"Siempre he sido bastante sensible para los sentimientos. Nunca me ha importado llorar y soy llorón, llorón de felicidad, llorón de tristeza. Y desde luego me hace llorar la situación en que nos encontramos a muchos niveles la sociedad"
¿En qué se encuentra inmerso en este momento?
Estoy en varias cosas. Primero, disfrutando de las giras de varios espectáculos que están ahora mismo girando como son El novio de España y como es Querida Ágata Christie y El inconveniente que termina ahora en diciembre, también Camino al zoo. Tengo el gustazo de tener cuatro producciones en gira que la verdad es un auténtico privilegio y lujo con esas compañías y esas producciones. Ahora mismo estoy inmerso en los ensayos de Una madre de película, con Tony Acosta, que es la tercera vez que colaboramos. Y no puedo estar más contento.
¿Qué nos cuenta esta última producción, Una madre de película?
Una madre de película es un proyecto que me llega de la mano de Tony Acosta y Jesús Cimarro. Tony quería contar o hablar o transitar por la experiencia del nido vacío, cuando los hijos se van. Y me pareció muy interesante porque yo no soy padre, pero soy hijo y me he ido. De una forma u otra todos o nos hemos ido o los que han sido padres ven como sus hijos se van. Es un proceso lógico, natural, es ley de vida, pero no por ello deja de ser un hueco, un vacío que queda en la vida de sus padres y madres. Y me gustó mucho la idea. Entonces escribí el texto y está siendo un placer, como te digo, porque es la tercera vez que colaboro con Toni, después de Anfitrión y El sonido oculto.
La verdad es que es una actriz extraordinaria y una mujer extraordinaria. Dos cualidades que me parecen fantásticas que se junten, porque el proceso además de ser creativo y de mucha altura es francamente placentero. Así que estoy muy feliz.
Juan Carlos, ¿qué es lo que le quita el sueño ahora mismo? ¿Qué dramaturgia podría ahora mismo acometer?
Todo lo que está pasando. Me quita el sueño el estado en que tenemos el planeta en general, el estado en que estamos, las guerras, el hambre, el cambio climático, todo lo que está pasando. Cada vez que pones un telediario, o abres el periódico, lo que vives, ¿no? Eso la verdad es que me quita el sueño. O no me lo quita, pero desde luego lo altera. Como dramaturgo, en algunos proyectos sí que he recogido historias de aquí, del ahora, que tienen que ver con este lado. Y en este caso, en Una madre película, recojo algo mucho más, digamos, ¿cómo lo podríamos calificar? No coyuntural. O no puntual, sino algo que acompaña al ser humano desde las cavernas. En algún momento los hijos de los señores y señoras de las cavernas se iban. Y creo que es una realidad que también nos rodea, pero desde luego tiene que ver con otras circunstancias del ser humano, no con estos conflictos terroríficos que estamos viviendo en este momento.
Como dramaturgo me colapso un poco ante la situación actual y la verdad es que me cuesta trabajo utilizar en este momento esos conflictos para mi trabajo.
Digamos que se puede mover un poco más como pez en el agua escribiendo sobre las relaciones entre los humanos…
Bueno, también he tocado en temas como Arizona el tema de las fronteras. O he tocado otros temas puntuales, también políticos. Pero sí, siempre el foco al final está puesto en una relación que tiene que ver con la pareja, con la familia, con la amistad. En esos núcleos tan potentes con los que nos relacionamos. Si echas la vista atrás, en eso se basa prácticamente toda mi obra, o casi toda, en las relaciones emocionales con los seres que nos rodean, sean del tipo que sean.
¿Qué nuevo proyecto le gustaría acometer?
Tengo la enorme suerte de que estoy acometiendo proyectos que son los que me apetece. Ahora estoy con Una madre de película y después saltaré en enero a dirigir Música para Hitler. Es un texto que escribí con Yolanda García Serrano. Los protagonistas son Carlos Hipólito, Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla. Y es que no me puede apetecer más. Estoy inmerso en el máximo placer de todo lo que me rodea. El otro día lo comentaba en una entrevista, también, no es que no me queden sueños por cumplir, me quedan ganas de seguir viviendo sueños. La verdad es que los más gordos ya se me han cumplido, debo reconocer.
Ha trabajado con prácticamente los mejores y las mejores del país, pero ¿le queda alguno?
Me queda muchísima gente con talento que tenemos en este país con la que me encantaría colaborar y, por supuesto, me encanta repetir con mis actores y mis actrices, que son míos y mías. Me encanta, ya sabes, yo soy mucho de repetir con mis repartos. Con Kiti Mánver esta será la décima colaboración que tengamos en Música para Hitler. Diez espectáculos teatrales, madre mía. Con Toni ya es el tercero que hago. A Carlos Hipólito nunca lo he dirigido. Es, de nuevo, un sueño cumplido. En esa mezcla del placer de repetir con actores que ya conozco y con los que tenemos la confianza y la relación muy grande, y poder trabajar con otros grandes de la escena, como Carlos, pues estoy muy cumplido, estoy bien servido, muchas gracias. Estoy feliz, que me quede sin… ¿Cómo es la frase esa? Que me quede como estoy. Sí, Virgencita, que me quede como estoy.
¿No le falta nada personal y profesionalmente?
Tampoco. La verdad es que, a ver, estamos con los achaques de la edad, que yo tengo una edad. Las cosas duelen, te salen cosas, pero comparado con problemas verdaderamente gordos de salud, que veo… alrededor o como lo que hablábamos de cómo está el mundo, Virgencita, otra vez, que me quede como estoy. Estoy, la verdad, muy feliz y muy agradecido por todas las cosas buenas que me pasan, así que no. Sería ingrato que yo pidiera más de lo que tengo. Suficiente y de sobra.
Como bien dice, tenemos ya una edad. Miramos hacia atrás y, ¿cómo ve esa evolución teatral y directiva?
A mí me parece una fantasía todo lo que me ha pasado. Yo recuerdo ese niño que soñaba con contar historias, primero como actor. Yo empecé, en realidad, a escribir antes que a actuar. Y ese niño que quería contar historias, pues las está contando. Evidentemente hay una evolución, hay una madurez. Me gustaría pensar que mi técnica personal es lo que convierte a alguien en un profesional. Me gustaría pensar que mi técnica se ha ido depurando y mejorando. Y en esta exploración continua que yo tengo en diversas dramaturgias, porque tampoco tengo un estilo definido, porque no lo tengo y porque no lo he buscado. Y tampoco lo tengo, o sea, tampoco sé si se busca o lo tienes, ¿no? Un toque divino, un estilo claro. A mí me encanta investigar. Me encanta saltar de un proyecto a otro muy distinto. Y es un poco la marca de mi carrera. Y en esa carrera sí que se la he visto a través de espectáculos muy diversos. Cada uno de ellos me ha dado una experiencia diferente. Los miro con mucho cariño, pero no soy tampoco muy melancólico. Estoy muy bien en el presente. No creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor. Me parece una frase que por desgracia a veces sucede en tu vida, cuando estás en un momento de salud o laboral, en que las cosas no funcionan… En mi caso no puedo mirar atrás con melancolía, sino con agradecimiento.
¿Cuál es la obra que más le ha calado? No la que haya tenido más éxito ni haya sido más mediática… ¿De cuál se siente más orgulloso?
A un padre no se le preguntan por sus hijos. Voy a decir que los quiero a todos. Creo que cada una de las obras, no te digo esto para quedar bien, pero creo que cada una de ellas se corresponde a un momento personal. La escritura surgió por una razón, ya fuese mayor, menor, o mía, encargo, pero ha surgido en un momento determinado y como tal ha servido en un momento determinado de mi vida. Yo no podría abrazar a una para… No, todo ha sido por una razón, están ahí y me siento muy feliz de haberlo escrito.
¿Cómo recuerda a aquel niño que me comentaba antes que primero accedió a la escritura para contar historias?
Lo recuerdo con cariño, y lo recuerdo, no con admiración, pero sí que yo era un niño muy inquieto, un niño que quería leer, que quería dibujar, que quería viajar, que quería hablar, que quería comunicarse, que quería… Era un niño con ganas y creo que ser un niño con ganas es una cosa maravillosa. Me lo ha dado por un lado mi temperamento y por otro, desde luego, la familia, amigos y la vida fácil que yo he tenido. Cuando veo a estos niños en Gaza ahora mismo, se me parte el corazón. En Gaza, en Ucrania, en mil sitios, no hace falta irnos tan lejos muchas veces, pero no tener, las carencias de todo tipo en una niñez son frustrantes y son determinantes para una edad adulta, evidentemente, marcan mucho la infancia con carencias. Del tipo que sea, por supuesto con agresiones y por supuesto todo eso es terrorífico. Yo no fui un niño con carencias, entonces me he beneficiado de una infancia muy feliz. Entonces miro hacia atrás y digo, qué bien, pues ese niño estaba bien, estaba bien cuidado, era un niño feliz y eso es muy importante.
Un dramaturgo, un escritor como usted, ¿sabría definirme uno de los grandes temas universales de la literatura como es el amor?
No, no sabría. Creo que ya lo han definido dramaturgos y dramaturgos más talentosos que yo, no. No existe una definición. Para mí no existe una definición del amor. No. Como cualquier sentimiento profundo hay que sentirlo en el cuerpo. Y no consigo atrapar las palabras. Ya lo ha hecho Lorca, Shakespeare, y lo ha hecho gente así. No, yo prefiero leer sus escritos sobre el amor. Creo que lo plasman mejor que yo.
¿Con qué se emociona Juan Carlos Rubio?
Con muchísimas cosas. Cada vez que me hago…viejo, que cumplo más años, más. La verdad es que me emociono para bien y… y para mal, con más rapidez. Siempre he sido bastante sensible para los sentimientos. Nunca me ha importado llorar y soy llorón, llorón de felicidad, llorón de tristeza. Y desde luego me hace llorar, hoy en día, vuelvo a repetirte que ya lo he dicho varias veces, la situación en que nos encontramos a muchos niveles la sociedad, ¿no? Eso me preocupa y me hace llorar incluso.
¿Lo mejor que ha hecho en la vida?
Creo que es una pregunta que habría que preguntar a los demás. Porque yo puedo pensar lo que yo pienso que he hecho mejor en la vida o lo que yo he hecho mejor en la vida. Son dos preguntas distintas. Lo que yo pienso que he hecho mejor en la vida es querer. Creo que soy bueno queriendo. Soy bueno queriendo en el sentido soy bueno acunando, soy bueno protegiendo, soy bueno dando confianza, querer, amar. Creo que amo bien y como amo bien muchas cosas han venido ya rodadas.
¿Alguien le ha traicionado?
Bueno, yo no le llamaría traición. No, yo no lo llamaría traición. Traición es un título precioso para una obra de Harold Pinter, ¿no? Pero no para traición. No, me suena demasiado dramático. Traición. Sí hay gente que en un determinado momento no ha cumplido mis expectativas. O quizás se han comportado de una manera que yo puedo pensar que quizá no era la más adecuada. Pero la palabra traición me queda grande. Esto muchas veces son expectativas, ¿no? Yo esperaba que, no se ha cumplido, y me has traicionado. Bueno, hay gente que verdaderamente tiene un plan, ¿no? Lo que una tradición requiere es un plan. Estamos todos demasiado alborotados y con mucho ruido como para hacer planes. Al menos nosotros, la gente normal y corriente. No sé los estrategas tipo Putin, esos sí tienen un plan. Pero yo no tengo tiempo para planes de este tipo. Y si yo no los tengo, tiendo a pensar que lo demás tampoco. A veces hay equivocaciones, malos entendidos o expectativas no cumplidas, pero traición, insisto, esa palabra no me sirve.
¿Alguna frustración en su vida? ¿Algo que no hayas conseguido y que sepa que no va a conseguir?
Me hubiese encantado tocar el piano, me hubiese encantado bailar, me hubiese encantado cantar bien, hablar más idiomas, me hubiese encantado valer para más cosas, pero me limito a lo poquito que hago. Y tampoco sé muy bien cómo lo hago, ¿no? Si bien o mal. A mí placer me da hacerlo. Siempre fantaseo. Si tuviese otra vida, si tuviese cien vidas más, haría cien cosas más distintas. Me encantaría ser, yo que sé, aparte ya lo artístico, que hay tantas cosas, pintar, o ser músico, me hubiese encantado dedicarme a la arquitectura, o a la historia del arte, o haber sido, no sé, guía turístico… Hay muchas cosas. No frustraciones. Porque frustraciones son algo que querías y no has conseguido. Estas son otras situaciones posibles en las que, bueno, me hubiese gustado quizá vivir, pero ya no me ha dado tiempo.
¿Quién ha sido la persona más importante en su vida?
Hay mucha gente importante en mi vida. Desde luego lo más importante en mi vida son mis padres, porque si no, no estaría aquí. Esto es una cosa absolutamente probada científicamente. Yo estoy aquí porque mis padres se conocieron y me tuvieron, y me cuidaron, y me criaron, y eso es parte fundamental de lo que soy. Ellos son los más importantes en mi vida, desde luego, sin lugar a dudas.
Pero es que luego he tenido mucha gente muy importante en mi vida. Si sigo hablando de la familia, por supuesto mis hermanos, mis amigos, mis parejas, y luego toda la gente con la que colaboro profesionalmente. Es que de verdad que yo soy un auténtico ladrón de sentimientos y de experiencias. Siempre me he rodeado de gente estupenda, porque me ha tocado en suerte y porque me la he buscado. Entonces, hay mucha gente importante en mi vida. Pero si me dices que me quede con alguien, me quedaría con mis padres.
¿Y usted se ha sentido la persona más importante en la vida de quién?
Yo me he sentido la persona más importante en la vida de mis padres también. Creo que ha sido un sentimiento. Y esto es muy pleno. Que coincidan estas cosas… yo siempre pienso en los hijos que no se sienten queridos, o los padres que no se sienten queridos. Es que con mis padres me llevé muy bien. Y nos quisimos mucho, nos queremos. Nos seguimos queriendo bien, porque soy ellos. Yo soy ellos. Genéticamente, emocionalmente. Nos hemos querido muy bien y eso es muy sano.
Fuera de la poética, ¿cree que hay una palabra más bonita que un te quiero?
No. Yo creo que el te quiero dicho, te iba a decir de verdad, pero es que no importa que sea de verdad, dicho como herramienta de conciliación, dicho como empatía, dicho como presentación, y por supuesto dicho profundamente como resultado de un sentimiento profundo, es sanador. El te quiero siempre es un te acepto, te perdono, quiero estar contigo. El te quiero resume muchas cosas. Creo que es una palabra vital.
¿Qué espera de Una madre de película, que es la última producción que tiene entre manos?
Espero, en realidad esta charla que hemos tenido resume muchas cosas que espero. Espero que la gente salga diciendo te quiero, qué mejor que eso para un espectador. Es un viaje precioso el que hace Toni, que está hecho con las ganas de hacer este espectáculo de ella, las mías, de todo el equipo maravilloso que tenemos de gente, de creativos de Pentación, de todo el mundo que hacemos este espectáculo, lo que queremos es que nos quieran. Y ese acto de amor de esta madre inmersa en una fantasía de su mente peliculera, con ese agujero grande en el alma que es la marcha de su hijo, ojalá que este espectáculo sirva para divertir, para entretener, además también para que la gente salga diciendo ese te quiero que me planteabas tan importante.
Para cerrar, Juan Carlos, ¿qué le pide al mundo del teatro? ¿Qué le pides al mundo de las artes en vivo?
Yo no le pido nada. Yo no pido nada porque, ya lo decía antes, me ha dado muchas cosas. Sí me gustaría, no las artes, en general la sociedad, que el lugar que ocupan los creadores se siga cuidando. Que haya apoyo a la gente que comienza, a la gente más joven y también la gente de más edad que no tiene espacio, voz, oportunidades para crear, la tenga. Esto es lo que yo le pido. En cuanto a mi carrera, estoy muy contento, es que no te puedo decir más, me va muy bien, yo vivo de esto. Es que vivir de esto es un milagro. Es que es un milagro. Yo veo las cifras y la gente, y lo que la gente tiene que hacer para sobrevivir mes a mes, y yo digo, ¿pero de qué me voy a quejar yo? Por amor de Dios, ¿qué más puedo pedir yo? Yo no puedo pedir nada más que seguir trabajando, que todo vaya bien, pero a nivel general que haya más apoyo, más espacio para la gente que lo está pasando mal, o la gente que intenta arrancar una carrera. La gente joven lo tiene complicado, muy complicado.