Johan Inger, coreógrafo de Carmen, una de las icónicas piezas de la CND, versionó este clásico en 2015 y con ello afrontó un gran reto creativo. La Compañía Nacional de Danza la ha llevado a los mejores escenarios nacionales e internacionales. Ahora les tocó el turno al Festival de Úbeda y al Teatro de la Maestranza de Sevilla.
Con esta pieza, Johan Inger fue galardonado con el Benois de la Danse al mejor coreógrafo en 2016. Masescena recoge a continuación la entrevista que el equipo de prensa de la CND ha realizado con motivo de su visita.
¿Cómo fue el proceso de crear Carmen?
El proceso de creación de Carmen fue muy emocionante porque era la primera vez que realizaba una pieza narrativa. Algo que disfruté mucho del proceso fue que la creación duró un año entero, lo que me facilitaba realizarlo por partes durante una temporada entera. Así, podía dar un paso atrás y verlo con perspectiva para ver qué se podía mejorar.
¿Qué tres momentos destacaría de su ballet?
Creo que uno de mis momentos favoritos es el paso a dos de Don José y Carmen del segundo acto, es algo muy especial. También me gusta el momento de la pequeña habitación con el toreador y el gran final con todas las sombras. Esta última parte me parece que encaja muy bien, tanto por la música como por la coreografía. En realidad, hay muchos momentos de Carmen de los que me siento muy orgulloso.
¿Supuso un reto reinterpretar un ballet tan conocido?
Es algo que siempre es difícil de realizar. Pienso que necesitas una razón para crear otra Carmen, o al menos tienes que hacer el ejercicio de preguntarte a ti mismo por qué quieres hacer otra versión. En nuestro caso decidimos enfocarnos en la violencia, explorar por qué los hombres son tan violentos con las mujeres y qué es lo que causa esa reacción. Creamos el personaje de un niño que figura como testigo durante toda la obra y nos propone la pregunta: ¿se verá afectado por esa violencia?, ¿seguirá dentro de ese círculo? O, por el contrario, ¿encontrará un camino diferente? Esa fue nuestra manera de abordar una nueva Carmen.
Ha realizado varios ballets narrativos ¿es Carmen del que se siente más satisfecho?
Como decía, Carmen fue para mí un punto de inflexión porque era mi primera vez trabajando con una narrativa, así que siempre será especial. Creo que siempre la tendré presente.
La escenografía es muy especial, minimalista pero muy potente ¿de dónde nace la idea del juego de los espejos?
Fue el diseñador de escenografía Curt Allen Willmer el que tuvo esas ideas para el set. Una vez que supimos que disponíamos de un espejo, bloques de cemento y acero negro, mi dramaturgo y yo comenzamos a trabajar en la disposición de elementos. Comenzamos a organizar el espacio basándonos en la escena en la que estábamos trabajando. Creo que el decorado resultó genial porque era muy versátil y nos ofrecía la capacidad de crear diferentes espacios.
Trabaja siempre la dramaturgia con Gregor Acuña-Pohl ¿qué tipo de relación se establece entre ustedes a la hora de abordar el proceso creativo?
Nuestra relación empezó hace muchos años y, después de tanto tiempo trabajando juntos, nos hemos hecho grandes amigos. Es un compañero con el que trabajo a la hora de enfrentarme a un proyecto en términos de qué podemos hacer, cómo podemos abordar la pieza, y me ayuda a expresar en palabras todo lo que pasa por mi cabeza y lo que me gustaría poder hacer. Para mí se ha convertido en un socio importante en mis piezas narrativas.
El vestuario del ballet es el remate final perfecto, ¿cómo fue el proceso de creación? ¿Cómo de implicado estuvo? ¿Qué ideas le transmitió a David Delfín para que crease los figurines?
Respecto al vestuario era la primera vez (y la única) que trabajé con David Delfín. Desde el principio le dije que buscaba algo atemporal, y finalmente nos inspiramos en el estilo de los años sesenta. También quería incluir un tinte de folclore español, que recordara a los trajes de las cigarreras. Delfín realizó un soberbio trabajo con los trajes, para mí es un proyecto muy sólido. Desgraciadamente nos dejó, y lo recuerdo con mucho cariño y le echo de menos.
Muchos de los bailarines sobre los que creó los papeles protagónicos de Carmen ya no están en la CND. ¿cómo es de importante lo que aporta el bailarín en el momento de la creación? ¿Cuánto pone de sí mismo?
Por supuesto, realicé Carmen hace seis años basándome en bailarines que ya no trabajan aquí. Siempre es interesante ver a nuevos bailarines afrontar los personajes y el material coreográfico, y aunque intento ser fiel a la idea original también tengo que mantener la mente abierta. Entiendo que son bailarines diferentes los que interpretan a los personajes, así que se tienen que adaptar a mí y yo tengo que adaptarme un poco a ellos, para ayudarles a hacer los personajes suyos.