos llamado El tiempo de Dios. Siguen escribiendo casi todos obras que tienen carácter sagrado pero, al mismo tiempo, lo más relevante es el tiempo del placer, el tiempo del amor. Eso lo contrastamos. Y hemos metido otra que es muy importante para todo el siglo XV que es Tiempo de ultratumba. Aprovechan la alegoría de la muerte para hacer una crítica social muy fuerte de la época, desde la Danza de la muerte hasta Gil Vicente.
La tercera se titula La ceremonia teatral y sus protagonistas. Ahí pretendemos, a pesar de que no hay documentación iconográfica, no hay apenas testimonios, virtualizar al espectador cómo podría ser esa representación. Hay una virtualización que se hace con la figura central de la ceremonia, el maestro de la ceremonia teatral, que es el pastor bobo. Hay unas imágenes en las que se ve el famoso monólogo do Baqueiro, que se hace en el nacimiento de un príncipe, y el pastor que se dirige a los reyes, festejando el alumbramiento. La música en el teatro de la época es fundamental. Los protagonistas, además del pastor bobo, que habla la lengua sayaguesa, del oeste ibérico, de esa comarca entre Zamora y Salamanca, es la que sirve para ese discurso humorístico y satírico del pastor. Nos hemos fijado mucho en la figura de la mujer. Estos dramaturgos desde el principio, aparte de ser una constante en la historia del teatro, se fijan en las mujeres nobles, y en las de clase baja. Aparecen en sus obras la prostituta, y por eso hemos dedicado un apartado grande a La Celestina. También está la mujer rebelde, y Gil Vicente dedica una obra a este tipo de mujer, que es La Sibila Casandra. Una mujer rebelde, una maravillosa crítica de una mujer que no se quiere casar. Ahí está la violencia de género, el don juan del marido que abandona a la mujer. Ahí hay un precedente de la Casa de muñecas, de Ibsen. El tercer protagonista es el caballero. Hay una parte importante en la tercera sección, y es que a partir de que se instaura el índice de libros prohibidos, todos estos dramaturgos van a parar allí. Es decir, hasta qué punto estos dramaturgos son muchísimo más atrevidos que los posteriores (Lope, Cervantes, Calderón). Utilizan medios más oblicuos para escapar de la censura. Este teatro es muy fresco, muy vivo. Si tienen que decir “mierda”, pues lo dicen. Eso hace que todos vayan a parar al índice de libros prohibidos. Dentro de cada sección hay subsecciones, y a esta la hemos denominado El teatro lo carga el diablo.
El cuarto gran apartado de la exposición es Gil Vicente, nuestro contemporáneo. Ahí vemos tres secciones. Una titulada Inspirando a los políticos. La segunda titulada Inspirando a artistas y músicos. Y la tercera, Inspirando a poetas y dramaturgos. Lo político es interesante dado que España y Portugal tuvieron dictaduras paralelas para ver qué juego dio Gil Vicente en ambas. Aquí entra en juego la censura.
Durante ese periodo fascinante para Europa que llamamos Renacimiento, Portugal y España comparten inquietudes políticas y culturales. La ambición de buscar nuevas rutas que lleven a tierras hasta ese momento inexploradas o desconocidas es una de las más importantes. Gracias a los navegantes y descubridores españoles y portugueses, se consolida el mapa del mundo moderno casi tal y como hoy lo conocemos
¿Hubo autoras de teatro en esta época?
No. No hay ninguna. Es una época en la que no hay, ni siquiera, actrices. Las actrices comienzan a trabajar en 1567. España es el primer país, junto con Italia, que incorpora a las mujeres.
¿Cómo se cuenta el recorrido de la exposición? ¿Con qué piezas?
Hemos querido, en primer lugar, que el espectador reconozca a través de una serie de frases clave, que estarán instaladas por encima de los paneles, que vea la importancia que tiene Gil Vicente en el siglo XX. Es decir, pues un dramaturgo como Lorca que habla también de Gil Vicente. Si el espectador que en España no conoce a Gil Vicente ve una frase de Lorca, un poema de Alberti inspirado en Gil de Vicente, del poeta Dámaso Alonso, Carmen Martín Gaite, Ana Zamora… es decir, el diálogo entre ese pasado y el presente está a lo largo de toda la exposición. Sabiendo, además, que los materiales no existen. No hay vestuario de época, no sabemos nada de todo eso. Todo está virtualizado.
Para ello nos hemos servido de los libros, lo que denominamos el teatro de papel, y que posibilita la invención de la imprenta. Contamos con unos maravillosos ejemplares de la Biblioteca Nacional. Las primeras ediciones de Gil Vicente, que editan su hijo y su hija después de él muerto. Juan del Encina se preocupa él mismo de publicarlas. Es decir, ya tiene un sentido moderno de que quieren pasar a la historia. Si no, no conoceríamos nada de este teatro, sólo los nombres. Esta parte es fundamental.
Otro bloque de materiales lo formarían las escenografías. Escenografías modernas para teatro antiguo. Ahí contamos con fondos del museo nacional del teatro y otros del museo de Lisboa. Hay escenografías y figurines maravillosos. También hay maquetas de escenarios, que al público siempre le interesa. No solo hay figurines, sino que también hay vestuario. Contamos con una serie de trajes correspondientes a personajes de Gil Vicente y Lucas Fernández. Hay reproducciones de vídeo con las funciones de las obras de Gil Vicente que la compañía Nao d’Amores, dirigida por Ana Zamora, ha hecho en estos últimos años. Hay un colofón con vídeos de teatro en portugués.
Finalmente, y para referirnos al teatro sagrado, contamos con obra pictórica. Cuadros de la época que hablan de temas que estaban muy presentes. La Natividad, la Adoración de los pastores… Todos provienen de catedrales e iglesias.
Todas las exposiciones tienen siempre una pieza estrella. ¿Cuál sería la pieza estrella de esta exposición?
Desde el punto de vista del valor material y no teatral, cualquier obra pictórica expuesta. También hay un retrato espectacular de Erasmo. En estos autores está siempre muy presente el humanismo, la crítica erasmista a la religión oficial. Piezas muy importantes también son el cancionero de Juan del Encina, y la propia compilación de Gil Vicente, eje vertebrador. Sin ese libro no tiene sentido la exposición. Lo demás está muy bien, pero puede ser perfectamente intercambiable. No habiendo una pieza original de la época, la compilación sería la pieza clave.
Una de las artes que mejor sabe recoger el pálpito de los nuevos tiempos es el teatro. Y es en tierras fronterizas de España y Portugal donde surgen una serie de dramaturgos que ponen las bases de la escena moderna: Juan del Encina, Lucas Fernández, Bartolomé de Torres Naharro, Diego Sánchez de Badajoz y, el más importante de todos ellos, Gil Vicente
¿Este tipo de teatro tiene muchas acotaciones?
Muy pocas. Lamentablemente sólo existe el texto y poco más. No hay muchos detalles. Él es un gran montador de maquinaria teatral y de música. Es un precedente de gran espectáculo.
¿Cuál es la pieza que más ha costado traer a la exposición?
Todo lo relacionado con la Biblioteca Nacional. Hasta finales de mayo no supimos que podíamos contar con los libros. Tuvimos que crear las vitrinas y los soportes a partir de ahí. Hay doce o catorce obras que provienen de allí. Es una cantidad muy elevada de piezas provenientes de la BNE que componen la exposición y que no sabíamos si podríamos contar con ellas. Sin estos libros la exposición no hubiese tenido mucho sentido.
Beatriz, como directora-gerente del Museo Nacional del Teatro, ¿cuánto ha podido costar el transporte de los libros de la Biblioteca Nacional?
Muchísimo dinero. Pero teníamos que crecer y evolucionar. Es cierto que el museo está en Almagro, pero somos un museo nacional y estatal, y eso al final se ve con este tipo de exposiciones. Somos como cualquier otro museo estatal, y no hemos tenido ningún problema. Económicamente lo hemos luchado, aunque no nos han prestado el Amadís de Gaula, valorado en cuatrocientos mil euros. Es una exposición excepcional por el valor de las piezas. Más de cien piezas componen la muestra.
En la personalidad de Gil Vicente se conjuga ejemplarmente el hermanamiento de las culturas ibéricas, ya que su obra está escrita en lengua portuguesa y española. Su teatro, concebido fundamentalmente para los reyes de Portugal, asume los temas, las imágenes y los personajes propios de la nueva sensibilidad, con un equilibrio admirable entre la alta cultura humanística que lo inspira y el cauce popular y festivo que sabe darle en todo momento. El feliz resultado es la universalidad e intemporalidad de sus creaciones dramáticas, cuyo mensaje ha llegado pleno de frescura a nuestros días
¿Qué esperan de esta exposición?
Es una muestra importante porque, al final, hemos unido dos países en torno a un mismo proyecto cultural, donde el legado de cada uno de ellos es realmente lo importante. Es muy enriquecedor a nivel institucional. Con la situación que estamos viviendo ahora la colaboración debe ser el punto de partida. Poder trabajar con otros países e instituciones es muy importante.
Dado que el teatro no goza de mala salud, y la gente ha vuelto al teatro, a pesar de lo antiguo y rudimentario que es frente a la era digital, quiero que sirva para potenciar los clásicos, y dentro de los clásicos, éstos, que son muy peculiares, por ser tan primitivos. Son muy ingenuos, al principio, es decir, que son como los pintores prerrafaelitas, pintan sin conocimiento de perspectiva, de las técnicas propias que luego van a salir del barroco, pero que tienen una ligereza, una gracia, que te lleva a lo que fue el teatro en sus orígenes más ancestrales, enlazan con el rito. Es lo que la exposición, desde el punto de vista más didáctico y pedagógico, intenta mostrar también. El encanto del teatro “primitivo”. El nacimiento del teatro europeo que surge en España. El deseo que teníamos de mostrarlo. No sé si lo habremos conseguido.