Masescena

Jesús Carmona: “Creo que hay ojos que están viendo la luz de mi verdad, están entendiéndola, y le están dando mucho amor”

Carmona, nacido en Barcelona en el año 1985, comienza su formación a los 7 años en “La Macarena y el Niño de Morón”. Es licenciado en Danza Española y Flamenco por el Institut del Teatre y Danza de la capital Condal en 2004. Enriquece sus estudios con diferentes cursos y maestros como Antonio Canales, Rafaela Carrasco, Manolete, Eva Yerbabuena y Aida Gómez, entro otros grandes maestros.

Mejor Bailarín Sobresaliente del XX Certamen de Danza Española y Flamenco de Madrid en 2011, obtiene el Premio Desplante en el 52º Festival Internacional de Cante de las Minas de la Unión, el Premio El Ojo Crítico de Danza 2019 que concede RNE y el Premio Nacional de Danza 2020 en la modalidad de Creación.

Su debut profesional lo realiza en el Teatro Zorrilla con la Orquesta del Teatre Liceu de Barcelona a la temprana edad de 14 años.

A partir de este momento comienza su andadura profesional  formando parte de diferentes compañías, tales como Nuevo Ballet Español, Carmen Cortés, El  Güito, Manolete, Antonio Canales y Rafael Amargo. A lo largo de estos años participa en obras como Alborada del Gracioso (Maestro Granero), Golpes de la Vida (BNE, José Antonio y Rafael Campallo), Ritmos (Alberto Lorca), destacando en cada una de ellas por su trabajo, técnica, estilo y su propio arte tal y como lo demuestran las críticas.

A su paso por dichas compañías se pueden destacar trabajos como Paso a Dos con Lola Greco y Soleá en el espectáculo de José Greco. Con Carmen Cortés, solista junto a Isaac de los Reyes y la propia Carmen Cortés y Guadiana. En la compañía de Antonio Canales, solista en La Sangre de Edipo junto a Adela Campallo y Lola Greco. Con Olga Pericet, como artista invitado bailando  Soleá.

El año 2006 es un año muy importante dentro de su vida profesional ya que presenta su espectáculo El Silencio de la Luna con una gran acogida por parte del público y la crítica. Y ese mismo año todo su esfuerzo, dedicación y talento se vieron reconocidos al ser elegido para formar parte del Ballet Nacional de España como Primer Bailarín de la compañía.

En 2011, Jesús Carmona emprende la aventura de su segundo espectáculo propio, Cuna Negra & Blanca, concebido como un nuevo paso en su evolución artística y personal, cuyo estreno tiene lugar al año siguiente, en la 17ª edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Después vendrían 7 balcones (2013), Ímpetu’s (2015) y Amator (2018).

Por último han visto la luz dos espectáculos muy distintos. The Game y El salto. De este último hemos querido hablar en esta entrevista.

 

JESUS CARMONA  1

 

¿Qué ha supuesto para usted ser finalista de la XXIV edición de los Premios Max?

Sinceramente me hace una especial ilusión porque he estado como candidato, nominado, en otras ocasiones. Es un reconocimiento que tienen todos los artistas a los que yo admiro. Es como estar ahí. Ya me siento premiado sólo con ser finalista y poder estar en la gala, y disfrutar del ambiente que se va a crear allí, vivir la experiencia a tope y disfrutarla. Lo vivo con mucha ilusión y con muchas ganas de que llegue el momento. Además, con cero expectativa para llevarme yo el premio porque la verdad es que cualquiera de los compañeros con los que estoy compartiendo candidatura creo que se lo merece al cien por cien. Sólo con estar allí ya estoy feliz.

 

Gane quien gane, y por encima del individualismo, en definitiva lo que se trata es de dar visibilidad al mundo de la danza…

Efectivamente, yo no me he puesto ahí, me han puesto, y a mis compañeros de nominación yo no los considero rivales. Jamás me podría considerar rival de ninguno de mis compañeros. Al contrario, somos compañeros que por circunstancias estamos en una situación bonita, que vamos a vivir juntos, y que el que se lo lleve va a ser un gran merecedor de ese premio. Lo que prima es la experiencia, que gane la cultura, que gane la danza, y eso es lo más positivo.

 

Jesús, ¿qué es El salto, la obra por la que le han nominado como mejor intérprete masculino de danza?

El salto es un mundo completo. Es un mundo con todos sus mares, con todas sus montañas, y todo su cielo. Es un espectáculo en el que hemos estado trabajando tres años de una forma muy intensa, en coproducción con Teatros del Canal o la Bienal de Sevilla, por decirte unos nombres. Es un espectáculo que trata sobre la masculinidad. Hemos trabajado sobre qué es la masculinidad del siglo XXI, cómo la vivimos, qué tipo de masculinidad hay, cómo se vive en la danza… y El salto es un lugar donde exponer todo lo positivo y lo negativo de la masculinidad desde el punto de vista de todos los directivos artísticos y de todos los intérpretes, porque ha sido un trabajo muy coral.

Es un espectáculo que también hace pensar. No es sólo un espectáculo que refleja la belleza de la danza, la belleza del movimiento, de la música, de la dominación y la escenografía, sino que, además de existir todo eso, por supuesto hay un discurso muy profundo y un trabajo muy concienzudo sobre la temática que estamos hablando.

 

¿No es un salto al vacío? ¿No da vértigo?

No, no da vértigo porque no hay final. Quiero decir, nosotros no cerramos el espectáculo con una conclusión final porque el entendimiento de la masculinidad es tan individual y tan personal como nuestro propio cuerpo. No he conseguido llegar a una conclusión. He conseguido llegar a mi principio de conclusión y que sigue evolucionando y que sigue cambiando y variando conforme pasan los días y sigo viviendo en la sociedad en la que vivo. Por eso no es un salto al vacío, ni un salto que dé miedo, sino que es un salto hacia un lugar que sé que es mejor para mí, como persona, como individuo, como padre, como pareja, como hijo, o como hermano, o amigo.

 

¿En qué momento se encuentra profesionalmente?

Me encuentro en un momento muy dulce. Después de esta pandemia creo que las propuestas que han ido creciendo y surgiendo me han hecho mucha ilusión. Pero sí que es verdad que estoy en un momento en el que estoy creando, un momento de creación absoluta, tanto para el Ballet Nacional de España, como en el nuevo musical de Nacho Cano, que estoy encargado de la coreografía, o de mi propio estreno dentro de muy poco en el Museo Guggenheim de Bilbao… Un momento muy bonito de creación, y del que tenía muchas ganas de pasar por ello. También estoy trabajando en teatros donde me hacía mucha ilusión trabajar, y estoy pudiendo desarrollar mi compañía. Mi propia compañía está pudiendo tener un camino bonito.

Como intérprete me siento muy sereno, muy tranquilo…, confío mucho en mi discurso, creo mucho en el camino que he elegido y por el camino por el que estoy luchando, y eso me hace estar fuerte y me hace estar feliz.

 

 

¿Por qué cree que han escogido a Jesús Carmona como finalista? ¿Qué sello personal cree que tiene?

Sinceramente no lo sé (risas). Si te tengo que decir la verdad no lo sé. Sí que es verdad que soy sincero, que soy muy sincero con mi discurso. Soy muy sincero conmigo mismo, con mis movimientos, y con mis necesidades artísticas. La verdad prima, y la verdad tiene un camino muy potente, y creo que hay ojos que están viendo la luz de mi verdad y están entendiéndola y le están dando mucho amor. No te sé decir cuál es mi sello pero sí te sé decir que siento que la gente ve en mí algo diferente o algo especial, que no sé lo que es, pero sí que la gente lo ve en mí y eso me hace estar muy satisfecho, porque al final creo que un artista debe tener su propio discurso. Haber encontrado el mío, y que la gente lo acepte, lo reciba con tanto cariño, pues es precioso.

 

¿Qué le falta a la danza en nuestro país en este momento?

Le falta repercusión, le falta educación, le falta que haya, bajo mi punto de vista, unos planes escolares en los que la cultura esté igual de involucrada como puede estar las matemáticas, o que puede estar cualquier otra asignatura. Creo que debería implantarse dentro del curso escolar actividades en las que puedan ir a ver teatro, danza, música, museos… Necesitamos público, público inteligente, y público con hambre de danza, de música, de cultura. Nos falta hacer un trabajo de fondo, lento, pero creo que podría ser muy fructífero.

 

¿Algún coreógrafo o maestro ha marcado su carrera de manera especial? ¿Y alguna coreografía en particular?

Como coreógrafo te puedo decir José Antonio Ruiz, que fue mi director dentro del Ballet Nacional de España, con el que aprendí el concepto de lo que es un ballet, y la belleza de conseguir que la mirada del público se sitúe donde tú quieras que se sitúe, que no haya elementos que lo perturben. El trabajo concienzudo lo aprendí de José Antonio. Antonio Canales, por ejemplo, ha sido un director y un coreógrafo que me ha marcado la necesidad de buscar tu propio discurso, de que prima la autenticidad de tu movimiento y en tu discurso. Podría estar enumerando horas y horas, pero creo que con esos dos nos podemos quedar.

Como producción creo que El salto es una producción que ha marcado un antes y un después en mi vida, en mi forma de entender la danza, en mi forma de entender mi propia vida, mi propio yo, y el mundo en el que vivo. Ha sido una producción que me ha marcado, y que me va a dejar marcado durante toda mi vida por lo que ha conllevado.

 

Me comentaba la belleza que buscaba José Antonio a la hora de realizar sus montajes. ¿Qué es la belleza para Jesús Carmona?

La belleza es algo que me conmueva. Para mí la belleza es que, de repente, se despierte algo en esa parte del cerebro donde la magia se crea, y que de repente me conmueva. A veces mi estética de belleza no concuerda con la de la gran mayoría, o a veces sí, pero cuando se crean esos momento mágicos, cuando eres capaz de crear un momento mágico, en el que el tiempo se para, en el que no existe sonido, no existe oxígeno, has conseguido que toda tu atención esté metida ahí… Creo que esa es la belleza.

 

Salir de la versión móvil